jueves, 13 de mayo de 2010
El diluvio. Arca de Noe. David, ¿Quien fue? Por Orion.
miércoles 12 de mayo de 2010
El Diluvio: antes y después
Publicado por Orion
"¡Hemos encontrado el Arca de Noé!". Eso dijo el documentalista chino Yeung Wing-Cheung, integrante del grupo arqueológico turco-chino que proclama a los cuatro vientos el hallazgo del Arca de Noé en el Monte Ararat, en la frontera entre
Turquía e Irán.
Pero, ¿será de verdad el Arca de Noé?
"Pesebre" del Arca de Noé que han descubierto excavadores chinos y turcos en el monte Ararat /AFP
Esta noticia que apareció en la prensa internacional a finales del mes de abril de este año, pone sobre el tapete, una vez más, la cuestión sobre si realmente ocurrió un diluvio, y se salvaron 8 personas, tal como lo relata el Génesis.
Si uno considerara que realmente se halló el Arca de Noé, eso comprobaría la veracidad del relato bíblico. ¿Eso importa? Les es de importancia a los creyentes, quienes confían en que verdaderamente existió un Diluvio, que destruyó a la humanidad de aquel entonces, como lo relata la Biblia.
El Diluvio, según lo muestra el Génesis, tuvo un por qué. Sucedió por algo.
La narración bíblica sobre el Diluvio y su origen se inicia de este modo:
Cuando los seres humanos comenzaron a multiplicarse sobre la tierra y tuvieron hijas, los hijos de Dios vieron que las hijas de los seres humanos eran hermosas. Entonces tomaron como mujeres a todas las que desearon.
Adán y Eva tuvieron hijos e hijas. Que tuvieron hijos e hijas. Que a su vez procrearon a más humanos.
La multiplicación de hombres y mujeres sobre la Tierra transcurría, como Dios había dicho. La Tierra poco a poco se llenaba. 3 hijos de Caín destacan en los inicios de la humanidad. Jabal, inició las actividades de ganadería y el vivir en tiendas de campaña y criar ganado. Jubal, otro hijo de Caín, dio origen a la música, con la elaboración del arpa y la flauta. Tubal-Caín, fue herrero y forjador de toda clase de herramientas de bronce y de hierro. Hasta una ciudad, llamada Enoc (hijo de Caín), llegó a existir, siendo la primera ciudad humana que registra la Biblia.
Así que la imagen de un mundo "prehistórico", de cavernícolas, de hombres gruñendo, arrastrando por los cabellos a las mujeres, no es la que describe el Génesis. Obviamente es una sociedad humana en evolución, pero no tiene nada que ver con lo imagen tipo "picapiedra", u hombre de cromañón que se nos ha descrito.
Las hijas de los hombres, las mujeres, llamaron la atención. Comenzaron a ser vistas, con deseo, por unos seres cuya vida era espiritual, no concebida para multiplicarse o reproducirse. Eran los hijos de Dios. Eran ángeles.
Cada uno es probado al ser provocado y cautivado por su propio deseo. El deseo de unirse a una mujer se apoderó de la mente de estos ángeles. Se convirtió en una especie de obsesión.
¿Les era posible llegar a unirse a una mujer, ser una sola carne, como había dicho Dios?
No.
Los ángeles tenían su lugar, su posición en la zona espiritual, llamada Cielo, donde tenían la misión y la vida que Dios les había dado.
Pero lo abandonaron todo, y se hicieron cuerpos, capaces de reproducirse. Tomaron mujeres, y tuvieron hijos.
Dice el Apocalipsis, que un ser espiritual maligno, simbólicamente llamado "dragón", arrastra con su cola, a la tercera parte de las estrellas de los cielos. Eso indica que un número considerable de ángeles se persuadió a sí mismo, de iniciar una nueva vida, como humanos en la Tierra.
Al unirse los hijos de Dios con las hijas de los seres humanos y tener hijos con ellas, nacieron gigantes, que fueron los famosos héroes de antaño. A partir de entonces hubo gigantes en la tierra.
