miércoles, 3 de noviembre de 2010

Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna (Jn 6, 68)









Jesús es mi Luz, mi vida y mi Salvación

Salmo 97 - EL SEÑOR, JUEZ VENCEDOR Cantad al Señor un cántico nuevo,porque ha hecho maravillas:su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo. El Señor da a conocer su victoria, revela a las naciones su justicia: se acordó de su misericordia y su fidelidad en favor de la casa de Israel. Los confines de la tierra han contemplado la victo ...ria de nuestro Dios. Aclama al Señor, tierra entera; gritad, vitoread, tocad: tocad la cítara para el Señor,suenen los instrumentos:con clarines y al son de trompetas aclamad al Rey y Señor. Retumbe el mar y cuanto contiene,la tierra y cuantos la habitan; aplaudan los ríos, aclamen los montes al Señor, que llega para regir la tierra. Regirá el orbe con justicia y los pueblos con rectitud. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre,por los siglos de los siglos. Amén.












hace 1 año

lo que pasa es que ella no pertenece a ninguna repùblica, ni ningun país, su patria es el cielo y ella tiene su corazon alla, porque alla esta su tesoro...

Al1983 hace 1 año







Dependiendo de Él de Jesús es mi Luz, mi vida y mi Salvación, el Sábado, 06 de noviembre de 2010 a las 13:12

Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna (Jn 6, 68)


9) ¿Por qué pregunta el Señor a los Doce: "¿También vosotros queréis marcharos?" (Juan 6,67)? (L54,5)

Porque este primer anuncio de la Eucaristía dividió a los discípulos; igual que el anuncio de la Pasión, los escandalizó. "Es duro este lenguaje. ¿Quién puede escucharlo?" (Juan 6,60) Pero Jesús no rebaja un ápice lo que ha dicho. "Entonces muchos discípulos se echaron atrás y no volvieron más con él" (Juan 6,66). La pregunta del Señor resuena a través de los tiempos como invitación de su amor a descubrir que solo Él tiene "palabras de vida eterna" (Juan 6,68) y que acoger en la fe el don de la Eucaristía es acogerlo a Él mismo. Simón Pedro le contestó: "Señor, y ¿a quién vamos a acudir? En tus palabras hay vida eterna" (Juan 6,67-68). Y se quedaron.







Dependiendo de Él.





“Dios mío, enséñame a vivir como tú siempre has querido. Tú eres mi Dios y salvador, y en ti siempre confío”.



Salmos 25: 4-5



Cada día que pasa me convenzo más que no podemos vivir ni un minuto sin el Señor, que se ha convertido desde hace muchos años en el centro de mi vida, que todo lo que viene y va tiene que ver con Él, y que no puedo vivir si no es que Él esté a mi lado.



A todo eso se le llama: “Dependencia”. Y es que nosotros los hijos de Dios necesitamos reconocer nuestra dependencia hacia El, no podemos ir por el mundo creyéndonos independientes, tomando decisiones sin antes consultarlo y esperar su respuesta.



La mayoría de veces que nos equivocamos en la vida o algo nos sale mal es porque quisimos ser independientes de Dios, creímos que todo estaba controlado, creímos que lo teníamos todo fríamente calculado y el resultado de nuestra independencia fue esas horribles consecuencias que ahora estamos afrontando.



¿Cuántos de nosotros quisiéramos regresar el tiempo para no cometer algunos errores que cometimos en esos momentos de independencia de Dios?, pero lo hecho, hecho esta y ahora no podemos más que permitir que Dios nos tome de la mano, ser dependientes de Él y afrontar las consecuencias de nuestras decisiones sin murmurar, sin quejarnos, sin reprochar nada, sino tan solo dependiendo de lo que el Señor diga o haga en nuestra vida.



¿Por qué sigues insistiendo en independizarte del Señor?, ¿Por qué quieres tomar decisiones sin antes esperar una respuesta de Dios?, ¿Crees que ser independiente te será de bendición?, ¿Por qué mejor no dependes totalmente de Él?, ¿Acaso El te fallara?, ¡Eso nunca!



No sé qué momentos puedas estar viviendo en estos días, pero déjame decirte que NECESITAS DEPENDER DE DIOS, necesitas ser DEPENDIENTE, deja a un lado la independencia, deja a un lado la idea de que tu lo puedes hacer solo y que no necesitas ir delante de tu Padre y esperar su aprobación.



¿Quién te dio vida?, ¿Quién te dio Libertad?, ¿Quién te regalo la vida eterna?, entonces: ¿Por qué no depender de Él?, ¿Por qué no depender del que nos conoce a perfección?, ¿Por qué no depender del que tiene cuidado de nosotros?, ¡Necesitas depender de El!



Hoy quiero invitarte a que te rindas delante del Señor, a que tomes un momento de tu día y puedas dedicarle unos pocos minutos al Señor, que entres a tu cuarto o a un lugar a solas, dobles tus rodillas y le digas al Señor: “Dios mío, ya no puedo más, quiero depender de ti”.



Estoy seguro que en ese momento Dios se manifestara de una forma especial en tu vida, Dios hará algo precioso en ti, te regalara una paz que sobrepasara tu entendimiento y te hará sentirte seguro.

Y es que TODOS necesitamos depender solamente de Él, por lo que necesitamos rendirnos a Él y reconocer que sin El no podemos vencer en la vida de la forma que El anhela que lo hagamos.



¡Ríndete hoy al Señor y comienza a depender de Él!



