martes, 15 de junio de 2010

Las siete copas de la ira del Señor. Las siete intervenciones divinas.

El Templo. Jesucristo corre a los mercaderes del Templo.



Jesucristo y los Leprosos.



¡Pero estos juicios solamente provocan blasfemia en lugar de provocar arrepentimiento! El endurecimiento de la conciencia es el resultado de la persistencia en el pecado. La tragedia consistirá en que los hombres no se sentirán quebrantados para arrepentirse, sino que permanecerán sin cambio alguno. Con tal demostración del poder judicial de Dios, los hombres deberían sentirse arrepentidos y glorificarlo a Él, pero en lugar de eso, perecerán maldiciendo a Dios Qué diferente es el efecto que produce la manifestación del poder de Dios sobre los suyos: estos dan gloria al Dios del cielo (11:13).

Estudio del Apocalipsis.


Las Siete Intervenciones Divinas
Apocalipsis 14:1-20

Los cantores El primer ángel y su Evangelio El segundo ángel y la caída de Babilonia El tercer ángel y la condenación
El cuarto ángel y su bienaventuranza El quinto ángel y la siega El sexto ángel y la vendimia

Este capítulo de Apocalipsis es en su mayor parte un paréntesis de carácter anticipatorio. Los capítulos 14 al 16 describen los preparativos para el juicio mesiánico y ofrecen una mezcla de cantos y lamentos, música y miseria, gozo y juicio, gloria y abatimiento, cielo e infierno. El capítulo 14 contiene una serie de siete intervenciones divinas de gracia y juicio y constituye una respuesta al clamor del remanente: "¿Por qué estás lejos, oh Jehová, y te escondes en el tiempo de tribulación?" (Salmo 10:1). El repetido lamento "¿Hasta cuando, oh Señor?" encuentra aquí una respuesta, una nota de consuelo al corazón, pensando en la mortandad, la miseria y la angustia que sufrimos en nuestros días abrumados por la maldad y destrozados por la guerra. ¿Será posible que Dios nunca muestre su mano? ¿Estará siempre la victoria de parte de las fuerzas de iniquidad? ¿Ha abandonado Dios a sus santos a la voluntad del enemigo? ¿Cuándo intervendrá el Señor?

Este capítulo prueba que Dios tendrá su día. Es probable que los molinos de nuestro Dios parezcan demorarse en triturar, pero podemos estar totalmente seguros de que sí triturarán. El capítulo está bien ubicado en el libro, ya que sirve como preludio a los juicios sobrenaturales de Dios. Los capítulos 12 al 14 forman un episodio de interés dramático; una sola profecía enlazada. Los capítulos 12 y 13 describen los hechos del dragón y las bestias. La verdad ha caído hasta las calles; la sangre de los mártires corre abundantemente como el agua; el desafío público a Dios es el orden del día. El bien está casi eliminado de la tierra (Salmo 4:6) y la fe ha desaparecido (Lucas 18:8). La escena profética en su totalidad se ha convertido en el campo de juego de Satanás.

Pero se respira con mucha más libertad en el capítulo 14. El segador divino está a la puerta. La horripilante iniquidad de la tierra está por terminar. Por encontrarse entre las trompetas y las copas, este capítulo catorce contiene el sonido del toque de muerte para gobernantes y hombres crueles, arrogantes y blasfemos. La carga acumulada de angustia y desesperación desaparecerá ahora del corazón del pueblo perseguido de Dios.

Este capítulo, como un todo, contiene un contraste entre el Cordero y los 144.000 judíos sellados, las naciones y el anticristo, los seis ángeles y los mensajes que anuncian y las dos hoces y su vendimia.

1. Los cantores y su canto (14:1-5)

En estos cinco versículos tenemos una de las escenas más notables del Apocalipsis. Esta es una vista brillante y encantadora, una calma después de la tempestad: ¡De la tiranía de la bestia al triunfo con el Cordero! Es en verdad una transición bienvenida. Consideremos ahora a estos santos, quienes no estarán más expuestos a la prueba, sino que se les hará sentar en una posición de realeza.

A. Su Salvador

Se le da prominencia al Cordero en el monte de Sión, y alrededor de El se congrega esta multitud de cantores. El Apocalipsis es esencialmente un libro del Cordero. El Señor es presentado como tal unas veintisiete veces. Y es visto como el Cordero inmolado. Por las heridas que hay en su cuerpo le será otorgada la soberanía. Aquí en este capítulo nos encontramos con una visión anticipada de la venida de Cristo en poder. El cordero ensangrentado es ahora el Cordero que marcha hacia su última victoria. Sus escogidos han sido como corderos en medio de lobos, y el rebaño ha sido hostigado por la "bestia salvaje". Pero ellos vencieron por la sangre del Cordero y ahora se encuentran felices a su lado.

B. Su ubicación

Esta distinguida multitud se encuentra de pie sobre el monte de Sión, el lugar elegido como sede del glorioso reino de mil años de Cristo y sus santos. El Cordero ha dejado su posición en medio del trono y se encuentra ahora en el monte de Sión. Aquí se encuentra el asiento del poder real, de la intervención de Dios en gracia, de la soberanía de Dios, todo lo relacionado con Israel. El nombre "Sión" sólo se menciona una vez en el Apocalipsis y es un término extremadamente interesante. Así lo expresaba un escritor: "De las ciento diez veces que se menciona a Sión, noventa de ellas se refieren al gran amor y el afecto del Señor por ella, por lo que el lugar tiene un significado muy grande." Para el judío, Sión es rica en recuerdos sagrados (Isaías 2, Salmo 2:6). ¡Después de tanta espera, el Rey de Dios se encuentra por fin sobre el monte de Sión y alrededor de El están sus redimidos como súbditos y servidores amantes y fieles!

C. La cantidad de redimidos

Aquí se menciona un número específico de redimidos. Nos encontramos con otras 144.000 personas y la pregunta es: "¿Quiénes son estos cantores sellados?" ¿Es esta gran multitud el mismo grupo de 144.000 del capítulo 7? Un expositor ha sugerido que este grupo del capítulo 14 representa solamente una parte de la gran cosecha de los santos redimidos de la Tribulación, una "primera entrega" distinguida por sus excelentes servicios espirituales. Se pueden trazar similaridades entre estas dos compañías. En cada una tenemos el mismo número, 144.000. Ambos grupos se encuentran en el monte Sión, son sellados en sus frentes y se encuentran felizmente a salvo de la prueba.

La repetición del número, sin embargo, no prueban que estas dos corporaciones sean una misma. Walter Scott opina que "los 144.000 aquí descritos son de Judá; una compañía de número similar de todo Israel (7:4) forma una visión separada. . . Estos son los judíos que se mantuvieron firmes con respecto a los derechos de Dios y el Cordero; ahora son declarados públicamente como posesión de El. . . Son 144.000 judíos santos que ocupan los puestos de mando en el reino terrenal del milenio." El 144.000 indica plenitud y número de gobierno.

D. Su sello

En contraste con los 144.000 del capítulo 7, quienes fueron sellados como los "siervos de nuestro Dios", estos 144.000 del capítulo 14 son sellados en sus frentes con el nombre del Cordero y el nombre de su Padre. El sello, por supuesto, constituye una señal de propiedad y de garantía o preservación. En cuanto a su bello emblema de bienaventuranza, William Neweil asegura que declara a quién pertenecen, describe su persona y anuncia su destino.