¿Qué produjo la unión de ángeles y mujeres? A gigantes, llamados nefilim. Fueron los primeros superhéroes, los primeros grandes famosos de la Tierra.
¿Qué resultó de todo esto?
La maldad del ser humano en la tierra era muy grande, de hecho se multiplicó. Todos los pensamientos de todas las personas tendía siempre hacia el mal, se arrepintió de haber hecho al ser humano en la tierra, y le dolió en el corazón. La sociedad humana de aquel entonces estaba corrompida y llena de violencia, en unos niveles nunca antes vistos. Perversión y corrupción a todo nivel, desde mayor hasta el menor de la gente que vivía en ese entonces.
¿Qué haría Dios?
Dios se sintió herido en el corazón. Se arrepintió de haber creado al hombre.
Podríamos decir que por primera vez en su vida, Jehová se sintió frustrado.
La frustración es una constante en nuestra vida, y tenemos que lidiar con ella a mayor o menor grado.
Pero nos es inconcebible creer que Dios se pueda frustrar. Más que frustrado y arrepentido de haber creado al hombre, Dios se sintió herido en su corazón. Quien ha estado frustrado y herido sabe que ese coctel de emociones no genera nada bueno, sino se sabe manejar y superar.
Jehová dijo:
-Mi espíritu no permanecerá en el ser humano para siempre, porque no es más que un simple mortal; por eso vivirá solamente ciento veinte años.
120 años, y Jehová eliminaría el mal.
A quienes se consideran deístas, que creen en la existencia de Dios, pero que niegan que intervenga en el mundo, este relato les debería indicar lo contrario. Dios sí interviene. A su tiempo y manera.
-Voy a borrar de la tierra al ser humano que he creado. Y haré lo mismo con los animales, los reptiles y las aves del cielo"- puntualizó Dios.
En medio de toda esa sociedad humana, malvada, ¿no habría esperanzas de que alguien se salvara?
Sí. Noé, un hombre piadoso, contaba con el favor de Dios. Noé, dice la Biblia, era un hombre justo y honrado entre su gente. Siempre anduvo fielmente con Dios. Tuvo tres hijos: Sem, Cam y Jafet.
Noé debía construir un arca de madera resinosa, con compartimentos, y cubierta con brea por dentro y por fuera. Con las siguientes medidas: ciento cuarenta metros de largo, veintitrés de ancho y catorce de alto. Sería de tres pisos, con una abertura a medio metro del techo y con una puerta en uno de sus costados.
¿Para qué una embarcación? Dios enviaría un diluvio sobre la tierra, para destruir a todos los seres vivientes bajo el cielo. Dios hace un pacto con Noé, en el que le garantiza la supervivencia.
Noé debía introducir en el arca una pareja de todos los seres vivientes, es decir, un macho y una hembra de cada especie, para que sobrevivieran.
Toda clase de alimento, debía recogerse y almacenarse, para que sirviera de comida a todos los que estuviesen dentro del arca.
Noé tardó años en la construcción del arca, un tiempo en el que Noé además de construir el arca y hacer los preparativos relacionados con la supervivencia de tantos animales, también se dedicó a advertir a aquella generación sobre el venidero diluvio.
La gente se habrá burlado de Noé. Nunca antes había llovido. Y ahora Noé anunciaba que Dios haría llover...
Finalmente llegó el tiempo fijado para el Diluvio en “el año seiscientos de la vida de Noé, en el segundo mes, en el día diecisiete del mes”. Noé y su familia, los animales —“macho y hembra de toda clase de carne”— y un abastecimiento de víveres en cantidad suficiente para todos, ya estaban en el arca cuando “Jehová cerró tras él la puerta”. A continuación, “las compuertas de los cielos fueron abiertas”.
Por cuarenta días y cuarenta noches cayó sobre la Tierra una incesante lluvia torrencial, de modo que “las aguas continuaron anegando la tierra por ciento cincuenta días”.
