jueves, 20 de mayo de 2010

Tener esperanza: Lecciones de José. El profeta Daniel.







jueves 20 de mayo de 2010
Tener esperanza: Lecciones de José
Publicado por Orion


Si existe un personaje bíblico capaz de enseñarnos el significado de la palabra esperanza, ese es José.

A la edad de 17 años tiene dos sueños de parte de Dios que la muestran un destino de grandeza y honor. Pero los años que transcurrieron desde el momento en que sueña con su destino, hasta la realización del mismo, realizado por etapas, nos indica una clara evolución de José hacia la plenitud de sí mismo, y por supuesto, la realización de su destino.

La historia de José desmitifica un poco la relación con Dios.

Se cree que el hecho de que una persona tenga la intervención divina, como era el caso de José, le crea una especie de salvaguarda absoluta contra los problemas. Como si la persona fuera cubierta con una especie de burbuja.


Por eso es que al vivir lo que algunos llaman "la noche oscura del alma", o al estar viviendo situaciones límite, la inmensa mayoría de las personas asumen dos posiciones:

Creer que se está por encima de las circunstancias penosas:
Es la reacción orgullosa de quien dice: ¡soy mejor que esto!, y se niegan a reconocer que están en un problema, o viviendo horas bajas.

Asumir la actitud de: ¿Por qué Dios permitió que esto ocurriera? ¿Por qué a mí? ¿Qué hice para merecer esto? ¿Por qué la vida se ensaña conmigo? ¡Dios me ha fallado! (las otras expresiones similares, las dejo a la imaginación de cada cual).
Lógicamente, hemos pasado por esas actitudes. Son universalmente humanas.
Pero, ¿son las más convenientes? ¿Me beneficia asumir esa actitud cuando estoy metido/metida en una especie de túnel sin salida?

La actitud que realmente beneficia y conviene, es la que nos ayuda en medio de las crisis.

La actitud que adoptó José.

José desarrolló cualidades. Se construyó a sí mismo internamente sobre sólidos cimientos. Se acostumbró a sacar el mejor partido de las circunstancias, así fueran totalmente desfavorables.

José dio lo mejor de sí en cada situación que enfrentó. Cuando era el hijo predilecto de Jacob, se encargaba con esmero de cualquier tarea que le dieran. Cuando fue vendido como esclavo a Potifar relata la Biblia:

Génesis 39:2-3
Pero Jehová resultó estar con José, de modo que este llegó a ser un hombre que en todo tenía éxito, y vino a estar sobre la casa de su amo, el egipcio. 3 Y su amo llegó a ver que Jehová estaba con él y que Jehová hacía que todo lo que él efectuaba tuviera éxito en su mano.

"Llegó a ser un hombre que en todo tenía éxito". ¿Exitoso como esclavo? Sí. Porque todo lo que hacía tenía éxito, y Jehová estaba con él, y Potifar lo notó.

Hay personas que son ricas, con altos cargos políticos, y no son exitosas. No hallan satisfacción del trabajo excelentemente hecho, del sentido de contribuir al bienestar y prosperidad de otros. José no era un trabajador desganado, de esos que hay que ordenarle 10 veces que haga las cosas, y que las haga bien hechas. Éxito no es solamente dirigir con acierto un holding empresarial, o realizar investigaciones científicas. Hay personas que son porteros de un edificio, o empleadas domésticas y tienen una buena actitud. Eso es éxito también.

José se elevó a así mismo por encima de sus circunstancias. No permitió que estas lo hundieran en la depresión, frustración o desánimo.

Al estar en prisión, José estaba perdido. No habría esperanza de salir de la prisión, ni nadie que intercediera a su favor.


José entonces, se apoyó en su Centro.


Porque todos tenemos un Centro psicológico, un lugar en el cual podemos conectarnos con Dios. Dicho Centro puede actuar como un círculo psicológica, espiritual y emocionalmente protector. Aquello que nos hace ser íntegros, y nos preserva de la adversidad, queda intacto dentro de nosotros.

José dejó de lado su egocentrismo. Ese lado nuestro que es egoísta, orgulloso, que se resiste a humillarse, a ser humilde, a ser flexible, a ser paciente. El egocentrismo de José tenía antecedentes: era el hijo favorito de su padre Jacob, y era el favorito de Dios. Y él mismo era un ser excepcional. Una mezcla de condiciones que le hacían candidato fácil a ser engreído. A creerse el centro del mundo, y que todo tenía que girar en torno a él.

En esa misma posición estaba Jesucristo. No era cualquier persona. Era el Segundo en Poder en el Universo, cuando tuvo que "despojarse a sí mismo y tomar la forma de un esclavo y llegar a estar en la semejanza de los hombres. Más que eso, al hallarse a manera de hombre, se humilló y se hizo obediente hasta la muerte, sí, muerte en un madero de tormento" (Filipenses 2:7-8).

Humillarse para una persona común y corriente, es relativamente fácil. Pero para alguien que sabe tener poder, alguien que sabe quién es realmente, humillarse no es fácil.

José dejó de lado su ego. Dejó de lado sus ideas infantiles sobre Dios, sobre sí mismo, y sobre la vida. Había sido traicionado por sus medio hermanos, por la esposa de Potifar, y sus sueños de grandeza ya no dependían de él. Estaban en manos de Dios.

¿Qué hacer entonces?
José tenía sus sueños dados por Dios. Tenía un legado espiritual en su familia, que constaba de las historias de Abrahán, Isaac y Jacob. Ahora le tocaba a él crearse su propia historia como heredero del Pacto de Dios con Abrahán.

"Jehová estaba con él", con José. Si se hubiera vuelto amargado, autocompasivo o cínico José, Dios no le hubiera manifestado ese favor continuo. José hizo de su relación con Dios un motor diario.