Es evidente que el sello de estos confesores de Cristo está en contraste con la marca de la bestia en cada uno de sus adoradores. "Se nos ocurre," dice Neweil, "que la presencia de ese sello celestial sobre las frentes de los del remanente del capítulo 7 en adelante es tan evidente para los hombres, que Satanás se ve obligado a intervenir para contrarrestar su influencia demandando el sello opuesto en la frente de sus devotos. Esto es más significativo especialmente cuando nos damos cuenta de que Dios cuida (como se ve en 9:4) de aquellos que tienen su sello, el cual los preserva de los ayes a los cuales los demás están expuestos.

E. Su canto

Las voces que Juan escuchó en el cielo eran como el estruendo de muchas aguas y como la voz de un gran trueno. Como es la voz de Dios, así es la de los arpistas celestiales, quienes están en armonía con los que están sobre el monte de Sión. La multitud de los arpistas-cantores del cielo y la compañía preservada dejudá forman un gran coro. Las arpas asociadas con los cantores componen la alabanza coral de los redimidos y las huestes celestiales. Los cantos y la música de arpas están tan bellamente combinados, que se los describe como voz majestuosa de muchas aguas y poderosa como un gran trueno.

La canción que sabían los arpistas celestiales y que solamente los 144.000 sellados podían aprender es descrita como "un cántico nuevo". El cántico viejo estaba relacionado con la creación: "Cuando alababan todas las estrellas del alba, y se regocijaban todos los hijos de Dios" (Job 38:7). Este cántico nuevo tiene como tema central la redención. Es la razón por la cual se hace referencia a él como el cántico de Moisés y del Cordero. Dios está unido al cántico viejo. Mientras que es el Cordero quien está unido al cántico nuevo. Las manifestaciones del poder de Dios para Israel, combinadas con su gracia actual para con su pueblo judío y para con nosotros parece ser el pensamiento tanto en el cántico de Moisés como en el del Cordero (Apocalipsis 15:3).

A. R. Fausset, en su comentario sobre este cántico nuevo dice: "Este es un cántico de victoria después del conflicto con el dragón, la bestia y el falso profeta; nunca había sido entonado porque nunca se había librado semejante conflicto; así que es nuevo: hasta hoy el reino de Cristo sobre la tierra ha sido usurpado. Ellos cantarán el cántico nuevo anticipándose al acto mediante el cual Cristo tomará posesión con sus santos del reino que compró con sangre." La palabra en griego es "cantan", lo cual indica la acción continua de cantar.

No debemos olvidarnos de que los 144.000 se regocijaban porque habían sido "redimidos de entre los hombres". Tenemos aquí una doble frase: "redimidos de entre los hombres de la tierra" (un lugar de pecado) y "redimidos de entre los hombres" (una raza pecadora). Algunas versiones usan la palabra "comprados" en lugar de "redimidos". Esta elevada posición es un privilegio de los 144.000, porque han sido redimidos, no porque hayan obtenido la victoria contra la bestia. Los ángeles no pueden cantar este cántico nuevo porque ellos no saben personalmente lo que es venir de la gran Tribulación y estar vestidos de ropas lavadas en la sangre del cordero (7:14).

F. Su separación o santidad

En 14:4, 5 se nos da una maravillosa descripción de la vida y el testimonio de esta parte victoriosa de Judá, los que han salido de la gran Tribulación y están ahora de pie triunfantes con el Cordero en el monte de Sión, el asiento del reino y de la gracia soberana. Han pasado a través de una terrible prueba. La más vil corrupción, la idolatría pública, el orgullo vanidoso, la blasfemia irreverente y la más escandalosa iniquidad los han estado circundando. Sin embargo, al igual que los judíos de Sardis, estos 144.000 logran escapar con sus vestidos no contaminados.

Eran vírgenes. Esto debemos entenderlo en sentido espiritual (Mateo 25:1), en contraste con la iglesia apóstata (14:8), la cual era espiritualmente una "ramera" (17:1-5; Isaías 1:21 en contraste con 2 Corintios 11:2; Efesios 5:25-27). El hecho de que "no se contaminaron con mujeres" significa que ellos no fueron extraviados de la fidelidad al Señor por los tentadores, quienes en conjunto constituyen la ramera espiritual. William Neweil sugiere que estos son "nazarees completos para Dios en cuanto a sus relaciones con las mujeres". Pero una interpretación de esta naturaleza restringiría esta compañía descrita al sexo masculino solamente. ¿No implica el lenguaje usado que los 144.000 representan a aquellos que vivieron y anduvieron en pureza espiritual en un mundo entregado a todo lo vil? "se conservaron a sí mismos limpios del mundo." El amor virginal — un afecto de todo corazón por el Cordero — era su actitud, entre tanto que el resto de los moradores de la tierra seguían a la bestia. Ellos experimentaron una separación completa e inexplicable de sus pecaminosos contornos. Eran almas vírgenes, revestidas de pureza inmaculada.

Seguían al Cordero. Estar cerca del Cordero en el monte de Sión era la recompensa apropiada por su lealtad a El mientras estaban en la tierra. Por todos lados los rodeaban aquellos que habían andado tras la bestia y su falso profeta, pero la obediencia de los 144,000 era tan completa e indudable como su absoluta separación del mundo. Habiendo seguido al Cordero en su rechazo, ahora participan de su reino. El verbo "siguen" está en el tiempo presente, lo que indica una obediencia incesante.

Eran las primicias. Si bien es cierto que aquí se usa un lenguaje similar al que se usa en cuanto a la iglesia, no debemos confundir las "primicias" aquí mencionadas con los redimidos que formarán la nueva creación. "Primicias para Dios y para el Cordero" son palabras del reino, no meras palabras de salvación. Por haber sido "redimidos de entre los hombres", estos 144.000 constituyen una compra simbólica — una prenda — de entre los hombres para el reino de los cielos sobre la tierra. Ellos representan una demostración de lo que será la cosecha plena y final.

Eran sinceros. En varias versiones antiguas se lee la palabra "falsedad" en el versículo 5, "Y en sus bocas no fue hallada mentira." Las falsas maravillas y las mentiras caracterizarán los días del anticristo. "La mentira" (que Satanás es dios y que la bestia es su cristo y que por lo tanto debe ser adorada) fue aceptada generalmente, pero en las bocas de los 144.000 no fue hallada ninguna mentira. Ellos eran veraces en palabra y en hechos. A pesar de la más feroz persecución, confesaron al verdadero Mesías (1 Juan 2:21-27) y permanecieron fieles a su Palabra.

Eran sin mancha. En su conducta externa y en su modo de ser ante los hombres, estos santos eran sin falta alguna en la tierra. Varias versiones omiten las palabras "delante del trono de Dios". Este apropiado y condensado epítome de su carácter y de su vida práctica se refiere a su vida sobre la tierra. Se negaron a acatar los edictos de la bestia en lodos los aspectos. En lo que respecta a la sinceridad de su fidelidad al Cordero, no tenían defecto alguno. No es que fueran absolutamente intachables en sí mismos; sin embargo, así fueron reconocidos sobre la base de la justicia del Cordero, el único en quien ellos confiaban y a quien seguían y servían con toda fidelidad. ¡Cuánta alegría les da este remanente a Dios y al Cordero!

2. El primer ángel y su Evangelio (14:6, 7)

Ahora llegamos al testimonio público de Dios por medio de seis ángeles contra el reino del anticristo y en relación con el inminente juicio que éste se merece. La expresión "otro ángel" implica una nueva escena en este drama revelador, cuyos acontecimientos coinciden con la aparición de cada ángel (7:2; 8:3, 13; 10:1). Este ángel-evangelista en particular fue visto "por en medio del cielo", lo cual significa que fue visto y oído por toda la gente de la tierra. Otro ángel había sido visto anteriormente volando "por en medio del cielo" (8:13) y anunciando ayes, mientras que éste anuncia gozo. Este ángel que volaba por en medio del cielo era un mensajero de misericordia y manifestaba la gracia en medio del juicio. Representaba el último llamado al arrepentimiento para los que moran en la tierra.