Cinco meses después del inicio del Diluvio, el arca ‘descansó sobre las montañas de Ararat’. Pasaron casi dos meses y medio antes de que ‘aparecieran las cimas de las montañas’, otros tres meses antes de que Noé quitara la cubierta del arca y comprobara que la superficie del suelo estaba prácticamente seca y, por último, casi dos meses hasta que la puerta se abrió y los sobrevivientes pudieron volver a pisar sobre suelo seco.
Así que Noé, su esposa, sus 3 hijos y sus esposas, estuvieron un poco más de un año en el arca. Por fin salen, Noé agradece a Jehová por haberle salvado, y aparece un hermoso arcoiris, que anunciaba la Paz, entre el hombre y Dios, pues Jehová promete no volver a destruir a la humanidad con un Diluvio.
Jesucristo hace referencia a los día de Noé, relacionada con Su presencia real:
En una ocasión los fariseos preguntaron a Jesús cuándo iba a venir el reino de Dios, y él les respondió:—La venida del reino de Dios no se puede calcular. No van a decir: “¡Miren aquí! ¡Miren allá!” Sepan que el reino de Dios está entre ustedes. A sus discípulos dijo:—Llegará el tiempo en que anhelarán vivir siquiera uno de los días del Hijo del hombre, pero no podrán. Les dirán: “¡Miren allá! ¡Miren aquí!” No vayan; no los sigan. Porque el Día del Hijo del hombre será como el relámpago que fulgura e ilumina el cielo de uno a otro extremo. Pero antes tiene que sufrir muchas cosas y ser rechazado por esta generación. Tal como sucedió en tiempos de Noé, así también será cuando venga el Hijo del hombre. Comían, bebían, y se casaban y daban en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca; entonces llegó el diluvio y los destruyó a todos.
Jesús vinculó el tiempo de Su Presencia, con Su Reino, y señaló que sería como los días de Noé. Uno pensaría que una época tan trascendental en la que Jesucristo es Rey, y está actuando en Su Presencia, sería llamativa. obvia, muy evidente para sus seguidores, y la gente en general. Pero no.
Sería como en los días de Noé. Mientras Noé y su familia trabajaba, muy ocupados en el arca, y lo relacionado con ella, la gente seguía su vida. Comprando, comiendo, casándose, haciendo casas, todo transcurría normal. El arca seguía adelante, y la gente y su vida, también.
Aparecería gente, dijo Jesús, anunciando, que por fin Cristo estaba presente. "Miren aquí", "miren allá". Habría gente anunciando y diciendo: "¡Hey! esto es lo que yo he descubierto y refleja que es la fecha del fin". O dirían: "observen estas evidencias".
Estas personas parecerían tener una especie de presciencia y clarividencia profética, digna de ser seguida.
Por otra parte, el llamado a no dejarse contagiar por la "normalidad" del tiempo, invitaba a orar a Dios y mantenerse alerta.
El punto es que el arca era un medio de salvación.
¿Puede decirse que actualmente existe una especie de medio de salvación, que, cual arca, deba ser el lugar al cual acudir para salvarse?
NO, eso no lo indicó Jesús.
Por otra parte, uno debería preguntarse, ante aquellas personas que cansonamente pregonan el fin del mundo, ¿exactamente es el fin de qué?
Porque el diluvio no fue el fin de la humanidad. Si así hubiera sido, no existiríamos.
El diluvio fue una catástrofe universal, cuyas lecciones perduran y resuenan, pero vale la pena aguzar el ojo y comenzar a analizar cuáles son las realidades que se escondan detrás de esos anuncios armagedónicos del fin del mundo.
jueves 13 de mayo de 2010
David, un hombre conforme al corazón de Dios
Publicado por Orion
David: ¿quién fue?
Su nombre aparece más de 1.000 veces en la Biblia. Significa "Amado" ese nombre, y es David, el rey David. Fue soldado, hombre de estado, y rey. Valiente luchador en el campo de batalla,supo aguantar dificultades. Este líder y comandante audaz, que jamás se dejó intimidar, tuvo la suficiente humildad y sabiduría para reconocer sus errores.