Puede que no nos creamos tocados por Dios a cumplir un gran destino, como José. Pero podemos aprender de él, y afrontar el día de mañana recordando que, después de todo, parece que los sueños sí se hacen realidad.






miércoles 19 de mayo de 2010
Abrahán y Sara
Publicado por Orion


Abrahán y Sara son una pareja singular. Con Abrahán, Dios hizo un Pacto. Y Sara, fue madre a los 90 años, junto con Abrahán, que fue padre a los 100 años.

La historia de Abrahán y Sara está en la Biblia, concretamente en el Génesis, los capítulos 11 al 25. La vida de ambos es extensamente detallada en las Escrituras. De Abrahán se dice en la Biblia que es el padre de los que tienen fe, y Sara, es mencionada como un ejemplo de fe.

Lo valioso de analizar la vida de Abrahán y Sara es que son 2 personas cuya vida transcurre en paralelo. En la Biblia, es un caso particular de una pareja en la que ambos, tanto él como ella, evolucionan, avanzan en un proceso en el que la fe de ambos crece.

Siempre que se lee en la Biblia la vida de estos personajes tan destacados, como Abrahán y Sara, uno los ve como modelos terminados. Difícilmente uno se pregunta: ¿cómo? ¿Cómo hicieron Abrahán y Sara para alcanzar ese grado de fe?

Dios hizo un Pacto con Abrahán. Si la promesa de Dios es digna de confianza, un Pacto, ratificado, es una promesa inalterable, de que Dios habría de cumplir lo prometido.

¿En qué consistió el Pacto?

"Deja tu tierra, tus parientes y la casa de tu padre, y vete a la tierra que te mostraré. Haré de ti una nación grande, y te bendeciré; haré famoso tu nombre, y serás una bendición. Bendeciré a los que te bendigan y maldeciré a los que te maldigan. Por medio de ti serán bendecidas todas las familias de la tierra."

Ese Pacto se hizo realidad 25 años después. Durante 25 años, Abrahán y Sara estuvieron esperando a que Dios cumpliera su parte del Pacto. Abrahán sólo tenía que ejercer fe en la promesa de Dios.

Durante esos 25 años de espera, hasta que nació Isaac, el hijo de la promesa, Abrahán y Sara tuvieron que ejercer fe.

Ambos se retroalimentaban en su confianza en Dios. Abrahán había escuchado la voz de Dios, y Sara, sabía que Dios había prometido un hijo. Evidentemente Abrahán no habría llegado a ser el padre de todos los que tienen fe, de haber tenido otra esposa que no fuera Sara. Por ejemplo, si la esposa de Abrahán hubiera sido una mujer como Jezabel, Abrahán no evoluciona en la fe, de hecho, ni siquiera hubiese salido de Ur, como Dios le mandó.

En cierta ocasión, tras 11 años de estar viviendo en Canaán, la tierra prometida, Abrahán habla con Dios. Le expresa cómo se siente, que se está quedando viejo y no tiene hijo alguno. Dios ocnfirma la promesa, y le hace ver a las estrellas, y así sería la descendencia de Abrahán. Abrahán ejerce fe en Dios. Le cree a Dios.

Esos 11 años de espera, fueron un tiempo largo para la pareja. Intentaban e intentaban, y Sara continuaba estéril.

Tras haber ratificado Dios el Pacto con Abrahán, este se encontraba a la expectativa. Ansioso, atento a cualquier señal de parte de Dios. Pero Sara continuaba estéril.

Parecía que el problema de que no se cumpliera la promesa de Dios era que Sara era estéril. Así que visto de esa forma, el problema era Sara.

Sara pensó que una esclava egipcia llamada Agar, podría ser la muejr idónea para cumplirse la promesa de Dios. Por eso le dijo a Abrahán:

—Dios me ha hecho estéril. Por lo tanto, ve y acuéstate con mi esclava Agar. Tal vez por medio de ella podré tener hijos.

¿Qué hizo Abrahán?

Abrahán aceptó la propuesta que le hizo Sara. Entonces ella tomó a Agar, la esclava egipcia, y se la entregó a Abrahán como mujer. Abrahán tuvo relaciones con Agar, y ella concibió un hijo.

Dicho hijo resultó ser Ismael.

¿Era Ismael, hijo de Abrahán y una esclava egipcia, aquel hijo que Dios había prometido?

No.

13 años después, Dios habló a Abrahán, y le dijo:

-A Sarai, tu esposa, ya no la llamarás Sarai, sino que su nombre será Sara. Yo la bendeciré, y por medio de ella te daré un hijo. Tanto la bendeciré, que será madre de naciones, y de ella surgirán reyes de pueblos.

Entonces Abrahán inclinó el rostro hasta el suelo y se rió de pensar: ¿Acaso puede un hombre tener un hijo a los cien años, y ser madre Sara a los noventa?

Por eso le dijo a Dios:—¡Concédele a Ismael vivir bajo tu bendición!

A lo que Dios contestó:—¡Pero es Sara, tu esposa, la que te dará un hijo, al que llamarás Isaac! Yo estableceré mi pacto con él y con sus descendientes, como pacto perpetuo.

En cuanto a Ismael, ya te he escuchado. Yo lo bendeciré, lo haré fecundo y le daré una descendencia numerosa. Él será el padre de doce príncipes. Haré de él una nación muy grande.

Pero mi pacto lo estableceré con Isaac, el hijo que te dará Sara de aquí a un año, por estos días.

Así que a sus 86 años, tras haber hablado con Dios, Abrahán tiene un hijo con Agar. Y cree, durante 13 años, hasta que cumple los 99 años, que la promesa de Dios YA estaba cumplida, con Ismael. Dios le sorprende diciéndole que es el hijo que tendrá con Sara, llamado Isaac, el que sería el hijo prometido, el heredero del Pacto.