A. Un anuncio feliz

No debemos olvidar que este ángel no viene proclamando condenación sino Evangelio, lo cual significa buenas nuevas. Anuncia las buenas nuevas del sempiterno reino de Cristo, el cual empezará inmediatamente después del juicio sobre las fuerzas del mal (anunciado como inminente en 14:7). Mientras que por una parte los predicadores humanos del Evangelio del reino serán judíos convertidos, por la otra, habrá también ángeles que serán comisionados para llevar a todos los rincones de la tierra providencialmente la declaración de las buenas nuevas durante los últimos días de la semana profética.

En un lenguaje inconfundible, este poderoso ángel apremia a todos los humanos para que se aparten de la bestia y vuelvan a Dios. La hora del juicio divino ha llegado y los hombres deben arrepentirse de su crasa idolatría si no quieren sufrir la ira de las copas. Aquí nos encontramos con un llamado urgente a temer a Dios, lo cual es el principio de la sabiduría, y a darle gloria a El en lugar de dárselas a la bestia y a su imagen. El Creador de todas las cosas reclama por última vez la adoración. Así como la raza humana se describe en cuatro fases — naciones, tribus, lenguas y pueblos — así también la creación es designada aquí en cuatro términos: cielo, tierra, mar y fuentes.

B. Una gran audiencia

El ángel que volaba en medio del cielo predicaba su evangelio sobre toda la tierra y toda clase de gente escuchaba su mensaje. No se nos dice, sin embargo, si hubo algún tipo de respuesta al llamado angelical. Nuestro Señor declaró que algunos estarían tan abandonados en su rechazo de Dios que no creerían ni aun cuando alguien se levantara de los muertos y fuera a ellos con un mensaje de gracia. Un gran predicador como Noé tuvo poco éxito en que las multitudes se percataran del juicio que vendría. Los humanos, absortos en sus propias cosas, siguieron viviendo en sus maneras corruptas hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos.

3. El segundo ángel y la caída de Babilonia (14:8)

La prominencia de los ángeles en este capítulo indica que ellos desempeñan un papel de primera importancia en la economía u orden providencial y gubernamental no sólo antes, sino también durante el reino milenial de Cristo. En 14:8 aparece un prefacio de los acontecimientos que están a punto de ocurrir. Este es un anuncio preliminar y preparatorio del juicio descrito en los capítulos 17 y 18. La destrucción de Babilonia es celebrada en el cielo, donde el juicio se considera como ya consumado.

La intensidad de las palabras en la repetición "ha caído, ha caído" no es un mero hebraísmo, sino habla de un doble juicio. Babilonia va a ser destruida no sólo como sistema, sino también como ciudad. La expresión "ha caído" considera la caída de Babilonia como una destrucción segura. Desde el punto de vista del cielo. Babilonia ya ha caído, aunque su destrucción real no ha ocurrido todavía.

El babilonianismo, como lo demostraremos detalladamente más tarde, representa un vasto sistema que esclaviza a los cristianos profesantes. Está caracterizado por el orgullo mundano, la idolatría y el adulterio espiritual. La razón por la cual cae Babilonia se expresa en estas palabras: "Porque ha hecho beber a todas las naciones del vino del furor de su fornicación." El vino de la ira de Dios es la consecuencia de esta fornicación de Babilonia. Debido a que ella ha embriagado a las naciones con el vino de su fornicación, ella misma será embriagada con el vino de la ira de Dios. Aquí se nos da el cumplimiento final de Isaías 21:9: "Y he aquí vienen hombres montados, jinetes de dos en dos. Después habló y dijo: Cayó, cayó Babilonia; y todos los ídolos de sus dioses quebrantó en tierra."

William Neweil dirige su atención hacia los tres distintos elementos de esta terrible frase: vino, ira y fornicación. El vino de Babilonia:

"Copa de oro fue Babilonia en la mano de Jehová, que embriagó a toda la tierra; de su vino bebieron los pueblos, se aturdieron, por tanto, las naciones" (Jeremías 51:7). La ira de Babilonia: "Porque así me dijo Jehová Dios de Israel: Toma de mi mano la copa del vino de este furor, y da a beber de él a todas las naciones a las cuales yo te envío" (Jeremías 25:15). ^fornicación de Babilonia: "Porque todas las naciones han bebido del vino del furor de su fornicación; y los reyes de la tierra han fornicado con ella, y los mercaderes de la tierra se han enriquecido de la potencia de sus deleites" (Apocalipsis 18:3). Los reyes de la tierra han cometido fornicación con ella. La ardiente ira de Dios, reservada a través de los siglos, está ahora a punto de desatarse sobre la corrupción acumulada.

4. El tercer ángel y la condenación (14:9-12)

La terrible condenación para los adoradores de la bestia, tal como se anuncia en estos versículos, es temible en extremo. Un juicio inigualable en su severidad, y en proporción con las maldades y la horrenda iniquidad que se ha practicado abiertamente, está ahora a punto de derramarse. Con gran voz, este tercer ángel anuncia el interminable tormento que han de sufrir todos aquellos que han seguido a la bestia.

A. La adoración de la bestia

En seis distintas partes del Apocalipsis se describe la adoración de la bestia, el diablo encarnado, como dirigida a su imagen. Cristo vino como "el resplandor de su gloria (de Dios), y la imagen misma de su sustancia" (Hebreos 1:3). Pero ahora les sobrevendrá un tormento inagotable a todos los que han escogido deliberadamente al falso cristo de Satanás, quien ordenaba a todas las gentes de la tierra que adoraran a su imagen. Esta retribución justa e inevitable tendrá que ser individual. La justicia retributiva será aplicada por igual a cada una de las personas que han seguido a la bestia y que llevan su marca.

B. La ira de Dios

No será permitida ninguna circunstancia de alivio. Con una fuerte voz, para que todos puedan oírlo, el ángel declara que el derramamiento de la ira va a ser sin ninguna mezcla. A. R. Fausset escribe: "El vino era mezclado con agua con tanta frecuencia que en griego se usa la expresión 'mezclar vino' en igual sentido que 'echar vino'; pero este vino de la ira de Dios no se diluye; no hay ni una gota de agua que pueda enfriar su calor. Nada de gracia o esperanza se mezclará con él. Esta terrible amenaza puede elevarnos sobre el temor a las amenazas de los hombres. Esta copa de vino puro ya ha sido mezclada y preparada para Satanás y los seguidores de la bestia."

C. El lamento de los condenados

El fuego y el azufre son símbolos de una inefable angustia (Isaías 30:33; Apocalipsis 20:10) y este castigo eterno va a ser aplicado a los impenitentes o no arrepentidos. "El azufre," dice William Neweil, "es la sustancia más terrible. . . en su acción sobre la carne humana, en el tormento que produce al tener contacto con el cuerpo. Cuando se combina con el fuego, el azufre es una absoluta agonía, una angustia indescriptible. Y ese es su propósito, porque esa será la ejecución de la venganza divina ilimitada."

El tormento eterno de los adoradores de la bestia queda descrito en el terrible lenguaje de 14:11: "El humo de su tormento sube por los siglos de los siglos." Se hace mención ahora de una multitud entera: "su tormento." La angustia será continua e interminable. La expresión "por los siglos de los siglos", con el sentido de "edades eternas", se usa en el Apocalipsis para hablar de:

La existencia eterna de Dios (4:9, 10; 5:14; 10:6; 15:7).

La gloria eterna del Cordero (5:13).

El reino eterno de los creyentes (22:5).

El castigo eterno del diablo (20:10).

El castigo eterno de los perdidos (14:11).

