JESUS Y LOS LEPROSOS.
Ya hay bestias entre nosotros, y están destruyendo los fundamentos de la sociedad. El aumento del alcoholismo, las drogas, la legalización de la sodomía y el aborto, y la indulgencia carnal, todo es anticipo del tiempo que vendrá, cuando la iniquidad estallará sin control.
La frase "le fue dado poder" nos presenta la voluntad permisiva de Dios. Este terrible jinete tiene el mandato divino de "quitar la paz de la tierra": la paz ficticia que él mismo había instituido. Dios le prometió la paz a Israel si era obediente, y espada, si era desobediente. La guerra ("espada") es uno de los cuatro furiosos juicios de Dios (Ezequiel 14:21; Joel 3:9, 10). La devastación de las guerras modernas es asombrosa, y si el mundo experimentara una guerra nuclear, la destrucción de vidas y propiedades sería colosal. Los tratados, pactos y convenios serán rotos como hojas de papel. La vida humana será terriblemente barata, porque los hombres serán considerados como basura o estiércol para la tierra, útil únicamente para fertilizarla (vea Ezequiel 39).
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Los siete sellos (6:1 — 8:5)
Al entrar a esta parte estrictamente profética del Apocalipsis, hallamos lo que ha sido denominado como "el proceso que precede a la victoria". Una de las características del capítulo 6 es que Juan escribe como un testigo ocular intensamente observador. "Yo vi" y "Yo oí" son expresiones de experiencia personal que no podemos pasar por alto al estudiar todo el libro. En los capítulos 4 y 5, todo ocurre en el cielo, donde tenemos el privilegio de ver los secretos de la presencia de Dios y la preparación del juicio venidero. Pero del capítulo 6 en adelante, nuestra atención se dirige a la tierra, con el inicio de sus juicios. Cristo, el Cordero, por derecho de compra y poder de redención, ahora ejerce un control total. La soberanía basada en el sacrificio está a punto de manifestarse.
El período total de juicios se extiende desde el capítulo 6 hasta el 20, y es muy importante notar la conexión entre los sellos, las trompetas y las copas. Los juicios de los sellos y las trompetas no son simultáneos, sino sucesivos. Los sellos cubren una zona más amplia que las trompetas, pero éstas son más severas. El Cordero abre los sellos, los ángeles tocan las trompetas y Dios derrama las copas. Los siete sellos, por tanto, incluyen el período total de juicio.
De los sellos surgen las trompetas; de las trompetas, las copas. Las trompetas y las copas presentan en detalle todo lo que los sellos denotan en general. Se podría usar la ilustración de un telescopio de tres secciones. La sección exterior o cubierta contiene a la segunda sección interior, la central. Esta sale de la primera y la tercera sale de ella, como se ve en el siguiente diagrama:
El séptimo sello contiene las siete trompetas y las siete copas. La séptima trompeta contiene las siete copas.
Como lo indicamos previamente, algunos expositores bíblicos le dan un sentido "histórico" a los capítulos 6 al 20 (sugiriendo que los juicios cubren desde la apertura de la era cristiana hasta el tiempo presente). Pero nuestra posición es que la Iglesia no estará sobre la tierra cuando estos juicios apocalípticos se derramen, y que están relacionados con los judíos como nación y con los gentiles también como naciones. Puesto que la Iglesia no es judía ni gentil, sino "un nuevo hombre" (y por lo tanto no está sujeta a los juicios), se encontrará fuera de la tierra cuando llegue el día de la visita de juicio. Con este sexto capítulo empieza la ministración divina del Cordero y no terminará hasta que haya puesto a todos sus enemigos por estrado de sus pies (Salmo 2).
Una queja muy común en el día de hoy es: "¿Por qué Dios no interviene y hace algo para remediar el estado pecaminoso y caótico de este mundo?" Si los que hablan en estos términos leyeran el Apocalipsis, sus preguntas quedarían inmediatamente contestadas y sus interrogantes acerca de la no intervención divina quedarían resueltas. Aquí el Señor está a punto de manifestar su mano.