Dios es reiterativo en la conversación diciéndole: "Sara, tu esposa". Cierto, el Pacto fue entre Dios y Abrahán, pero se cumpliría a través de Sara. Sara era bendecida por Dios, y reconocida como el medio de cumplir la promesa.

Así que, contra todo pronóstico, Abrahán y Sara por fin tendrían el hijo que Dios sí daría como cumplimiento de la promesa.

Abrahán pensaba para sí: "¿Acaso puede un hombre tener un hijo a los cien años, y ser madre Sara a los noventa?"

Y Sara, al enterarse de que sería madre a los 90 años, pensó para sí: "¿Acaso voy a tener este placer, ahora que ya estoy consumida y mi esposo es tan viejo?"

Pero Dios le dijo a Abraham:—¿Por qué se ríe Sara? ¿No cree que podrá tener un hijo en su vejez? ¿Acaso hay algo imposible para Dios?

Ambos pensaron lo mismo. Ambos tenían fe en Dios. Pero al escuchar a Dios decir lo que haría, pensaron en su vejez, en la imposibilidad humana de que algo así pudiera ocurrir. Pero... TODAS las cosas son posibles para Dios.

Hay detalles de este relato que sorprenden. Sorprende por ejemplo, que Abrahán y Sara creyeran durante 13 años, que la maniobra que hicieron de que Agar fuera la madre sustituta del supuesto heredero de la promesa era Ismael, y no Isaac.

Sobre el nacimiento de Ismael, expresó el apóstol Pablo que fue a la manera de la carne.

Sobre el nacimiento de Isaac, dijo que nació a la manera del espíritu.

Y es que la fe es espiritual, y no carnal. Es guiada por Dios, no guiada por las opiniones propias.

Cuando Sara planteó a Abrahán, que tomara a Agar para que tuvieran un hijo, ¿fue idea de Dios? No. Fue idea de Sara. Y Abrahán la escuchó.

¿Por qué Abrahán no consultó con Jehová para saber si Él estaba de acuerdo en hacer las cosas de esa manera ANTES de acostarse con Agar?

No lo hizo porque consideró en su corazón que ESA era la forma en que se cumpliría la promesa de Dios. Recordemos que Jehová acababa de ratificar el Pacto con Abrahán, y luego sucede que Sara le propone acostarse con Sara. Todo parecía muy conveniente. Parecía que Dios estaba detrás de esa iniciativa de Sara.

Y 13 años después, Dios dice NO. No estuvo Dios de acuerdo en hacer las cosas de esta manera.

El hecho de que Abrahán fuera el padre de los que tienen fe, y Sara una mujer de fe, no significa que fueran infalibles en cada etapa de su vida, en las que ejercieron fe.

Para el creyente, el que desee tener fe en Dios, mirarse en ese espejo de Abrahán y Sara es conveniente y necesario.

Cuando uno busca interpretar la voluntad de Dios, uno busca señales, indicios, algo que marque el camino. Y sucede, como les pasó a Abrahán y Sara, que parece que ciertos eventos y circunstancias, son la manifestación de la voluntad de Dios.

¿Qué llevó a creer a Abrahán, el padre de los que tienen fe, en el error de que tener un hijo con Agar sí venía de Dios?

La mente humana tiene el mecanismo de creer lo que quiere creer, ver lo que quiere ver. Abrahán tuvo fe sí, pero sencillamente, en algún punto de su vida, aún teniendo fe, creyó que podía ayudar a Dios a cumplir su promesa.

¿De veras Dios lo necesita a uno para cumplir su promesa, sea cual sea esta? La historia de Abrahán y Sara demuestra que no.

Isaac nace. Todo es alegría y dicha. Dios cumplió su promesa. Isaac, el heredero, crecía, en el seno de un hogar que esperó muchos años para que llegara él.

Ismael e Isaac, los dos hijos de Abrahán, no podrían vivir juntos. Era como pretender que lo carnal y lo espiritual vivieran bajo el mismo techo de las tiendas de campaña que constituían el hogar de la familia.

Sara se dio cuenta de que el hijo que Agar la egipcia le había dado a Abrahán se burlaba de su hijo Isaac. Por eso le dijo a Abrahán:

—¡Echa de aquí a esa esclava y a su hijo! El hijo de esa esclava jamás tendrá parte en la herencia con mi hijo Isaac.

Este asunto angustió mucho a Abrahán porque se trataba de su propio hijo.

Pero Dios le dijo a Abrahán:
-No te angusties por el muchacho ni por la esclava. Hazle caso a Sara, porque tu descendencia se establecerá por medio de Isaac.

Este es el único caso en la Biblia en la que se muestra directamente que Dios manda a un hombre a escuchar a la esposa.

Dios dice a Abrahán que le haga caso a Sara.

Sara tenía la intuición de ver las cosas a largo plazo. Vio que si Ismael seguía viviendo con ellos, perjudicaría a Isaac, cosa que ella como madre no permitiría.

Dios interviene, para que Abrahán haga caso. La potencialidad espiritual y psicológica de muchos hombres no se despliega a su máximo nivel, por no escuchar a sus esposas, por ignorar sus planteamientos, por no beneficiarse de su visión de los asuntos.

Porque la fe también es asunto de tener visión, de ver más allá de lo obvio. En este caso Abrahán, cegado por las emociones, no podía enfocarse en el hecho más importante: la promesa de Dios, centrada en Isaac.

Abrahán vivió 175 años, y Sara 127. Ambos son reconocidos como ejemplos de fe. Pero eran personas de carne y hueso, con quienes Dios trató. Tenían sus altas y sus bajas, pero una mirada más a fondo de ellos puede ayudar a entender cómo alcanzar esas cotas de fe y esperanza, tan necesarias hoy día.



miércoles 19 de mayo de 2010
El profeta Daniel
Publicado por Orion



La imagen de un profeta es la de un hombre vestido con ropa sencilla, con un báculo en la mano, parado en la puerta de una ciudad, proclamando los juicios de Dios.