Para aumentar el dolor de los atormentados, existe el hecho de que no tendrán "reposo de día ni de noche". No podrán morir ni dormir. Habrá tormento para ellos día y noche (20:10); no podrán buscar tregua ni alivio a su angustia. Tan interminable horror y tan incesante agonía aturden nuestra comprensión. ¡Que Dios nos dé gracia y poder para persuadir a los pecadores para que se libren del inevitable y eterno castigo que aguarda a todos los que no están cubiertos con la sangre del Cordero!

Sumándose al horror sentido por los inicuos, está además el hecho de saber que los santos ángeles y el Cordero los están observando. Esto intensificará lo repugnante que resultará la maldición. Estos testigos santos que presenciarán los tormentos de la condenación no estarán regocijándose acerca de los sufrimientos por los que pasarán los condenados. Su presencia allí solamente indicará la terrible y santa aprobación de la sentencia divina. Los santos ángeles, una vez testigos de los espantosos actos de maldad de la bestia y sus seguidores, ahora presenciarán la venganza de Dios. Cada una de las personas atormentadas estará consciente de que los ángeles están observando su angustia. También los observará el Cordero, a quien ellos una vez menospreciaron y cuya sangre rechazaron perversa y maliciosamente. La asociación de los santos ángeles con el Cordero indica que operan conjuntamente en la ejecución de la venganza del Dios santo.

D. El bienestar de los santos

En contraste con los rebeldes que se han buscado su propia condenación tenemos a los pacientes escogidos de Dios, quienes claman ser librados del adversario (Lucas 18:1-8). La doble marca del remanente fiel en un período de inigualable tribulación es el guardar los mandamientos de Dios y mantenerse en la fe de Jesús. Ahora su fe y su paciencia son recompensadas abundantemente.

5. El cuarto ángel y su bienaventuranza (14:13)

¡Qué agradable alivio el que trae esta bienaventuranza! Viene como una tregua en medio de tanto juicio y tormento. Nos detenemos y respiramos aire fresco después de que se nos ha revelado tan indecible tormento. Pero tan pronto como dejamos esta bella descripción del eterno reposo de los santos, nos encontramos nuevamente en la terrible atmósfera de ira y venganza.

La meditación de Juan fue interrumpida por la orden de escribir. La bienaventuranza de los fieles debía ser registrada y conservada para siempre. Lo que el apóstol dejó escrito, debe ser atesorado en el corazón. La orden de escribir se repite doce veces en el Apocalipsis para indicar que todas las cosas a las cuales este libro se refiere son asuntos de gran importancia.

Aunque el mensaje que Juan escuchó tiene aplicación para todos los santos, tiene una relación muy especial con aquellos que han de ser martirizados por su fe. En muchos manuales para ceremonias fúnebres se da este alentador versículo como uno de los pasajes escritúrales apropiados para la recitación en el sepelio de los cristianos. Sin embargo, en esta bienaventuranza se tiene en consideración una clase especial de santos mártires en un período particular de la historia humana. "De aquí en adelante" es una expresión que indica un fin inminente, y que se está a punto de entrar a la bienaventuranza expresa. El tema central es el martirio bajo la bestia. Todos los que mueran en el Señor, es que estaban dispuestos a morir por el Señor.

Pero después de todas estas torturas que sólo la bestia es capaz de inflingir a aquellos que no le quieran rendir adoración, vendrá el descanso. Llegará a través de la muerte. Para los adoradores de la bestia no habrá descanso de día ni de noche; en cambio, para los que sean fieles hasta la muerte, habrá vida y descanso eterno. El descanso de los trabajos, de las preocupaciones y de la oposición satánica no incluye el descanso de la actividad para aquellos que pasan del martirio al cielo. El lugar de descanso no será un lugar de pereza, sino que ofrecerá la forma más sublime de servicio espiritual. Todos los creyentes que no tienen oportunidad de trabajar aquí o que no son apreciados en su servicio cristiano aquí en la tierra serán ampliamente utilizados por el Señor en el cielo.

6. El quinto ángel y la siega (14:14, 15)

El Armagedón está a punto de empezar y se nos da aquí un breve resumen que es amplificado en los capítulos que siguen. Para introducir este pasaje, Walter Scott escribe: "El juicio divino está a punto de barrer a la inicua tierra con la escoba de la destrucción para limpiarla del mal. La siega y la vendimia son figuras familiares empleadas para expresar las últimas operaciones de Dios. La primera representa el juicio por discriminación; la segunda se refiere a la ira indiscriminada. En la siega, el trigo es separado de la cizaña. En la vendimia, la cizaña queda sola en la escena profética y es sujeto de la justa venganza del Señor."

A. El segador de la cosecha

El segador celestial a quien Juan vio, no cabe duda de que era el Señor Jesucristo, quien es designado aquí como "el Hijo del Hombre". Bajo este título es como Cristo trata con el estado de cosas que hay sobre la tierra y juzga a los inicuos (Mateo 25:31-33; Juan 5:22-27). Debido a su relación con la raza humana, Cristo pone en ejercicio todas aquellas características que lo capacitan para el dominio universal.

Para introducir la visión del segador, Juan utiliza otro "he aquí", ya que está a punto de tratar sobre asuntos de interés especial. El primer objeto en atraer la atención del apóstol fue una nube blanca, lo cual es algo muy familiar en las tierras mediterráneas. Esta nube era similar a la nube resplandeciente de la transfiguración de Cristo (Mateo 17:5). Las nubes simbolizan la presencia divina (Ezequiel 10:4; Apocalipsis 10:1). El color blanco constituye un color prominente en Apocalipsis e indica la pureza y la absoluta justicia del segador en sus acciones.

El Creador de todas las nubes está sentado sobre una nube blanca. Con una nube como carroza, el Señor se dirige a su cruel tarea. El estar sentado sobre lo blanco sugiere calma y juicio deliberativo. Con la debida precisión, el segador recoge su cosecha.

La corona de oro que lleva sobre su cabeza es una guirnalda de victoria, y no su diadema de Rey. La victoria completa de Cristo se describe en detalle en 19:11-21, cuando muchas coronas ceñirán su frente. Su dignidad y sus derechos reales son sugeridos por sus coronas de oro — "como coronas de oro" (9:7) — pero la corona de oro de Cristo expresa la justicia divina en sus acciones victoriosas y no se trata de meras imitaciones de coronas. El hecho de que estas coronas le son conferidas por Dios, hace que ejerza autoridad real.

La aguda hoz que está en la mano del segador celestial es un símbolo de sus derechos sobre la siega. La ley mosaica ordenaba: "No aplicarás hoz a la mies de tu prójimo." Cristo con su hoz quiere decir que El segará el campo sobre el cual tiene autoridad. Lo "agudo" de la hoz indica que la acción de la siega será hecha de prisa y será completa. Es muy significativo que el emblema nacional de la Unión Soviética esté formado por el martillo y la hoz, los cuales está usando con temible eficacia para recoger una gran cosecha para el credo ateo del comunismo. Pero Dios usará su martillo — su Palabra (Jeremías 23:29) — para aplastar las hordas de la confederación del norte (Ezequiel 38; 39; Apocalipsis 19:15). Entonces su hoz recogerá una siega de juicios.

Otro ángel, distinto de los que ya han sido mencionados, sale del templo y llama a acción inmediata al segador. Este ángel no le da una orden al Hijo del Hombre, sino que es solamente un mensajero que anuncia al Hijo la voluntad del Padre Dios, en cuyas manos están los tiempos y las sazones. Todo el tiempo había estado esperando Cristo este mensaje, y ahora lo escucha (Hebreos 10:12, 13; Salmo 2:7-9). Dios comienza a actuar y el ángel sale del templo; el Segador del juicio está a punto de invadir la tierra. El templo y el trono, términos usados con mucha frecuencia en Apocalipsis, representan la presencia y la autoridad de Dios.