La primera vez que aparece David en el registro bíblico estaba vigilando las ovejas de su padre en un campo próximo a Belén. Samuel, enviado por Dios a la casa de Jesé, padre de David, para elegir a uno de sus hijos como futuro rey, había rechazado a los siete hermanos mayores de David, diciendo: “Jehová no ha escogido a estos”. Por último, se envió a buscar a David, que se hallaba en el campo. Cuando entró —“rubicundo, un joven de hermosos ojos y gallarda apariencia”—, hubo en el ambiente cierta expectativa, porque hasta entonces nadie sabía a qué había ido Samuel. Fue entonces cuando Samuel recibió el siguiente mandato de Jehová: “¡Levántate, úngelo, porque este es!”. De él, precisamente, Jehová dijo: “He hallado a David hijo de Jesé, un varón agradable a mi corazón, que hará todas las cosas que yo deseo”.
David pasó años de su vida como pastor. Esa profunda influencia le sirvió de manera positiva en el resto de su vida. La vida al aire libre le preparó para vivir como fugitivo cuando, más tarde, tuvo que huir de la furia de Saúl. También adquirió destreza en lanzar piedras con la honda, desarrolló aguante y valor, así como una buena disposición para buscar y rescatar a las ovejas que se separaban del rebaño, no dudando en matar a un oso o a un león cuando fue necesario.
Toda la formación que obtuvo mientras cuidaba de las ovejas le preparó para una función más importante: ser el líder y fundador de la nación de Israel, tal como está escrito: “Jehová escogió a David su siervo, y lo tomó de los apriscos del rebaño. De seguir las hembras que amamantaban lo trajo para ser pastor sobre Jacob, su pueblo, y sobre Israel, su herencia”. No obstante, cuando David dejó por primera vez las ovejas de su padre, no fue para desempeñar el poder del reino. Primero fue músico de la corte por recomendación de un consejero de Saúl, quien describió a David no solo como “diestro en tocar”, sino también como “valiente y poderoso y hombre de guerra y persona que habla con inteligencia y hombre bien formado, y Jehová está con él”.
Así que de joven, David ya era reconocido como "hombre de guerra", y un hombre que "habla con inteligencia".
Más tarde, por razones que no se registran, David volvió a la casa de su padre por un período indeterminado. En una ocasión fue a llevar provisiones a sus hermanos que estaban en el ejército de Saúl. En aquel momento el ejército israelita y el filisteo estaban estacionados frente a frente, y David se indignó cuando vio y oyó a Goliat escarnecer a Jehová. Así que preguntó: “¿Quién es este filisteo incircunciso para que tenga que desafiar con escarnio a las líneas de batalla del Dios vivo?” y después añadió: “Jehová, que me libró de la garra del león y de la garra del oso, él es quien me librará de la mano de este filisteo”.
Goliat reta a Israel
Una vez que se le concedió permiso, David, que había matado a un oso y a un león, se encaminó hacia Goliat con las siguientes palabras: “Yo voy a ti con el nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de las líneas de batalla de Israel, a quien tú has desafiado”. Al instante, lanzó una piedra con su honda y derribó al paladín enemigo. Entonces, con la propia espada de Goliat, lo decapitó y volvió al campamento con la cabeza y la espada del gigante como trofeos de guerra.
David enfrenta a Goliat y lo vence
David: famoso en Israel
Vencer a Goliat, y por consiguiente, vencer a los filisteos que eran el peor enemigo de Israel, lanzaron a David del anonimato de pastor al protagonismo ante los ojos de todo Israel. Colocado delante de los hombres de guerra, se recibió a David con danzas y regocijo cuando volvió de una expedición victoriosa contra los filisteos. Un canto popular fue: “Saúl ha derribado sus miles, y David sus decenas de miles”.