Eran personajes no tan populares, si hubiera existido el Twitter en aquella época, no hubieran tenido un gran número de seguidores. Y sus fotos en Facebook serían siempre casi con la misma ropa, con la gente haciendo muecas de desprecio por su mensaje.

Por supuesto, estarían en Jerusalén, donde estaba el Templo de Dios.

Pero hacia el siglo VII A. C., ya no existía ni Templo, ni Jerusalén era una gran ciudad del mundo de aquel entonces. Eran más bien los leones, los animales salvajes, los dueños de una ciudad y de un país desolado.

La pregunta era, ¿y ahora qué? ¿Qué pasaría con el futuro?

Como Dios es el único que conoce el futuro como la palma de su mano, siguió dando a conocer detalles sobre el futuro. Pero ahora los tiempos eran diferentes. Era Babilonia la Ciudad-Imperio más poderoso del mundo conocido, y todos en el mundo conocido del Oriente Medio estaban sometidos a ella.

Pero Dios siguió revelando asuntos sobre el futuro, asuntos que hasta el día de hoy, siguen causando asombro y son el interés de muchos estudiosos de las profecías bíblicas.

El nuevo profeta de Dios, ese que sería portavoz de Dios y que recibiría conocimientos sobre el futuro de la humanidad, sería un judío, de nombre Daniel.

Es el escritor del libro que lleva su nombre. De él sabemos algunos detalles que él revela en su libro. Fue llevado a Babilonia, cuando era un príncipe adolescente, junto con otros miembros de la realeza y de la nobleza judías. Esto ocurrió en el tercer año (como rey tributario a Babilonia) del reinado de Jehoiaquim, año que dio comienzo en la primavera del 618 A.C. Después de la ignominiosa muerte de Jehoiaquim, su hijo Joaquín gobernó durante unos meses antes de rendirse. A principios del año 617 a. E.C. Nabucodonosor se llevó al cautiverio a Joaquín y otros “hombres de nota”, así como al joven Daniel.

¿Cómo sería vivir en Babilonia?

Muchos de los exiliados vivían cerca del río Kebar, caso del profeta Ezequiel, fuera de la ciudad de Babilonia, se escogió a Daniel y sus tres compañeros para un aprendizaje especial de la escritura y lengua caldeas durante tres años, a fin de equiparlos para funciones de gobierno.

Así que Daniel, y 3 amigos de él fueron seleccionados para una función:

Tener perspicacia en toda sabiduría y estar familiarizados con el conocimiento, y tuvieran discernimiento de lo que se sabe, en los cuales también hubiera facultad de estar de pie en el palacio del rey; y se les enseñaría la escritura y la lengua de los caldeos.

Además, a ellos el rey Nabucodonosor les señaló una ración diaria de los manjares exquisitos del rey y del vino que él bebía, aun para nutrirlos por tres años, para que al fin de estos estuvieran de pie delante del rey.

Se les pusieron nombres babilonios: a Daniel le llamaron Beltsasar conforme al nombre del dios de Nabucodonosor. Sadrac, Mesac y Abednego, fueron los nombres de los 3 amigos de Daniel.

El objetivo era nutrir a la corte del Rey Nabucodonosor con lo mejor de la sociedad judía. Y prepararlos para que pudieran ser miembros de la corte de Nabucodonosor.

Suele ser aceptado el hecho de que los reyes, altos magistrados, hombres o mujeres de poder, necesitan rodearse de personas de alta prosapia. Personas que tengan la capacidad, la sabiduría, el liderazgo, y la fuerza suficientes como para aportar al reino, o gobierno, la visión que ayudaría a que todo funcione bien.

Al ser Babilonia un Imperio recién creado, habrían asuntos administrativos y gubernamentales que atender. De lo contrario, el orden y la paz del Imperio Babilonio se verían amenazados por revueltas y luchas intestinas.

Así que Daniel, Sadrac, Mesac y Abednego, serían entrenados para servir al Rey Nabucodonosor y Babilonia. ¿Se resintieron por ello? No. Fueron lo suficientemente inteligentes como para seguir adelante con sus vidas.

Su futuro estaba en juego. Eran huérfanos, y no tenían a más nadie, salvo a ellos mismos. Y a Dios.

Daniel y sus 3 amigos debían tener claro qué vida llevarían. ¿Vivirían como los babilonios, adoptando todas sus costumbres, hábitos y creencias?

Daniel se resolvió en su corazón a no contaminarse con los alimentos que le habían preparado —entre los que podía haber algunos prohibidos por la ley mosaica o tal vez profanados con rituales paganos—, y pidió que su dieta y la de sus compañeros se limitara a verduras y agua. Ese era un mensaje claro de que Daniel marcaba distancia respecto de sí mismo y su adoración a Jehová Dios. Viviría en Babilonia, trabajaría por el rey y el bienestar del Imperio, pero su adoración era para Dios. Dios bendijo su resolución y les dio “conocimiento y perspicacia en toda escritura y sabiduría; y Daniel mismo tenía entendimiento en toda suerte de visiones y sueños”. Cuando el rey los examinó una vez concluidos los tres años, los halló “diez veces mejores que todos los sacerdotes practicantes de magia y los sortílegos que había en toda su región real”.

Daniel: descifrador de visiones y sueños

Daniel era un miembro de la corte de Nabucodonosor.

¿Quién era Nabucodonosor?

El rey babilonio Nabucodonosor era un hombre muy religioso. Construyó y embelleció los templos de numerosas deidades babilonias. Era particularmente devoto a Marduk, el dios principal de Babilonia, y le atribuía el mérito de sus victorias militares. Parece ser que en el templo de Marduk (Merodac) se depositaban los trofeos de guerra, entre los que se encontraban los vasos sagrados del templo de Jehová.