B. La cosecha madura

El Hijo del Hombre actúa con presteza, porque la cosecha está madura, "más que madura" o "seca". William Neweil nos dice: "La palabra griega usada aquí es la misma que se usa para la higuera de Marcos 11:20; mientras que en Lucas 23:31 se usa la forma adjetival:

'¿En el seco, qué no se hará?' refiriéndose a lo terrible de los últimos días de Israel."

"La hora de segar ha llegado" es una terrible declaración que nos hace retroceder a los profetas del Antiguo Testamento, quienes nos describen el tiempo de la siega de los obreros de iniquidad, ya maduros al final del período del dominio gentil. Joel 3:13 dice:

"Echad la hoz, porque la mies está ya madura. Venid, descended, porque el lagar está lleno, rebosan las cubas; porque mucha es la maldad de ellos." Esto solo puede indicarnos que la mies madura no son los santos salvos, maduros para la gloria, sino los impíos, quienes están ya listos para el juicio.

C. Los segadores de la cosecha

Cinco palabras son suficientes para describir el terrible fin de todo aquello en lo cual se ha gloriado el hombre: "Y la tierra fue segada." ¡Qué siega! Esta es la temible segunda venida del Rey de reyes en el gran día de su ira.

El Hijo del Hombre usa a los ángeles como segadores directos (Maleo 13:39), y ellos actúan con rapidez y presteza en su tarea de segar. Un proceso de separación tiene lugar: se observa la discriminación entre el trigo y la cizaña y entre los peces buenos y los malos. No se habla de una ejecución de castigos en esta siega, porque eso se llevará a cabo durante la vendimia. En esta siega se verificará un proceso de juicio discriminativo, previo al establecimiento del reino. Aunque se describen como un solo acto de segar, escos acontecimientos tienen lugar durante un período considerable y emplean varios agentes de parte de Dios.

7. El sexto ángel y la vendimia (14:17-20)

Hay dos ángeles en la visión de la viña de la tierra y su juicio. En 14:17 tenemos al ángel del templo con su hoz aguda. En relación con la descripción que se da sobre el Hijo del Hombre en 14:14, este "ángel de venganza" significa la asociación de los ángeles con Cristo en su obra judicial. Y así es como tenemos al "ángel que sale del altar" (14:18).

Qué clase de altar sea éste, no se dice. Sí representa al altar de bronce (el altar de los juicios), entonces la idea que se quiere dar es el juicio puro, no mezclado: el juicio divino sobre la viña de la tierra (Deuteronomio 32:31-35). Pero si este altar está representando aquí el altar del incienso (8:3-5; 9:13), entonces tiene un significado diferente. Fue sobre este altar donde se ofreció el incienso acompañado de las oraciones de los santos, lo cual trajo los terribles juicios de Dios sobre sus enemigos. El clamor de las almas de los que habían sido martirizados y que estaban debajo del altar (6:9) va a ser contestado completamente ahora. El falso profeta hizo grandes maravillas e hizo caer fuego del cielo, pero ahora el ángel del altar, que tiene poder sobre el fuego, sale y se dirige hacia los inicuos de la tierra. La cizaña será lanzada ahora al horno de fuego (Mateo 13:40-42).

El recipiente del juicio es "la viña de la tierra", porque sus uvas no fueron lo que el Creador esperaba, considerando todo el cuidado con el cual El la cultivó. La expresión "viña de la tierra" cubre el sistema religioso en su totalidad durante la visitación venidera de la ira de Dios. Las uvas de la apostasía mundial son "uvas silvestres". Al gran lagar de la ira de Dios deberán ser lanzados los apóstatas judíos y también los apóstatas gentiles. Este es el día de la venganza de nuestro Dios y no habrá esperanza de misericordia (Isaías 63:1-3; Jeremías 25:15, 16;Joel 3). Cristo, la verdadera viña, trata directamente con las uvas de iniquidad producidas tras siglos de cultivo y cuidado. Dichas uvas están completamente maduras para ser quemadas. La frase "las uvas están maduras", tal como se usa en 14:18 significa "han llegado a su colmo".

La expresión "fuera de la ciudad" indica la esfera donde será derramada la plenitud de la venganza de Dios. Jerusalén es la ciudad, y el valle de Josafat (donde se verificará la batalla de Armagedón) queda inmediatamente fuera de la ciudad. "Muchos pueblos en el valle de la decisión; porque cercano está el día de Jehová en el valle de la decisión" (Joel 3:14). "Fuera de la ciudad" también puede implicar que el escenario del derramamiento de la sangre de Cristo y de su pueblo será el mismo donde se verificará el juicio divino sobre todos los que rechazaron a Cristo.

Hay algo terriblemente repulsivo en la descripción que nos da Juan acerca de que los ríos de sangre humana llegan hasta los frenos de los caballos, por una distancia de casi trescientos kilómetros. La frase "del lagar salió sangre" es un lenguaje simbólico que describe la terrible matanza de los inicuos cuando el Señor los aplaste en su furia. Cuando Dios manifieste su poder, aplastará vastas multitudes, reduciéndolas a una pulpa sangrante. La bestia y el falso profeta juntamente con todos sus engañados seguidores y adoradores serán exterminados para siempre.

En la actualidad, cuando observamos el movimiento de ejércitos contrarios, nos parece como si el oriente estuviera preparándose para convertirse muy pronto en un importante teatro de guerra. Alrededor de Israel se están reuniendo gigantescas fuerzas militares. ¿Es esta conglomeración de poderes un anticipo de lo que sucederá cuando el Libertador de Israel aplaste a todas las naciones de la tierra que estén involucradas en la batalla? Sin lugar a dudas, la tierra está llegando a su punto de maduración para la vendimia de Dios en su forma más fuerte. A medida que nosotros observemos que ese día se acerca, se nos hace más imperativo que persuadamos a los pecadores para que huyan de la ira que vendrá. Hoy todavía estamos en el día de la gracia, y cada día que ésta se extienda debemos usarlo para rogarles a los incrédulos que nos rodean que se reconcilien con Dios.

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Las Siete Copas
Apocalipsis 15:1 — 16:21

1a Copa | La Ira de Dios | Las Arpas de Dios | La Gloria de Dios | 2a Copa | 3a Copa | 4a Copa | 5a Copa
6a Copa | Las 3 ranas | La batalla de Armagedón | 7a Copa |Tres Símbolos de Ira | Las 3 partes de la Ciudad

Ahora llegamos a dos capítulos de horror excepcional. Después de haber considerado a los instigadores de la horrenda iniquidad de la tierra, ahora llegamos a los terribles juicios de las copas. Están a punto de ser aplicados una serie de juicios severos y definitivos en una sucesión rápida y precisa. Como el pecado del hombre llegó a su punto máximo en el hombre de pecado, así ahora los juicios divinos van a descender del Dios de Justicia sobre la inicua tierra. Dentro de estos capítulos que tenemos por delante se encuentran los detalles concernientes a los juicios de Dios previos al gran día de su ira. Como lo veremos, el derramamiento de la séptima copa completa la ira de Dios. Luego sigue la ira del Cordero.

Con relación a esta doble ira, William Neweil dice lo siguiente:

"Recuerde siempre que Cristo debe venir personalmente al final y pisar el lagar solo, en su furor (Isaías 63:3-5). La ira de Dios es general, mundial y tiene como punto de mira la iniquidad del hombre y su idolatría. La ira del Cordero es particular, contra el anticristo y su rey y contra los ejércitos reunidos con el doble propósito de destruir a Israel como nación (Salmo 83:4) y hacer la guerra contra el Cordero... (Apocalipsis 19:19; Zacarías 12:10) para evitar que rescate al asediado Israel."