Jesús es mi Luz, mi vida y mi Salvación
Salmo 97 - EL SEÑOR, JUEZ VENCEDOR Cantad al Señor un cántico nuevo,porque ha hecho maravillas:su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo. El Señor da a conocer su victoria,revela a las naciones su justicia:se acordó de su misericordia y su fidelidad en favor de la casa de Israel. Los confines de la tierra han contemplado la victo ...ria de nuestro Dios.Aclama al Señor, tierra entera;gritad, vitoread, tocad: tocad la cítara para el Señor,suenen los instrumentos:con clarines y al son de trompetas aclamad al Rey y Señor. Retumbe el mar y cuanto contiene,la tierra y cuantos la habitan;aplaudan los ríos, aclamen los montes al Señor, que llega para regir la tierra. Regirá el orbe con justicia y los pueblos con rectitud. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.Como era en el principio, ahora y siempre,por los siglos de los siglos. Amén.

Jesús es mi Luz, mi vida y mi Salvación
Salmo 125 - DIOS, ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA.
Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.
...
Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos.»
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.

Que el Señor cambie nuestra suerte
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.

Al ir, iban llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelven cantando,
trayendo sus gavillas.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén


CUBRENOS SEÑOR te lo pedimos. MIRA LA NECESIDAD DE TUS HIJOS E HIJAS ALREDEDOR DEL MUNDO. Escóndelos bajo tus alas, hazles sentir que están seguros en ti. DALES VALOR PARA RESISTIR EN LA LUCHA, PARA VENCER EL TEMOR, LA SOLEDAD. Que en cada paso que ellos den, SIENTAN TU FUERZA, TU GRACIA, TU AMOR. DERRAMA DE TU ESPIRITU SOBRE TODO AQUEL QUE ESTO LEA, EN EL NOMBRE DE JESUS....
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Jesús es mi Luz, mi vida y mi Salvación
Himno: CANTEMOS AL SEÑOR CON ALEGRÍA.
Cantemos al Señor con alegría,
unidos a la voz del pastor santo;
demos gracias a Dios, que es luz y guía,
solícito pastor de su rebaño.
...
Es su voz y su amor el que nos llama
en la voz del pastor que él ha elegido,
es su amor infinito el que nos ama
en la entrega y amor de este otro cristo.

Conociendo en la fe su fiel presencia,
hambrientos de verdad y luz divina,
sigamos al pastor que es providencia
de pastos abundantes que son vida.

Apacienta, Señor, guarda a tus hijos,
manda siempre a tu mies trabajadores;
cada aurora, a la puerta del aprisco,
nos aguarde el amor de tus pastores. Amén.


Evangelio del dia jueves 4 noviembre del 2010de Jesús es mi Luz, mi vida y mi Salvación, el miércoles, 03 de noviembre de 2010 a las 23:00





Texto del Evangelio (Lc 15,1-10): En aquel tiempo, todos los publicanos y los pecadores se acercaban a Jesús para oírle, y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: «Éste acoge a los pecadores y come con ellos».



Entonces les dijo esta parábola. «¿Quién de vosotros que tiene cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va a buscar la que se perdió hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, la pone contento sobre sus hombros; y llegando a casa, convoca a los amigos y vecinos, y les dice: ‘Alegraos conmigo, porque he hallado la oveja que se me había perdido’. Os digo que, de igual modo, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no tengan necesidad de conversión.



»O, ¿qué mujer que tiene diez dracmas, si pierde una, no enciende una lámpara y barre la casa y busca cuidadosamente hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, convoca a las amigas y vecinas, y dice: ‘Alegraos conmigo, porque he hallado la dracma que había perdido’. Del mismo modo, os digo, se produce alegría ante los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta».





Comentario: Rev. D. Francesc NICOLAU i Pous (Barcelona, España)

Habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta



Hoy, el evangelista de la misericordia de Dios nos expone dos parábolas de Jesús que iluminan la conducta divina hacia los pecadores que regresan al buen camino. Con la imagen tan humana de la alegría, nos revela la bondad de Dios que se complace en el retorno de quien se había alejado del pecado. Es como un volver a la casa del Padre (como dirá más explícitamente en Lc 15,11-32). El Señor no vino a condenar el mundo, sino a salvarlo (cf. Jn 3,17), y lo hizo acogiendo a los pecadores que con plena confianza «se acercaban a Jesús para oírle» (Lc 15,1), ya que Él les curaba el alma como un médico cura el cuerpo de los enfermos (cf. Mt 9,12). Los fariseos se tenían por buenos y no sentían necesidad del médico, y es por ellos —dice el evangelista— que Jesús propuso las parábolas que hoy leemos.



Si nosotros nos sentimos espiritualmente enfermos, Jesús nos atenderá y se alegrará de que acudamos a Él. Si, en cambio, como los orgullosos fariseos pensásemos que no nos es necesario pedir perdón, el Médico divino no podría obrar en nosotros. Sentirnos pecadores lo hemos de hacer cada vez que recitamos el Padrenuestro, ya que en él decimos «perdona nuestras ofensas...». ¡Y cuánto hemos de agradecerle que lo haga! ¡Cuánto agradecimiento también hemos de sentir por el sacramento de la reconciliación que ha puesto a nuestro alcance tan compasivamente! Que la soberbia no nos lo haga menospreciar. San Agustín nos dice que Jesucristo, Dios Hombre, nos dio ejemplo de humildad para curarnos del “tumor” de la soberbia, «ya que gran miseria es el hombre soberbio, pero más grande misericordia es Dios humilde».



Digamos todavía que la lección que Jesús da a los fariseos es ejemplar también para nosotros; no podemos alejar de nosotros a los pecadores. El Señor quiere que nos amemos como Él nos ha amado (cf. Jn 13,34) y hemos de sentir gran gozo cuando podamos llevar una oveja errante al redil o recobrar una moneda perdida.

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