Nabucodonosor se guiaba por la adivinación al planear sus incursiones militares. Por ejemplo, la profecía de Ezequiel dice que el rey de Babilonia empleó adivinación para decidir si iba contra Rabá de Ammón o contra Jerusalén, mirando en el hígado.

Los reyes en tiempos antiguos (y está claro que actualmente sigue estando al día esa práctica), buscaban a través de magos y hechiceros el conocimiento del futuro. ¿Voy a la guerra o no? ¿Alzo los impuestos ahora o el otro mes? ¿Puedo confiar en esta persona como consejero?

Los reyes o gobernantes son personas con gran interés en el futuro. Ciertamente toda persona se interesa por conocer sobre su futuro. Pero los reyes debían pensar en su futuro, en el de su reino, en el de los súbditos, en un sinnúmero de aspectos que el hombre o mujer que no es rey no puede entender.

La guía diaria en su vida, la de Nabucodonosor, se basaba en la magia y el ocultismo. Estas artes ocultas y poderes sobrenaturales estaban relacionadas con los poderes ocultos y espiritistas.

En Babilonia existía la magia. La “negra”, que consiste en maleficios, maldiciones especiales y “el mal de ojo”, que causan daño a los enemigos del que la practica. Y la magia “blanca”, dicen sus practicantes, produce buenos resultados rompiendo los maleficios y anulando las maldiciones.

Mediante fórmulas mágicas, mantras, ritos, obtenidos gracias al conocimiento y la sabiduría sobrenaturales, el hechicero, mago, o astrólogo, o practicante de las artes ocultas, trata de influir sobre personas y acontecimientos futuros.

Estas creencias indican que es posible inducir a los espíritus malos a salir de una persona o entrar en ella, se les puede burlar o engañar, o atrapar en un pedazo de madera o en una imagen de barro. Por ejemplo, se dice que preparando sendas mágicas de miel u otras sustancias agradables, el hechicero puede conducir a los demonios a capricho.

Estos conceptos resultaron en la formación de una astuta clase de sacerdotes magos, que tuvieron una gran influencia en la vida de la gente, extorsionándola con el pretexto de poseer poderes sobrenaturales superiores a los de los demonios. La gente creía que estos hechiceros profesionales podían hacer que los demonios los obedecieran, pero que estos no tenían ningún poder sobre los hechiceros.

Los antiguos caldeos de Babilonia fomentaron estas prácticas espiritistas o supuestas ciencias. El profeta Isaías, en el siglo VIII A. C., dijo que en la Babilonia de su día abundaba toda clase de hechicería.

Así que Nabucodonosor era un firme creyente en todo esto.

Daniel, un judío fiel, nada tendría que ver con la magia, la astrología o el espiritismo.

De hecho, la Biblia condena enérgicamente "toda práctica espiritista".

¿Cuál es el verdadero principio que subyace para condenar todo tipo de práctica espiritista?

El conocimiento del futuro, y el poder de influir en los seres humanos y los acontecimientos, sólo le corresponde a Jehová Dios. Y sólo a Él. Que otra persona intente conocer el futuro o influir en los acontecimientos humanos o naturaleza, contrario a la voluntad divina, está actuando contra Dios.

Por eso el profeta Samuel dijo a Saúl, que el desobedecer a Dios es como usar poder mágico y adivinación. Es desobedecer a Dios, es asumir prerrogativas que sólo corresponden a Jehová.

Y Nabucodonosor, siendo el rey más importante de su tiempo, y que por orden de Dios destruyó a Jerusalén, se apoyó en sus magos, adivinos y astrólogos.

Pero quedaría claro quién realmente tiene el dominio del futuro, de conocerlo, sobre la voluntad del hombre, y sobre los acontecimientos humanos.

Nabucodonosor una noche tuvo un sueño.

Quedó perturbado. No podía dormir.

Mandó entonces que se reunieran los magos, hechiceros, adivinos y astrólogos de su reino, para que le dijeran lo que había soñado. Una vez reunidos, y ya en presencia del rey, Nabucodonosor les dijo:—Tuve un sueño que me tiene preocupado, y quiero saber lo que significa.

Los astrólogos le respondieron:—¡Que viva el rey para siempre! Estamos a tu servicio. Cuéntanos el sueño, y nosotros te diremos lo que significa.

Pero el rey les advirtió:—Mi decisión ya está tomada: Si no me dicen lo que soñé, ni me dan su interpretación, ordenaré que los corten en pedazos y que sus casas sean reducidas a cenizas.

-Pero si me dicen lo que soñé y me explican su significado, les daré regalos, recompensas y grandes honores. Así que comiencen por decirme lo que soñé, y luego díganme su significado.

Los astrólogos insistieron:—Si el rey les cuenta a estos siervos suyos lo que soñó, nosotros le diremos lo que significa.

Pero el rey les contestó:—Mi decisión ya está tomada. Eso bien lo saben, y por eso quieren ganar tiempo. Si no me dicen lo que soñé, ya saben lo que les espera. Se han puesto de acuerdo para venir ante mí con cuestiones engañosas y mal intencionadas, esperando que cambie yo de parecer. Díganme lo que soñé, y así sabré que son capaces de darme su interpretación.

Entonces los astrólogos le respondieron:—¡No hay nadie en la tierra capaz de hacer lo que el rey nos pide! ¡Jamás a ningún rey se le ha ocurrido pedirle tal cosa a ningún mago, hechicero o astrólogo! Lo que el rey nos pide raya en lo imposible, y nadie podrá revelárselo, a no ser los dioses. ¡Pero ellos no viven entre nosotros!

Así que Nabucodonosor estaba en problemas. Soñó, pero no se acordaba del sueño. Si se hubiera acordado del sueño, lo hubiera dicho a sus adivinos, ellos hubieran inventado una interpretación y acabado el problema.