Estos dos capítulos deben estudiarse juntos, porque proporcionan los detalles de lo que se dice en términos generales en las palabras introductorias de 11:18: "Y se airaron las naciones, y tu ira ha venido, y el tiempo de juzgar a los muertos..." En el capítulo 15 se nos da la preparación para las copas, pero en el capítulo 16 tenemos el derramamiento de las copas.

La señal o milagro del capítulo 15 se extiende hasta el final del capítulo 16. De hecho, 15:1 es un resumen de todo lo que sigue. Los ángeles propiamente no reciben las copas sino hasta el 15:7, pero aquí en el versículo introductorio se ven anticipadamente como si ya las tuvieran. En esta gran maravilla que vio Juan encontramos la consumación de un trío de señales. La "gran señal" de la mujer (Israel) es presentada en 12:1. "Otra señal," la del dragón, el antagonista de Cristo se presenta en 12:3. Y aquí tenemos "otra señal en el cielo, grande y admirable". Las tres señales son vistas en el cielo, el lugar inmediato de la morada de Dios. Esta tercera señal (más solemne que las dos anteriores debido a su asociación con la ira de Dios sobre la bestia) es "grande" porque algo de trascendental importancia va a ser revelado. La palabra "admirable" indica que la paciencia divina ya se ha agotado, y que la terrible visitación de los juicios divinos está a punto de caer sobre los apóstatas de la tierra.

Parece como si el contenido del capítulo 15 girara alrededor de tres expresiones muy fuertes: la ira de Dios (15:1, 7), las arpas de Dios (15:2) y la gloria de Dios (15:8).

1. La ira de Dios

Los siete ángeles y las siete plagas constituyen el medio por el cual se expresa la ira de Dios. Esta expresión, "la ira de Dios," la cual aparece seis veces en el Apocalipsis (14:10, 19; 15:1,7; 16:1, 19), es en realidad una frase terrible, que debería causar terror en los corazones de los no salvos que viven hoy en esta tierra.

"Los siete ángeles" (diferentes de aquellos siete altamente honorables, relacionados con las trompetas) salen del templo (15:6), la residencia inmediata de Dios y de los ángeles. Del templo antiguo salían los sacerdotes como ministros de gracia. Pero ahora los ángeles emergen como ministros de juicio.

"Templo" o "tabernáculo del testimonio" es una frase muy sugestiva. Para Israel esto representaba una garantía de la presencia de Dios con el pueblo, y de su providencia para con él. Pero ahora la santidad de Dios demanda el castigo de los malvados, y por lo tanto tenemos el "testimonio" de juicio, de acuerdo con la naturaleza de Dios, contra la bestia y contra todos los enemigos de su pueblo. David Brown dice: "El tabernáculo del testimonio surge a la vista aquí apropiadamente, porque la fidelidad de Dios está tomando venganza por su pueblo con juicios que están ya para ser ejecutados sobre sus enemigos. Necesitamos echar una mirada dentro del Lugar Santo para comprender los propósitos y los planes secretos de los rectos juicios de Dios."

Los siete ángeles estaban vestidos en forma apropiada para el carácter justo de su misión y también para aparecer en la misma forma en que estaba vestido el Señor (1:13). Si comparamos esto con 19:8 nos daremos cuenta de que el lino puro es indicativo de justicia, mientras que el cinto de oro alrededor del pecho (no de los lomos) sugiere que la obra de juicio es compatible con la naturaleza santa de Dios.

Las "siete plagas postreras" o "siete últimas plagas" sugieren algo definitivo y terminado; por lo tanto, la aparición de los siete es especialmente apropiada. Hemos llegado al ciclo Final de la visitación de los juicios. Por supuesto, las copas no constituyen el final de la ira divina, ya que caerán nuevos golpes de venganza cuando Cristo venga en persona (19:11-21). Lo que vemos aquí es la conclusión de los juicios providenciales de Dios. Estas copas se encuentran "llenas de la ira de Dios". "Llenas" significa completas o consumadas. Para Dios el futuro es tan cierto como si fuera ya pasado; así de firme en su cumplimiento es su Palabra.

2. Las arpas de Dios

Este prefacio a los últimos juicios devastadores de Dios incluye una bella descripción de los mártires victoriosos que están con el Señor. El párrafo del 15:2 al 15:4 está repleto de victoria, alabanza y adoración. Las alabanzas corales del cielo están representadas por el arpa, la cual, con su combinación de notas profundas y solemnes y melodías tiernas y suaves, representa la alabanza y adoración a Dios (1 Crónicas 25:6). Las arpas de Dios (esto indica que los instrumentos, los músicos y los cantos son suyos) eran parte de los instrumentos del cielo, usados exclusivamente para la alabanza de Dios. Parece como si los dos grupos de arpistas cantores mencionados en 14:2 y 15:2 representaran la misma hueste victoriosa.

La tribuna sobre la cual están de pie los arpistas es parecida a un mar de vidrio mezclado con fuego. En el mar de vidrio Walter Scott ve un estado inalterable de santidad, de pureza interior y exterior. El mar sugiere inmensidad y el vidrio sugiere una calma sólida y estable, una paz serena y permanente. Dice Wordsworth: "El mar de vidrio expresa tranquilidad y brillantez; y este mar celestial es de vidrio (4:6) para declarar que la calma del cielo no es como los mares de la tierra, encrespados por los vientos, sino que éste se halla cristalizado en una eternidad de paz." Al describir a los mártires en pie sobre el mar de vidrio, se está sugiriendo que esta compañía de santos ya ha llegado a su reposo y a su nueva posición como vencedores y adoradores.

El mar de vidrio mezclado con fuego introduce otro elemento. Estos santos han salido victoriosos de su terrible prueba. Tenemos tres enemigos a los cuales enfrentarnos: el mundo, la carne y el diablo. Pero estos músicos tenían un cuarto enemigo con el cual pelear: la bestia. Se alcanzó la victoria sobre la bestia, sobre su imagen, sobre su marca y sobre "el número de su nombre", y ahora ellos triunfan, porque su victoria es completa y definitiva.

El canto que acompaña a las arpas tiene en sí un toque de gran poesía. Es un canto de victoria como el de Moisés después de cruzar el mar Rojo. Dos cánticos se combinan aquí: el cántico de Moisés, siervo de Dios, y el cántico del Cordero. El cántico de Moisés es de triunfo sobre el mal por medio de los juicios de Dios. Este es un cántico que celebra la derrota de Faraón y sus ejércitos en el mar Rojo (Éxodo 15). (Este canto mosaico no debe confundirse con el canto profético de Deuteronomio 32:1-44.) El cántico de Moisés, aunque muy hermoso, solamente celebraba una redención terrenal. La gracia y gloria del canto que fue entonado en la orilla oriental del mar Rojo estaban asociadas con el poder sobre los enemigos de Israel en Egipto, a través de los juicios de Dios.

El cántico del Cordero, en cambio, es de una naturaleza muy diferente. Este canto, dirigido por el Cordero como Capitán de nuestra salvación, lleva implicada la exaltación del Mesías rechazado, del Mesías sufriente. Al ser entonado por el remanente fiel y martirizado en medio del Israel infiel y apóstata, este cántico celebra a Dios y al Cordero de parte de aquellos que sufrieron pero que ahora se encuentran en el cielo.

Al estudiar el contenido de este doble canto, nos damos cuenta de que en él se glorifica a Dios de varias maneras. En primer lugar son alabadas sus obras. La frase "grandes y maravillosas" se repite en 15:1, 3, para señalar la vindicación de la justicia de Dios de manera que El sea glorificado al final de sus tratos con los hombres. En el título divino combinado Señor Dios Todopoderoso tenemos una inmensa reserva de fortaleza y de consolación para los santos, pero de malos presagios para los enemigos de Dios.

