martes, 1 de junio de 2010
Salmo de David.
Sirviendo Al Cuerpo De Cristo
Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre
tales adoradores busca que le adoren. Jn..4:23
Salmos 26 -Declaración de integridad
Salmo de David.
1 Júzgame, oh Jehová, porque yo en mi integridad he andado;
He confiado asimismo en Jehová sin titubear.
2 Escudríñame, oh Jehová, y pruébame;
Examina mis íntimos pensamientos y mi corazón.
3 Porque tu misericordia está delante de mis ojos,
Y ando en tu verdad.
4 No me he sentado con hombres hipócritas,
Ni entré con los que andan simuladamente.
5 Aborrecí la reunión de los malignos,
Y con los impíos nunca me senté.
6 Lavaré en inocencia mis manos,
Y así andaré alrededor de tu altar, oh Jehová,
7 Para exclamar con voz de acción de gracias,
Y para contar todas tus maravillas.
8 Jehová, la habitación de tu casa he amado,
Y el lugar de la morada de tu gloria.
9 No arrebates con los pecadores mi alma,
Ni mi vida con hombres sanguinarios,
10 En cuyas manos está el mal,
Y su diestra está llena de sobornos.
11 Mas yo andaré en mi integridad;
Redímeme, y ten misericordia de mí.
12 Mi pie ha estado en rectitud;
En las congregaciones bendeciré a Jehová.
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Comentario al Salmo 26
Tomado de "Comentario Exegético-Devocional A Toda La Biblia."
Libros poéticos -Salmos Tomo-1. Editorial CLIE.
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En este salmo, David se pone a sí mismo a prueba ante Dios y ante su propia conciencia, dando en ambos tribunales testimonio de su integridad (vv. 1, 2), alegando para ello, I. Su constante atención a Dios y a su gracia (v3). II. Su arraigada antipatía contra el pecado y contra los pecadores (vv. 4,5). III. Su sincero afecto a las ordenanzas divinas (vv. 6-8). IV. Una vez probada su integridad, David, 1. Predice el funesto final de los malvados (vv. 9, 10); 2. Y se encomienda a la misericordia y a la gracia de Dios, con una resolución de mantenerse en su integridad y en su esperanza en Dios (vv. 11, 12).
Versículos 1-5
Es probable que David compusiera este salmo cuando era perseguido por Saúl (o por Absalom), a quien presenta como malvado que le acusaba de muchos crímenes que no había cometido. En esto era David tipo de Cristo, quien fue acusado, sin motivo alguno, de muchos crímenes. Véase lo que hace David en este caso:
1. Apela a la sentencia justa de Dios (v. 1): «Júzgame, oh Yahweh. Sé tú el que juzgue entre mí y mis acusadores.» El no puede justificarse a sí mismo contra el cargo de pecado; reconoce que su iniquidad era grande y que estaba perdido, a no ser que Dios, en su infinita misericordia, le perdonase; pero sí puede justificarse del cargo de hipocresía. Es un consuelo para todos los que son sinceros en su piedad, saber que Dios mismo es testigo de su sinceridad.
2. Se somete insistentemente al escrutinio de Dios (v. 2): «Escudríñame...pruébame...examina», como se prueba esmeradamente el oro en el crisol, para ver si tiene los requeridos quilates. Tan sincera era su devoción hacia su Dios, que deseaba tener como una ventana en su pecho, a fin de que cualquiera pudiese ver el interior de su corazón.
3. Testifica solemnemente sobre su sinceridad (v. 1): «Porque yo en mi integridad he andado.» Como diciendo: «Mi conducta ha estado de acuerdo con lo que profeso ser, formando ambas cosas una sola pieza. »Las pruebas de su integridad le animaban a confiar en Dios como en su justo Juez (v. 1): «He confiado asimismo en Yahweh; no resbalaré» (lit.).
Quienes son sinceros en su piedad pueden confiar en que, con la gracia de Dios, no resbalarán (comp. 73:2); es decir, no apostatarán de su fe.