¡Y qué acción será aquella! En los capítulos 4 y 5 se afirma el trono. En el capítulo 6 empieza a cumplirse la última semana de Daniel (Daniel 9:26, 27). Daniel no fue invitado a subir al cielo, pero Juan lo fue. Daniel lo vio todo en visiones nocturnas, pero no comprendió el significado completo de sus visiones. De esta manera, el Apocalipsis complementa el libro de Daniel. Actualmente, un usurpador controla al mundo, pero ya pronto viene el día de Cristo. Esta corrupta tierra está lista y madura para el juicio. Las fuerzas del mal, que por tanto tiempo han permanecido invictas, están ahora a punto de enfrentarse a su Señor. Los instrumentos humanos y materiales de venganza ya van a ejecutar la tarea que Dios les ha asignado.
Dios algunas veces podrá parecer muy lento en arreglar cuentas, pero siempre lo arregla todo al final. Si bien nos parece que los molinos de Dios muelen muy despacio, podemos estar muy seguros de que ciertamente molerán. Durante este tiempo, El ha estado extendiendo su gracia para con los habitantes de la tierra. Es lento para reprender, pero cuando la vara caiga, ¡ay de las hordas de la tierral
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Estudio sobre Apocalipsis
El sello del caballo blanco (6:1, 2)
En el sonoro llamamiento que sirve de introducción a los sellos hay un punto muy significativo que debe ser considerado. Juan oyó algo como con "voz de trueno". La palabra "como" indica que está usando un lenguaje figurado. Lo que él oyó fue una voz fuerte y estruendosa que llamaba su atención a la apertura de los sellos. Algunas versiones suprimen con mucha razón las palabras “y mira" de los versículos 1, 3, 5 y 7, (pues en el texto griego no aparecen). Retener dichos términos hace que se conviertan en un llamado a Juan para que venga y mire los caballos.
Pero, ¿a quién se dirigía tal llamado? No a Juan, por cierto, ya que él no necesitaba la sonora voz como de trueno. ¿Para quién era la orden de venir? No era para Juan, porque él estaba cerca y había presenciado la apertura de los sellos. ¡Fueron los jinetes de los cuatro caballos quienes vinieron en obediencia al llamado de uno de los seres vivientes: "Ven"! Este es el llamado (a los instrumentos humanos empleados en estos castigos terrenales) a venir y actuar. Y el mandamiento imperativo del ser viviente fue instantáneamente obedecido.
Los cuatro jinetes del Apocalipsis son símbolos del poder divino en el juicio. Los caballos son usados figurativamente en Zacarías 1 y 6; el Apocalipsis casi nunca usa nada que no sea bíblico. Casi todos los símbolos de este libro nos son interpretados en alguna otra parte de las Escrituras. Debemos tener presente una regla de oro enunciada por Walter Scott: "De ninguna manera trate de hallar la interpretación de ninguna parte del Apocalipsis fuera de su Biblia. El significado de cada símbolo debe ser buscado en la misma Palabra." Comparando pasaje con pasaje de la Biblia, llegamos a la conclusión de que los caballos son símbolos proféticos de las fases finales del dominio mundial por el hombre y también anuncian los instrumentos humanos que utilizará Dios en sus juicios providenciales sobre la tierra.
Hay todavía otros dos importantes pensamientos al acercarnos a los sellos: primero, el Cordero abre los sellos mientras todavía está en el cielo en medio del trono. Oficial y gubernativamente, Cristo está ya a punto de empezar a ejercer el dominio que su muerte, resurrección y ascensión le otorgaron. La apertura de los sellos es una de las prerrogativas del Cordero, porque nada puede suceder sin su voluntad gubernamental. En segundo lugar, los cuatro seres vivientes están conectados con la ejecución del juicio divino. Debido a su pleno conocimiento de la voluntad divina, están en la capacidad de ayudar en este juicio.