Los caminos de Dios son ensalzados como "justos y verdaderos" o "rectos y verdaderos". En el acto de castigar a sus enemigos. Dios actuará de acuerdo con su propia personalidad. El juicio equitativo será ejecutado por el "Rey de las naciones" (no "el Rey de los santos," como lo traduce RV). Algunas versiones traducen esta expresión como "el Rey de los siglos." El punto importante en la controversia del Señor con la tierra es dilucidar quién es el rey de las naciones. El o la bestia que es agente de Satanás. En la víspera del derramamiento de las copas sobre el reino de la bestia, los cantantes victoriosos alaban al Señor como el verdadero Rey de las naciones.

La adoración a Dios también forma parte de este estupendo cántico. Las tres veces que aparecen las razones por la cuales el Señor debe ser glorificado se hallan en este mismo versículo:

"Pues sólo tú eres santo," Los cantores, de pie sobre el mar de vidrio, celebran la santidad de Dios. Le temen y lo glorifican como el único digno de ser llamado santo. La bestia se había puesto a sí misma como dios, pero el coro de victoriosos escogió la santidad frente a este mundo lleno de pecado, y ahora se encuentran donde reina la verdadera santidad.

"Por lo cual todas las naciones vendrán y te adorarán." Los juicios de Dios llenarán de temor a sus enemigos. Anticipándose al dominio universal del Señor, los santos se dedicarán a celebrar con regocijo el reconocimiento universal de la supremacía divina. Aquí vemos que tiene lugar el cumplimiento definitivo de profecías tales como Salmo 148; Isaías 2:2-4; 56:6, 7; Zacarías 14:16, 17.

"Porque tus juicios se han manifestado." Otra traducción dice: "Porque tus justicias han sido manifestadas." El plural "justicias" indica la manifestación de los actos justos de su juicio. Puesto que El es justo, aun mientras está aplicando juicio y venganza, debe ser glorificado. Estas son palabras verdaderamente bellas, que son expresadas por aquellos que han pasado a través de los horrores de los tormentos de la bestia.

Al comentar esta excepcional escena, F. B. Meyer dice: "Aquellos que existieron bajo la dispensación de Moisés, los seguidores del cordero en la presente dispensación, y con ellos todas las almas de los santos que han vencido, constituirán un inmenso coro. Pero por más que escudriñe el cántico de Moisés, no se encontrará en él ni siquiera una nota que se iguale con éste en sublimidad. Aquí tenemos a los santos de Dios, que han aprendido a distinguir y apreciar lo bueno de la justicia y de una conducta y gobierno santos, capacitados por su posición ventajosa en relación con la eternidad para considerar la historia completa del programa divino, adorándolo a El como el Rey de los siglos, y reconociendo que todos sus caminos han sido justos y verdaderos. ¡Qué confesión! ¡Qué reconocimiento!"

3. La gloria de Dios

La última sección de este interesante capítulo (15:5-8) es introducida por otro "he aquí" (omitido por algunas versiones). Este párrafo empieza con la morada de Dios y concluye con la gloria de Dios. Como todo el contenido del párrafo está relacionado con la gloria de dios, examinemos estos versículos teniendo esto en cuenta.

William Neweil opina a favor de un templo real de Dios en el cielo, pero nosotros creemos que la palabra "templo" es usada debido a lo que representa simbólicamente; es decir, el lugar de la morada de Dios, en donde se le debe buscar y adorar. Del templo salen los siete ángeles, los cuales tienen las siete plagas, la última visitación de juicios de parte de Dios sobre las naciones.

El hecho de que uno de los seres vivientes les haya entregado las copas a los ángeles indica que estos seres vivientes son los ejecutores del gobierno judicial de Dios. Por estar "llenas de ojos", estas magníficas criaturas poseen un profundo entendimiento acerca de los propósitos de Dios y por lo tanto preparan a los ángeles para la ejecución de los temibles acontecimientos. Se ha indicado que hay tres pasos en la operación de los juicios de Dios:

1. Los ángeles reciben órdenes y vestiduras adecuadas en el ^ santuario (15:6).

2. Reciben las copas llenas de la ira de Dios de parte de uno de los seres vivientes (15:7).

3. No pueden dar ni un paso en el proceso del juicio hasta que Dios les da la orden de hacerlo (16:1).

Todo esto sugiere que las obras y los caminos de Dios aun en la aplicación de sus juicios son realizados con calma y mesuradamente. Y es esto precisamente lo que nosotros esperaríamos de Dios, quien "vive por los siglos de los siglos." Es el Dios eterno quien está a punto de inundar la inicua tierra con las plagas de su ira. Nunca debemos olvidar que Él es glorificado tanto en juicio como en gracia.

Antes de dejar este capítulo preparatorio, se nos introduce a la cortina de humo de Dios que lo cubre todo en el santuario momentáneamente. El humo, por supuesto, es un símbolo de la presencia de Dios (Éxodo 19:18; Isaías 6:4). Nadie podía entrar en el templo debido a la presencia de Dios en la manifestación de su gloria y poder durante la ejecución de los juicios de las copas. El humo de la gloria y el poder de Dios llenaba el templo. Moisés no podía entrar al tabernáculo del testimonio (ni los sacerdotes podían entrar en el templo) cuando se manifestaba la gloria del Señor (Éxodo 40:34, 35; 1 Reyes 8:10, 11). Lo que vemos aquí no es la gloria misma, sino humo que provenía de la gloria. No es que el incienso haya llenado el templo, sino él humo que es la gloria de Dios manifestada enjuicio. Ciertamente, en torno a esta escena completa que llena nuestros corazones de temor, hay una finalidad. Dios está a punto de tratar con los rebeldes de la tierra.

El versículo inicial del capítulo 16 es rico en significado. En primer lugar está la "gran voz del templo", la cual ha sido interpretada de varias maneras. Es posible que se trate de la voz de Dios, ya que nos trae a las copas de la ira de Dios. Cristo no es mencionado sino hasta después de que Dios haya ejecutado personalmente sus juicios. Como lo hemos señalado con anterioridad, el Apocalipsis es el libro de las voces y siempre que se encuentra una "voz" esto implica una comprensión inteligente del asunto en cuestión. Leemos acerca de una gran voz, sonora y fuerte. Tales adjetivos describen el carácter de la voz y también la naturaleza de lo que anuncia.

Aquí la gran voz sale del templo, del lugar santísimo. Debido a que la santidad de Dios demanda la ejecución de los juicios sobre este mundo apóstata, la ira de Dios arde furiosamente: "Id y derramad sobre la tierra las siete copas de la ira de Dios." Un mandamiento muy diferente provino de Cristo cuando El estaba a punto de dejar a los suyos: "Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura." Pero ahora la gracia es retirada. Ya no se habla más de la copa de salvación sino de la copa de la ira de Dios.

Pentecostés fue testigo del derramamiento del Espíritu Santo, y con tal efusión vino la manifestación de las bendiciones. Pero ahora hemos llegado a otro tipo de derramamiento: el enojo puro está ya a punto de descender sobre la tierra. La plenitud de la ira divina es vaciada en cada una de las copas, las cuales en su debido orden serán derramadas sobre este mundo pecador. El clamor del remanente judío sufriente es contestado en las siete plagas terribles que están por caer: "Y devuelve a nuestros vecinos en su seno siete tantos de su infamia con que te han deshonrado, oh Jehová" (Salmo 79:12).