“Todo Israel y Judá amaban a David”, y Jonatán, el propio hijo de Saúl, celebró con él un pacto de amor y amistad mutuos de por vida, cuyos beneficios se extendieron a Mefibóset y Micá, el hijo y el nieto de Jonatán respectivamente. No sólo era el favorito de Dios. También llegó a serlo para Israel.
Popularidad. La gente lo quería. ¿Por qué? Porque Israel vivía en guerra y necesitaban a un guerrero. Uno joven, valeroso, audaz y que supiera llevarlos a la guerra y traerlos victoriosos. Ese era David.
¿Y el rey Saúl? Era un individuo limitado. Fue elegido como rey, pero demostró ser ineficaz. No generó resultados. No unificó a la nación. Parecían 12 tribus disgregadas sin concierto, sin un epicentro.
La gente se dio cuenta de la diferencia abismal entre un Saúl depresivo y un alegre y valeroso David. Esto despertó la envidia de Saúl, quien continuó “mirando a David [...] con sospecha desde aquel día en adelante”. Por dos veces arrojó una lanza con la intención de clavar a David en la pared mientras este tocaba el arpa como en ocasiones anteriores, pero en ambas ocasiones Jehová lo libró. Saúl había prometido que daría su hija a aquel que matase a Goliat, pero entonces se mostraba reacio a dársela a David. Por fin consintió en que David se casase con su segunda hija, con tal de que le llevase “cien prepucios de los filisteos”, una petición irrazonable que creyó que significaría la muerte de David. Sin embargo, el valeroso David dobló la dote: se presentó a Saúl con doscientos prepucios, y se casó con Mical. Por lo tanto, dos de los hijos de Saúl, movidos por amor, habían celebrado pactos con David, y esto hizo que se acrecentase aún más el odio de Saúl. Cuando David estaba de nuevo tocando ante Saúl, el rey procuró clavarle en la pared por tercera vez.
David: el fugitivo
Durante varios años David vivió como fugitivo, sufriendo la persecución implacable de un rey terco y malvado que estaba resuelto a matarle. Primero David se refugió con el profeta Samuel en Ramá, pero cuando este dejó de ser un escondite seguro, se dirigió a la ciudad filistea de Gat, deteniéndose en el camino para ver al sumo sacerdote Ahimélec en Nob, donde obtuvo la espada de Goliat.
Se hizo pasar por loco en una ocasión, para salir con vida de Gat, la ciudad donde nació Goliat. Se hizo el loco, haciendo signos de cruz en la puerta y dejando correr la saliva por la barba. Los Salmos 34 y 56 de David se basan en esta experiencia. Luego huyó a la cueva de Adulam, donde su familia y unos cuatrocientos hombres desafortunados y angustiados se unieron a él. Puede que tanto el Salmo 57 como el 142 aludan a su estancia en esta cueva. David continuó en constante movimiento, en lo sucesivo, siempre evadiendo a Saúl y su ejército. Algunos hermosos salmos de alabanza a Jehová por proveer liberación milagrosa se basan en este tipo de experiencias. (Sl 18, 59, 63, 70).
Estando en persecución, siendo un fugitivo, la vida no es fácil. Hay noches sin dormir, interminables días en los que no pasa nada. Mientras tanto, había que seguir adelante con la vida. David cuidó a Nabal, un rico ganadero establecido y a quien David y sus hombres habían mostrado bondad, quien trató con desaire e ingratitud a David. La rápida reacción de Abigail, esposa de Nabal, impidió que David exterminara a los varones de la casa, pero Jehová hirió a Nabal, así que murió. Después David se casó con la viuda, de modo que tuvo dos esposas: Ahinoam de Jezreel y Abigail de Carmelo; durante la larga ausencia de David, Saúl había entregado a su hija Mical a otro hombre.
David no olvidó que algún día sería rey de Israel. Parecía que estar siendo perseguido por saúl, siendo fugitivo, no sería posible llegar a ser rey de Israel. Pero Dios lo había elegido. Y eso ero lo que contaba.