La identidad del jinete del caballo blanco es un asunto de exposición controversial. Algunos dicen que lo que tenemos aquí es una visión de las huestes santas y los ejércitos celestiales, y que el jinete está simbolizando la totalidad de los ejércitos celestiales que se oponen a la corrupta tierra. Otros ven en los jinetes fuerzas impersonales que se lanzan a sus tareas. Las ideologías anticristianas se expresan en varias fuerzas y movimientos. De manera que aquí en el capítulo 6, se ve al primer jinete como símbolo de guerra espiritual, mientras el segundo representa una guerra real y sangrienta. Pero nuestra respuesta a esta posición es que una figura generalmente antecede a una fuerza, y detrás de todos los poderes existe una personalidad dominante. Otros escritores afirman que el jinete es Cristo mismo y relacionan los versículos 1 y 2 con 19:11.
Pero creemos que el jinete de este primer sello no es la misma persona que aparece como Rey de reyes y Señor de señores en 19:11-16. Estos dos jinetes no tienen nada en común, excepto el color del caballo. El hecho de que ambos caballos sean blancos, no es prueba evidente de que sean simbólicos de Cristo, como tampoco lo son los caballos blancos que menciona Zacarías en Zacarías 1:8 y 6:3-6. No cabe duda de que el caballo blanco siempre ha sido símbolo de realeza y poder triunfador (Napoleón siempre montó un caballo blanco), y esta característica es una realidad, tanto para el jinete del primer sello como para Cristo.
El jinete del capítulo 6 no tiene nombre ni título. En cambio, el del capítulo 19 es llamado "Fiel y Verdadero" y "la Palabra de Dios" y además ostenta el título de "Rey de reyes y Señor de señores." Cristo, como Cordero, es el que abre los sellos y por lo tanto no puede ser ninguno de los jinetes de los cuatro primeros sellos. El jinete del caballo blanco tiene una corona, la cual le ha sido dada (no sabemos por quién). El hecho de que posea una corona indica meramente su subida al poder como uno de los diez reyes que reinarán por medio de la operación de los poderes satánicos (Daniel 8:25; 11:36-39; 2 Tesalonicenses 2:8-10; Apocalipsis 13:1-4). A Cristo no se le da ninguna corona; muchas diademas adornan su frente, las cuales ha adquirido por derecho divino y por conquista (Apocalipsis 19:2).
Otros contrastes que notar: El jinete del primer sello viene de la tierra, mientras que Cristo desciende de los cielos abiertos (13:1; 19:11). El primer jinete provoca guerra, hambre, epidemias, muerte y terror y es seguido por ellos. Estos horrores siempre acompañan el gobierno de un conquistador ambicioso y cruel. Cristo, en cambio, es seguido por los ejércitos del cielo cubiertos con finas vestiduras, blancas y puras. También leemos acerca del primer jinete, que sale venciendo y para vencer. Los dictadores conquistan y adquieren territorios y posesiones por medio de guerras e invasiones. Pero Cristo no viene para conquistar. Cuando El aparezca, tomará para sí el poder y el reino que por derecho legítimo le pertenecen. El no irá cabalgando hacia la victoria sino desde la victoria que alcanzó en el Calvario cuando exclamó "¡Consumado es!" Su autoridad judicial y su reino, presentados en el Apocalipsis, son los frutos de su obra consumada en la cruz.
Creo poder afirmar que el jinete del caballo blanco es el anticristo (la primera bestia de Apocalipsis 13:1-10). A través de los siglos, el espíritu del anticristo se ha manifestado en individuos que han tenido un poder grande y terrible. Ahora llega a su culminación el persistente conflicto. Cristo y las mayores obras satánicas se enfrentarán. En el primer jinete vemos la primera manifestación del hombre de pecado, el líder aceptado por las diez naciones confederadas. La corona dada al anticristo representa su reconocimiento como jefe del imperio revivido. Otros pasajes que se deben comparar con éste son Salmo 110:6; Daniel 7:8; Isaías 14:16, 17; y Apocalipsis 13:1-10.