Los adivinos de Nabucodonosor no podían complacer al rey. Porque, ¿sólo quién podía saber qué soñó Nabucodonosor? ¡Los dioses, y estos no estaban entre los hombres!

Nabucodonosor amenazó con matar a TODOS los magos y adivinos. Eso incluía a Daniel y sus 3 amigos. Estos no eran ni magos ni adivinos, pero eran consejeros de Nabucodonosor.

Cuando el comandante de la guardia real, que se llamaba Arioc, salió para ejecutar a los sabios babilonios, Daniel le habló con mucho tacto e inteligencia. Le dijo: -¿Por qué ha emitido el rey un edicto tan violento? Y una vez que Arioc le explicó cuál era el problema, Daniel fue a ver al rey y le pidió tiempo para poder interpretarle su sueño. Después volvió a su casa y les contó a sus amigos Ananías, Misael y Azarías cómo se presentaba la situación.

Al mismo tiempo, les pidió que imploraran la misericordia del Dios del cielo en cuanto a ese sueño misterioso, para que ni él ni sus amigos fueran ejecutados con el resto de los sabios babilonios.

En sólo cuestión de momentos, el sueño de Nabucodonosor, se convirtió en asunto de vida o muerte para Daniel y sus 3 amigos. Y asunto de fe.

Aquí vemos que Daniel y sus 3 amigos no eran magos o adivinos. Lo sabemos, porque imploraron la misericordia de Jehová, para que Él les diera información sobre el sueño que tuvo el rey y su interpretación.

No hicieron magia, o invocaron a nadie. Eran hombres de fe. ¿Y qué hace una persona de fe en un momento de crisis? Buscar a Dios.

Durante la noche, Daniel recibió en una visión la respuesta al misterio. Entonces alabó al Dios del cielo y dijo:
-¡Alabado sea por siempre el nombre de Dios! Suyos son la sabiduría y el poder. Él cambia los tiempos y las épocas, pone y depone reyes. A los sabios da sabiduría, y a los inteligentes, discernimiento. Él revela lo profundo y lo escondido, y sabe lo que se oculta en las sombras. ¡En él habita la luz! A ti, Dios de mis padres, te alabo y te doy gracias. Me has dado sabiduría y poder, me has dado a conocer lo que te pedimos, ¡me has dado a conocer el sueño del rey!.

De estas palabras de gratitud y alabanza a Jehová, aprendemos que Daniel era un hombre de oración. Dios en un sueño aquella noche, le reveló lo que era el sueño de Nabucodonosor y su interpretación.

Y aquí vemos a Daniel ya como profeta de Dios. Porque un profeta es la persona mediante la cual Dios da a conocer su voluntad y propósito. Daniel era voceros de Dios, ‘hombre de Dios’ con un mensaje inspirados, a quien Jehová reveló su “asunto confidencial”, que era la predicción del futuro, un futuro que por cierto, aún no ha concluido.

Entonces Daniel fue a ver a Arioc, a quien el rey había dado la orden de ejecutar a los sabios de Babilonia, y le dijo:—No mates a los sabios babilonios. Llévame ante el rey, y le interpretaré el sueño que tuvo. Inmediatamente Arioc condujo a Daniel a la presencia del rey, y le dijo:—Entre los exiliados de Judá he hallado a alguien que puede interpretar el sueño del rey.

El rey le preguntó a Daniel, a quien los babilonios habían puesto por nombre Beltsasar:—¿Puedes decirme lo que vi en mi sueño, y darme su interpretación? A esto Daniel respondió:—No hay ningún sabio ni hechicero, ni mago o adivino, que pueda explicarte, oh rey, el misterio que te preocupa. Pero hay un Dios en el cielo que revela los misterios. Ese Dios te ha mostrado lo que tendrá lugar en los días venideros. Éstos son el sueño y las visiones que pasaron por tu mente mientras dormías:

-Allí, en tu cama, rey, dirigiste tus pensamientos a las cosas por venir, y el que revela los misterios te mostró lo que va a suceder. Por lo que a mí toca, este misterio me ha sido revelado, no porque yo sea más sabio que el resto de la humanidad, sino para que llegues, rey, a conocer su interpretación y entiendas lo que pasaba por tu mente.

Daniel describe el sueño, y su interpretación.

Nabucodonosor soñó con el poder mundial en su totalidad, aparecido como una forma humana colosal: Babilonia, la cabeza de oro, Medopersia, el pecho y dos brazos de plata, Grecia, el vientre y los muslos, de bronce, y Roma, las piernas de hierro. Los pies de hierro y barro.

Sólo se menciona a aquellos reinos que están en alguna relación con el reino de Dios; de éstos no se omite ninguno; el establecimiento final de aquel reino es el propósito del gobierno del mundo por Dios. El coloso de metal se para en pies débiles, de barro. Toda la gloria del hombre es efímera y sin valor como la paja. Pero el reino de Dios, pequeño y despreciado como una “piedra” en el suelo, es sólido en su unidad homogénea; mientras que el poder mundial, en sus elementos constituyentes heterogéneos, que sucesivamente reemplazan unos a otros, contiene los elementos de la decadencia.

Este sueño de Nabucodonosor lo tiene, en forma diferente, y bajo enfoques diferentes, el mismo profeta Daniel. Aparece en el capítulo 7 del libro de Daniel, siguiendo la misma línea de potencias mundiales que se suceden, desde Babilonia hasta nuestros días.

¿Cómo tener certeza de que el sueño de Nabucodonosor, y el que tiene Daniel sobre 4 bestias salidas del mar, que representan a Babilonia, Medopersia, Grecia y Roma, y a los gobiernos actuales, son equivalentes?

Porque tienen la misma línea profética. Daniel interpreta el primero, el que tiene Nabucodonosor, y luego él mismo tiene un sueño, que ofrece otros detalles, más relevantes para él como hombre de fe. A Nabucodonosor, que no era hombre de fe, no le interesaría saber ni tener detalles sobre cómo Dios intervendría en la historia humana después de sus días, pero Daniel sí.