Por esa razón David se preparó concienzudamente para ser rey de Israel cuando Dios así lo considerara. David y sus hombres, que se unieron a él, hizo incursiones en las ciudades de los enemigos de Israel, en el sur, y de ese modo aseguró los límites de Judá y fortaleció su futura posición como rey.
David: Rey de Israel
Tras la muerte de Saúl, David se dirige a Israel, donde los líderes de su tribu, Judá, le reconocen como rey sobre su tribu en Hebrón, cuando contaba treinta años. Is-bóset, hijo de Saúl, fue hecho rey sobre las otras tribus. Unos dos años más tarde, Is-bóset fue asesinado, y sus agresores le llevaron su cabeza a David esperando recibir una recompensa, pero también a ellos se les dio muerte como había ocurrido con el presunto asesino de Saúl. Este hecho preparó el camino para que las tribus que hasta entonces habían apoyado al hijo de Saúl se uniesen a Judá, y, finalmente, se le unió a David una fuerza que ascendía a 340.822 hombres y lo hicieron rey sobre todo Israel.
Eso significa que por 7 años David gobernó en Hebrón siete años y medio antes de trasladar la capital por dirección de Jehová a Jerusalén, la fortaleza que les había arrebatado a los jebuseos. Fue allí, en Sión, donde construyó la Ciudad de David, y continuó gobernando otros treinta y tres años. David gobernó hasta los 70 años de edad, y murió.
Cuando los filisteos, enemigos de Israel, oyeron que David era rey de todo Israel, subieron para derrotarle. Como en el pasado, David inquirió de Jehová si debería ir contra ellos. “Sube”, fue la respuesta, y Jehová irrumpió contra el enemigo con una destrucción tan abrumadora que David llamó al lugar Baal-perazim, que significa “Dueño de Rompimientos a Través” o “Dueño de Irrupciones”. En un enfrentamiento posterior, la estrategia de Jehová cambió y le ordenó a David que diese la vuelta alrededor y atacase a los filisteos por detrás.
David intentó llevar el arca del pacto a Jerusalén, pero este intento fracasó cuando Uzah tocó el Arca y “el Dios verdadero lo derribó allí”. Unos tres meses después, y tras cuidadosos preparativos —como, por ejemplo, el santificar tanto a los sacerdotes como a los levitas y asegurarse de que el Arca se llevase sobre los hombros en lugar de colocarse en un carruaje, como la primera vez—, se llevó el Arca a Jerusalén. David, vestido de manera sencilla, mostró su alegría y su entusiasmo en esta gran ocasión “saltando y danzando en derredor delante de Jehová”.
David también se preocupó de organizar y ampliar la adoración de Jehová en la nueva ubicación del Arca, asignando porteros y músicos, y encargándose de que hubiese “ofrendas quemadas constantemente, por la mañana y por la tarde”.
Pensaba edificar un templo-palacio de cedro para guardar el Arca, con el fin de reemplazar la tienda en donde se hallaba. Sin embargo, a David no se le permitió construir la casa, pues Dios dijo: “Sangre en gran cantidad has vertido, y grandes guerras has hecho. No edificarás una casa a mi nombre, porque mucha sangre has vertido en la tierra delante de mí”. Sin embargo, Jehová hizo un pacto con él, prometiéndole que el reino permanecería en su familia para siempre, y con relación a este pacto, le aseguró que su hijo Salomón, cuyo nombre procede de una raíz que significa “paz”, construiría el templo.
Por consiguiente, en conformidad con este pacto del reino, Jehová permitió que David extendiese su dominio territorial desde el río de Egipto hasta el Éufrates, asegurando sus límites, manteniendo la paz con el rey de Tiro, batallando y venciendo a sus opositores en todos los flancos: filisteos, sirios, moabitas, edomitas, amalequitas y ammonitas. Estas victorias que Dios le concedió le hicieron un gobernante muy poderoso. David fue consciente de que la posición que ocupaba no era suya por conquista o herencia, sino que era por la voluntad de Jehová, quien le había colocado en el trono de esta teocracia típica.