El color blanco del caballo denota el poder victorioso del jinete. Los ejércitos de Persia siempre eran acompañados por caballos blancos sagrados. El anticristo, un gran líder político y estratega militar, tendrá la habilidad de producir una serie de conflictos sin derramar sangre. Con su genio para tratar con los conflictos y las conquistas, este dictador universal tendrá la sabiduría suficiente para controlar todos los levantamientos y desórdenes nacionales e internacionales. Entonces los hombres clamarán: "¡Paz y seguridad!" Pero en lugar de eso, los rodeará terrible destrucción, como lo indica el segundo jinete:
"Y le sucederá en su lugar un hombre despreciable, al cual no darán la honra del reino; pero vendrá sin aviso y tomará el reino con halagos" (Daniel 11:21). Todo lo que se relaciona con este jinete del caballo blanco está caracterizado por una autoridad falsa.
A mediados del período de los siete años, esta brillante figura se convierte en la bestia, la cual será responsable por muchas atrocidades. Entonces la espada tomará el lugar del arco, y cuando la espada sea tomada, los seguidores de la bestia perecerán por ella (13:10; 19:20, 21). Ya hay bestias entre nosotros, y están destruyendo los fundamentos de la sociedad. El aumento del alcoholismo, las drogas, la legalización de la sodomía y el aborto, y la indulgencia carnal, todo es anticipo del tiempo que vendrá, cuando la iniquidad estallará sin control.
Continúa con El sello del caballo bermejo (6:3, 4)...
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Estudio sobre Apocalipsis
El sello del caballo bermejo (6:3, 4)
Los diferentes colores de los caballos simbolizan los distintos agentes utilizados en la ejecución de los juicios divinos. Los seres vivientes y los caballos únicamente están conectados con los cuatro primeros sellos. El color rojo representa Figurativamente la pérdida de la vida, seguido por los colores negro y amarillo.
Así como el caballo blanco anunciaba victorias sin derramamiento de sangre, el bermejo (rojo) trae victorias sangrientas. El rojo tiene el significado de juicio, sangre y venganza (Jeremías 25:15-33). Con el segundo jinete viene una guerra global, una horrible sombra de lo que experimentó el mundo durante la Segunda Guerra Mundial. El rojo, por ser el color de la sangre es simbólico de luchas, violencia y guerra. El arco cede el paso a una enorme espada. Todas las guerras pasadas y presentes son únicamente un anticipo de la terrible carnicería que habrá bajo el segundo sello. En este tiempo presente hay Alguien que "detiene" tales acontecimientos y mantiene restringido el desbordamiento de las pasiones humanas (2 Tesalonicenses 2:7), pero con el caballo bermejo vendrá un derramamiento de sangre sin paralelo. Ahora la espada es desenvainada para venganza, no meramente para victoria.
La frase "le fue dado poder" nos presenta la voluntad permisiva de Dios. Este terrible jinete tiene el mandato divino de "quitar la paz de la tierra": la paz ficticia que él mismo había instituido. Dios le prometió la paz a Israel si era obediente, y espada, si era desobediente. La guerra ("espada") es uno de los cuatro furiosos juicios de Dios (Ezequiel 14:21; Joel 3:9, 10). La devastación de las guerras modernas es asombrosa, y si el mundo experimentara una guerra nuclear, la destrucción de vidas y propiedades sería colosal. Los tratados, pactos y convenios serán rotos como hojas de papel. La vida humana será terriblemente barata, porque los hombres serán considerados como basura o estiércol para la tierra, útil únicamente para fertilizarla (vea Ezequiel 39).
Continúa con El sello del caballo negro (6:5, 6)...
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