Y he aquí la evolución de Daniel como Profeta de Dios. Le vemos interpretando 2 sueños a Nabucodonosor, el de la imagen de Daniel 2, el del árbol derribado hasta que pasaran 7 Tiempos, y fuera dada la gobernación, "a quien Dios quiere darla, aún al de más humilde condición de la humanidad". También interpreta la escritura en la pared, como se relata en el capítulo 5 de Daniel.

Pero en el capítulo 7 le vemos teniendo sueños proféticos y visiones. ¿Diferenció Daniel el sueño de Nabucodonosor de la imagen del que él mismo tuvo sobre las 4 bestias, y la entronización del Hijo del Hombre y de los Santos del Supremo? No, eran complementarios.

En el capítulo 8 de Daniel, le vemos teniendo visiones proféticas, explicadas en su interpretación por el ángel Gabriel, que se apareció dos veces a Daniel: la primera, cerca del río Ulai, para explicar la visión de Daniel acerca del macho cabrío y del carnero, y la segunda, para pronunciar la profecía concerniente a las “setenta semanas”, registrada en el capítulo 9 de Daniel.

Y las profecías registradas en Daniel 11 y 12, de mucho interés en estos tiempos, fueron dadas a Daniel por medio de un ángel. Este tuvo que luchar contra un príncipe espiritual maligno por 21 días para llegar a Daniel, logrando su misión de transmitir el mensaje profético, tras ser ayudado por Miguel, el arcángel. Por cierto, este ángel, que trabajaba en estrecha conexión con Gabriel y Miguel, al regresar a los Cielos, debía luchar contra el mismo príncipe espiritual maligno (el Príncipe de Persia) y contra otro (el Príncipe de Grecia). Y, en Daniel 11:1, este ángel menciona que era la fortaleza del rey Darío, el mismo que arrojó a Daniel al foso de los leones, por una patraña urdida por personajes de la corte medopersa.

Así que Daniel era un profeta que interpretaba sueños y visiones, él mismo tuvo sueños y visiones procedentes de Dios, y recibió de 2 ángeles de Dios, uno de ellos el ángel Gabriel, mensajes proféticos, relativos a la rivalidad Rey del Norte - Rey del Sur, el tiempo de angustia, y otros tiempos proféticos.



miércoles 19 de mayo de 2010
La parábola de los talentos
Publicado por Orion

Jesús respondía una pregunta:

¿Qué será la señal de tu presencia y del fin del mundo?

Y como parte de su respuesta, ilustró a ciertos grupos de personas. Lo hizo por su medio favorito de enseñanza: las parábolas.

Así se relata la parábola de los talentos:

Manténganse alerta, pues, porque no saben ni el día ni la hora.

Porque es justamente como un hombre que, estando para emprender un viaje al extranjero, mandó llamar a sus esclavos y les encargó sus bienes.

Y a uno dio cinco talentos; a otro, dos; y a otro, uno, a cada uno según su propia habilidad, y se fue al extranjero.

Inmediatamente, el que recibió los cinco talentos se fue y negoció con ellos y ganó otros cinco. Así mismo, el que recibió los dos ganó otros dos.

Pero el que recibió solamente uno se fue, y cavó en la tierra y escondió el dinero en plata de su amo.

Después de mucho tiempo vino el amo de aquellos esclavos y ajustó cuentas con ellos.

De modo que se presentó el que había recibido cinco talentos y trajo cinco talentos más, diciendo: ‘Amo, me encargaste cinco talentos; mira, gané otros cinco talentos’.

Su amo le dijo: ‘¡Bien hecho, esclavo bueno y fiel! Fuiste fiel sobre unas cuantas cosas. Te nombraré sobre muchas cosas. Entra en el gozo de tu amo’.

En seguida se presentó el que había recibido los dos talentos, y dijo: ‘Amo, me encargaste dos talentos; mira, gané otros dos talentos’. Su amo le dijo: ‘¡Bien hecho, esclavo bueno y fiel! Fuiste fiel sobre unas cuantas cosas. Te nombraré sobre muchas cosas. Entra en el gozo de tu amo’.

Por último se presentó el que había recibido un solo talento, y dijo: ‘Amo, yo sabía que eres hombre exigente, que siegas donde no sembraste y recoges donde no aventaste. De modo que me dio miedo, y me fui, y escondí tu talento en la tierra. Aquí tienes lo tuyo’.

En respuesta, su amo le dijo: ‘Esclavo inicuo e indolente, ¿conque sabías que yo segaba donde no sembraba y recogía donde no aventaba? Pues, entonces, deberías haber llevado como depósito mis dineros en plata a los banqueros, y, al llegar yo, estaría recibiendo lo que es mío con interés.

Por tanto, quítenle el talento y dénselo al que tiene los diez talentos. Porque a todo el que tiene, más se le dará, y tendrá en abundancia; pero en cuanto al que no tiene, hasta lo que tiene le será quitado.

Y al esclavo que no sirve para nada, échenlo a la oscuridad de afuera. Allí es donde será su llanto y el crujir de sus dientes’.

Cuando el Hijo del hombre llegue en su gloria, y todos los ángeles con él, entonces se sentará sobre su glorioso trono".
Mateo 25:13-31

La parábola tiene algunos matices que destacar. Jesús finaliza con la frase "manténganse alerta, pues, porque no saben ni el día ni la hora" la parábola previa a la de los talentos, que es la de las vírgenes necias y las discretas. Y esa misma frase establece un puente con esta parábola que se está analizando.

Jesús vino a la Tierra hace 2.000 años. Hizo su labor, y regresó al Cielo. Dejó una serie de instrucciones que sus seguidores debían realizar.