Hacia el final de su vida, el rey David, ya con setenta años y confinado en su cama, hizo que su hijo Salomón, escogido por Jehová, fuese instalado oficialmente como rey y se sentase en el trono. David entonces aconsejó a Salomón que anduviera en los caminos de Jehová, guardase sus estatutos y mandamientos y que actuase con prudencia en todo. Si obraba así, prosperaría.
David: su legado
Uno siempre se pregunta sobre Dios muchas cosas, tratando de desvelar el misterio que siempre hay detrás de las acciones divinas.
Se dice que David era un hombre conforme al corazón de Dios. Pero la vida de David está muy lejos de tener en la cabeza una aureola de "santo". Recordamos el episodio con Bat-seba, en el que se acuesta con la mujer de otro hombre, y al enterarse de que esta se encuentra embarazada, planea el asesinato del marido para encubrir su error.
Entonces uno se pregunta: ¿un hombre así es alguien "agradable al corazón de Dios"?
Si hay alguien que sabe muy bien quién es el hombre, es Dios. Jehová nos creó a su imagen y semejanza.
Pero estamos lejos de esa imagen y semejanza de Dios, lejos de los cánones que dictaría la justicia divina. Entra entonces en juego la misericordia de Dios, ese acto divino de reconocer que somos polvo, que somos frágiles, que necesitamos ser salvados de nuestros propios errores.
Siempre que David falló, lo admitió. Enfrentó su verdad. Cuando el profeta Natán le encaró lo sucedido con Bat-seba, David no culpó a la mujer ni a nadie. Se culpó a sí mismo, asumiendo plenamente las responsabilidades por sus actos.
Seguramente aquel día cuando David siendo un joven de alrededor de 12 años, fue ungido como rey de Israel, su padre y sus hermanos se preguntaron si sería posible que el más chico de la casa fuera quien gobernara a Israel.
David fue un hombre conforme al corazón de Dios porque amó a Dios, fue temeroso de Dios, fue obediente, agradecido, audaz, un hombre de fe, paciente, que cuando Dios dijo un sí fue sí en la vida de David y cuando Dios dijo no fue un no para David. Supo esperar en Dios aún cuando eso supuso para él y su familia interminables días y noches en los que nada pasó, pero él siguió adelante.
David meditaba, imaginaba, visualizaba, se deleitaba en la Ley de Jehová, día y noche. Era agradecido, tenía fe en el poder de la oración, era humilde. Cuando tenía problemas, no esperaba a que otro le dijera qué hacer. Buscaba la guía de Dios y actuaba.
La historia demostró que David fue elegido por Jehová para ser rey de Israel, pero particularmente, fueron sus actos los que demostraron que Dios no se había equivocado. Había predicho Samuel diciéndole a Saúl que Jehová elegiría a un hombre mejor que él. Y ciertamente David fue mejor que Saúl, que sus hermanos o cualquier otro israelita que hubiera existido en ese tiempo. De hecho en la historia de Israel, ningún otro rey superó a David, en fe, en valor, y en la trascendencia histórica en el propósito de Dios.
Fueron muchas las virtudes del rey David y sin duda pesaron más que sus errores. La historia del rey David nos deja como legado las posibilidades de alcanzar una completud como hombres o mujeres, por cuanto uno esté dispuesto a asumir sus responsabilidades ante sí mismo y ante Dios.
Tan grande fue David, que Jesucristo hereda el trono de David su padre. El capítulo 7 del Segundo libro de Samuel narra cómo Jehová hace un Pacto con David: un heredero de David gobernará para siempre, y de su reino, no habrá fin, expresó después el ángel Gabriel cuando anunció a María que estaba encinta del Hijo del Altísimo.
“Yo, Jesús, [...] soy la raíz y la prole de David”.
El legado más grande de David, es Jesucristo.
en 5/13/2010 07:00:00 AM
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