(A) Tenía constantemente en consideración a Dios y su gracia (v. 3):
«Tu misericordia está delante de mis ojos.» Y la norma de su vida era la palabra de Dios: «Y ando en tu verdad, esto es, en tu ley, porque tu palabra es verdad» (Jn. 17:17, comp. con Ef. 6:14; 3 Jn. 3).
(B) No tenía comunión con las infructuosas obras de las tinieblas ni con los obradores de tales iniquidades (vv. 4, 5). La diligencia en evitar las malas compañías es una buena prueba de nuestra integridad y, al mismo tiempo, un buen medio para conservarnos en ella: «No me he sentado con hombres hipócritas, ni entré… aborrecí… nunca me senté» (comp. con 1:11). La compañía de los hipócritas es la más peligrosa de todas y la que más se ha de evitar. Tales malhechores aparentan ser amigos de aquellos a quienes quieren enredar en sus trampas, pero lo disimulan. Aunque a veces no podamos evitar la compañía de los malos, al menos no hemos de ir con ellos, sino aborrecer sus reuniones. Así como los buenos, cuando se juntan y están de acuerdo, se estimulan mutuamente a ser mejores, así también los malos, cuando se reúnen, se hacen peores y cometen peores fechorías.
Versículos 6-12
1. David menciona, como una prueba adicional de su integridad, su sincero afecto hacia las ordenanzas divinas.
(A) Era muy concienzudo en su preparación para las santas ordenanzas: «Lavaré en inocencia mis manos» (v. 6). En nuestra preparación para acudir a los cultos, no sólo hemos de estar libres del pecado de hipocresía (de lo que es testimonio simbólico el lavarse las manos (v. Dt. 21:6), sino también hemos de esmeramos en arrepentimos de todo otro pecado (v. también Ex. 30:19; Sal. 24:4; 73:13).
(B) También era muy diligente en observar con respeto y atención la celebración de tales ordenanzas (y. 6b): « Y así andaré alrededor de tu altar, oh Yahweh», aludiendo quizás a la costumbre de los sacerdotes de andar en torno del altar mientras se ofrecía el sacrificio, aun cuando aquí el verbo hebreo es probable que solamente implique asistencia a la celebración de dicha ordenanza.
(C) En esta asistencia a los oficios del santuario, todo su interés estaba centrado en la alabanza y la acción de gracias al Señor (v. 7).
(D) Lo hacía con santo gozo (v. 8): «Yahweh, la habitación de tu casa he amado (es decir amo); el tabernáculo donde te ha placido manifestar tu residencia en medio de tu pueblo y recibir su homenaje; el lugar de la morada de tu gloria» (Ex. 40:34).
2. Después de haber presentado las pruebas de su integridad, David ora fervientemente que Dios le preserve de caer bajo el destino fatal de los impíos (vv. 9, 10): «No juntes con los pecadores mi alma, etc.» Como diciendo: «Ellos son hombres sanguinarios, sedientos de sangre y culpables de sangre derramada, en cuyas manos está el mal, y aunque su diestra está llena de sobornos, no por eso van a salir mejor parados al cometer tales injusticias por dinero, pues ¿qué provecho sacará el hombre de ganar el mundo entero, si pierde su alma?» (Mt. 16:26 y paral).David no quiere en forma alguna tener el mismo destino que les espera a tales malhechores.
3. Con humilde y santa confianza, David se encomienda a la gracia de Dios (vv. 11, 12): «Mas yo andaré en mi integridad, hagan lo que hagan otros. » Y ruega que la gracia divina le capacite para ello y, asimismo, le proporcione el consuelo que comporta el cumplimiento del deber (v. lib): «Redímeme, rescátame de las manos de mis enemigos, y ten misericordia de mí. » Atestigua que sus pies se han mantenido en lugar llano (v. 12. Lit.), es decir, en lugar seguro donde poder cumplir las promesas que ha hecho en los vv. 6 y 7. Y, como ya lo había dicho en 22:25, promete, cuando se vea libre del asedio de sus enemigos, bendecir a Yahweh en las congregaciones (v. 12b).
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