Pero mientras tanto, sucedería que específicamente Él regresaría en Su Presencia. ¿Qué pasaría en ese tiempo durante la Presencia de Cristo? ¿Estarían TODOS los llamados "cristianos" en la condición apropiada ante Cristo Jesús?

No, por lo que entendemos de sus parábolas proféticas. No saber ni el día ni la hora sería una prueba para los cristianos. Muchos esfuerzos se han hecho a modo de saber CUÁNDO vendría Cristo a ajustar cuentas con sus seguidores.

Por cierto, vale la pena aclarar que TODOS los que pertenecen a la esfera del mundo "cristiano" se las verían de una forma u otra juzgados durante la Presencia de Cristo. No importa la religión o confesión religiosa "cristiana" en la que se estuviera.

Al ver la parábola, se ve que el Amo, Jesucristo, figurativamente de "talentos" a 3 grupos de seguidores según su habilidad.

Al cambio actual, un talento de oro, equivaldría a cerca de 2.000.000 de dólares. De modo que quien recibió 1 talento de oro, es equivalente a que le hayan dado 2.000.000 de dólares para negociar. Quien recibió 2 talentos, tendría el doble del primero, es decir, 4.000.000 de dólares para negociar, y el que recibe 5 talentos de oro, recibe 10.000.000 de dólares para negociar.

¿Qué esperaba Jesús transmitir con esta parábola?

Si la parábola de las diez vírgenes trata la idea de estar preparados, la de los talentos habla de ser productivo. La de las diez vírgenes de estar
vigilando, la de los talentos de estar trabajando. No es ninguna coincidencia que el Señor enseñara estas dos parábolas una tras la otra. Porque son ideas paralelas.

El cristiano debía estar vigilante y trabajando para el Amo Jesucristo. Cuando este llegara, le encontraría alerta y con resultados producidos. Porque los resultados se producen ANTES de la Presencia de Cristo, no DESPUÉS.

¿Cómo ser productivos según la propia habilidad?

No todos tenemos las mismas responsabilidades. Pero cada uno de nosotros debemos de ser fieles. El Señor pide de todos nosotros fidelidad.

No todos los cristianos son iguales. Algunos tienen mayores dones, talentos personales, potencialidades latentes que usar a favor de Dios.

Es evidente que hay una clase especial de cristianos que sí tiene la responsabilidad, la obligación y la oportunidad de hacer más, ser productivos para Jesucristo: los coherederos con Cristo en el Reino de los Cielos, los engendrados por espíritu.

¿Razón? Tienen espíritu santo, tienen la capacidad de entender secretos sagrados, de discernir aspectos de la voluntad de Dios que sencillamente otros cristianos que no son herederos del Reino, no tienen. Son hij@s de Dios, participantes del llamamiento celestial.

Es a ell@s a quienes dirige Jesús esta parábola.

Cada cual, según su propia habilidad, debe usarla para producir más para el Reino.

Hay una clase de cristianos que tienen figurativamente 5 ó 2 talentos. Y tienen ganancia del 100%.

Los talentos, en líneas generales, muestran que nuestro tiempo, fuerza, habilidad y oportunidades, deben usarse para generar ganancia para el Reino de los Cielos. Una consciencia que particularmente tiene un heredero del Reino de Dios.

Evidentemente hay una gran tentación para estas tres clases de siervos:

Primero, el que es muy talentoso (el siervo de 5 talentos) puede confiarse en lo que él tiene y no se preocupa en incrementar, pues ya tiene mucho. Pocos son los que tienen tantos talentos como este, pero son los que tienen la mayor responsabilidad. Es claro que los mejores dones requieren del mejor servicio y el mejor resultado.

Segundo, el hombre de 2 talentos no es tan hábil como el de 5, pero es dos veces más hábil que el de 1, y es fácil para el caer en la tentación de permanecer inmóvil en la mediocridad.

Este, puede decirse, que es el cristiano promedio. La mayoría de los herederos del Reino de Dios, participantes del Nuevo Pacto (144.000) son cristianos promedio, no son súper cristianos pero no son holgazanes tampoco.

Tercero, el siervo de 1 talento es uno que no hizo NADA.

Nunca se esforzó por crecer espiritual y psicológicamente, ser más, ser mejor.

Es el que se mantiene como un bebé en Cristo.

En la parábola, este siervo estaba perdido, no porque solo tenía un talento, sino porque no uso lo que tenía. Ni siquiera intento adquirir más.

Hasta que el Señor regresa y pide cuenta a Sus siervos.

¡Note que el día de dar cuentas vendrá!

Los 2 esclavos que recibieron 5 y 2 talentos INMEDIATAMENTE se fueron a trabajar.

El que recibe 1 talento va y lo entierra por miedo.

No hay palabras más hermosas que un cristiano pueda oír que “Bien, buen siervo y fiel”.

El fracaso del siervo de un talento es el punto principal de la parábola. ¿Por qué fracasó? Por usar con negligencia su talento. Individuos, y congregaciones enteras, tendrán que dar cuenta a Dios de cómo fue que usaron sus talentos.

¿Qué puntos destaca la parábola?

Ser fieles aprovechando las oportunidades que se da de servir.

La diligencia es recompensada, la negligencia castigada.

No importa lo que tengamos, ya sean oportunidades o habilidades, le pertenece a Dios, nosotros podemos poseer, pero el dueño es Dios, nosotros simplemente somos administradores.

No importa la cantidad de talentos dada, lo que importa es si fuimos fieles en usar esos talentos.

No hacer nada es igual de malo que hacer el mal.

En estos tiempos apremiantes, es larga y grande la lista de quienes se llaman cristianos y ni están alertas, ni han trabajado con sus talentos.

Hay cristianos parte del Nuevo Pacto que no son inmorales o desobedientes, sino que sencillamente no han hecho nada. ¿Por qué? Porque ni se mantuvieron alerta, ni hicieron lo que debían.

No hay comentarios:

Publicar un comentario