En las copas de oro podemos vislumbrar de nuevo el furor de Dios. La palabra de donde viene el término "copas" es "tazones" o "redomas" y representa los recipientes redondos que se usaban en el santuario, donde eran llenados con el incienso fragante. Ahora los recipientes consagrados para uso y servicio del templo están llenos con la justa ira de Dios y son dedicados al juicio. Y la forma de la boca de estos tazones permite que su contenido sea derramado todo de una vez, lo que indica la asombrosa rapidez de los ayes.

4. La primera copa — sobre la tierra (16:2)

Hay algo muy expresivo en relación con la ejecución de estas siete plagas. Las copas en su totalidad implican acción violenta. Con un leve ataque destruyen el reino de la bestia, la cual se había investido a sí misma con el poder mundial. La destrucción repentina les sobrevendrá a la bestia y a sus adoradores y no escaparán.

Los juicios de las trompetas estarán limitados más o menos al mundo romano, pero los juicios de las copas cubrirán toda la tierra y constituirán la guerra total de Dios sobre el mundo. Las trompetas son la respuesta de Dios a Satanás, cuyo imperio será aplastado. Durante las trompetas, el poder de Satanás es desatado para alcanzar nuevos objetivos. Durante las copas, en cambio, es Dios quien desata su poder para concluir con su cruel operación. A los ángeles se les otorga el control directo sobre todas las fuerzas de la naturaleza y ellos a su vez ejecutan el juicio que está escrito.

En la primera copa o tazón de ira vemos una plaga muy parecida a la sexta plaga egipcia (Éxodo 9:8-12), la cual fue la primera plaga en afligir los cuerpos de los egipcios. David Brown recalca: "La razón por la cual la sexta plaga egipcia viene a ser la primera aquí es porque fue dirigida contra los magos egipcios Janes y Jambres para que no pudieran competir contra Moisés; de la misma manera esta plaga es enviada sobre aquellos que en la adoración de la bestia habían practicado hechicería. Puesto que se sometieron a la marca de la bestia, ahora también deberían llevar la marca de la venganza de Dios."

En conexión con esto, nos preguntamos si acaso la "úlcera maligna y pestilente" no afectará el lugar exacto del cuerpo donde los hombres llevaban la marca de la bestia, es decir, la frente y la palma de la mano. "Los sufrimientos físicos indudablemente se sumarán a la angustia sufrida por los hombres, pero la característica principal y predominante será lo judicial, lo que tendrá que ver con el alma y la conciencia, un sufrimiento que excede en gran manera a cualquier aflicción física." ¡Pero seguramente no podrán huir de las úlceras reales: heridas malignas, pestilentes y supurantes!

La palabra traducida "úlcera" significa una fea llaga que supura en una forma terriblemente maloliente. En Éxodo 9:8, Moisés y Aarón esparcieron las cenizas de un horno hacia el cielo a la vista de Faraón, y descendieron sobre hombres y animales en forma de horribles llagas. Tanto aquellas plagas como éstas deben ser interpretadas literalmente, como se prueba por el hecho de que las terribles heridas de la primera copa todavía atormentaban a los hombres durante la quinta copa, la de la oscuridad, donde leemos "dolores y úlceras" (16:11). Estas llagas no curadas implican desesperación y espanto. Estas heridas son incurables (Deuteronomio 28:27, 35) y deberán ser sufridas como un anticipo de las angustias del infierno.

5. La segunda copa — Sobre el mar (16:3)

Una característica sobresaliente de las copas es que no sólo se parecen a las plagas de Egipto, sino también a las plagas de las trompetas. Con las copas, sin embargo, no existe la limitación de juicio, como con las trompetas. En esta segunda copa de ira se nos da el cuadro de un hombre asesinado en medio del charco formado por su propia sangre. El mar y todo lo que está en él se convirtió en sangre, "como de muerto". Bajo la tercera trompeta, sólo la tercera parte del mar se convirtió en sangre (8:8), mientras que aquí la destrucción no es parcial sino completa. Cuando los juicios se hayan terminado, solamente quedarán unos pocos humanos vivos para entrar en el milenio.

Debido a que el mar cubre la mayor parte de la tierra, esta será una plaga que extenderá su poder mortífero universalmente. La bestia hizo derramar sangre en abundancia, lo cual es la marca distintiva de la muerte. Pero esa sangre de mártires es ahora vengada. La bestia está empezando a cosechar todo lo que ha sembrado.

¡Sangre por sangre! Faltan palabras para describir lo terrible que será que millones de animales del mar mueran y cubran la superficie de los océanos. La hediondez será desesperante. ¡Con todos los animales del mar muertos, qué putrefacción y enfermedades podrá contener semejante mar empapado en sangre!

6. La tercera copa—Sobre los ríos (16:4-7)

El tercer ángel, que preside las aguas, derrama su copa sobre los ríos y las fuentes de agua. Es decir, las fuentes del mar. Todas las fuentes del progreso y del bienestar nacional caen en crisis, ya que el comercio y la vida en general dependen en gran manera de ríos, canales y corrientes. Rechazamos la aplicación totalmente simbólica de "ríos" como si se refiriera a la vida ordinaria de una nación caracterizada por principios de gobierno conocidos y aceptados, y "fuentes de agua" como las fuentes de prosperidad y bienestar convertidas en sangre (moralmente contaminadas). Sostenemos que el ángel guardián que controla las aguas las contamina instantáneamente.

Dos ángeles se combinan en esta declaración de los juicios rectos, recíprocos y retributivos de Dios. Primero, el ángel de las aguas (16:4) usa el lenguaje peculiar que describe la eternidad de Dios: "El que eres y que eras." Como Dios es justo, nunca descuida en el menor grado la medida correcta de la más estricta justicia. Los apóstatas han derramado la sangre de los santos y de los profetas, pero ahora opera la justicia retributiva al hacer que los asesinos del pueblo de Dios beban agua hecha sangre. Una condenación terrible es la que se merecen. Son dignos de una muerte terrible, la cual les viene ahora como un anticipo de lo que será la muerte segunda en el lago de fuego.

El segundo ángel es descrito como el ángel que sale del altar (16:7). Más propiamente, es el mismo altar el que habla; "que sale" es una frase omitida en los mejores manuscritos. Podríamos traducir esta oración: "También oí al altar (personificado) que decía." Sobre este altar se han ofrecido las oraciones de los santos, presentadas a Dios, y debajo de él están las almas de los mártires clamando venganza sobre sus enemigos y los enemigos de Dios. De esta manera el ángel y el altar, que representan la totalidad del cielo, están de acuerdo en que los juicios de Dios son justos y verdaderos. Todos los que se encuentran dentro del templo celestial están de parte de Dios mientras El actúa como el gran Vengador por los suyos. Los lamentos desde los altares desde el tiempo de Abel en adelante son vindicados ahora para siempre jamás (Mateo 23:35).

7. La cuarta copa — Sobre el sol (16:8, 9)

Bajo la cuarta trompeta se obscurece la tercera parte del sol (8:12), pero aquí el poder abrasador del sol es intensificado. Le fue dado poder al sol para quemar con gran calor. Esto va a ser cuando Dios libere su bomba H. No interpretamos al sol simbólicamente en este pasaje (como la autoridad gobernante suprema, representada por el mundo romano revivido), sino como el mismo sol natural, de cuyo calor nada escapa (Salmo 19:1-6). Puesto que Dios tiene control sobre todas sus obras creadas, Él intensifica el calor del sol y por ese medio causa una terrible mortandad. El profeta Joel, al describir el día grande y terrible del Señor, declaró: El sol y la luna se oscurecerán, y las estrellas retraerán su resplandor (Joel 2:10).

Bajo la primera trompeta, los árboles y la hierba verde fueron quemados, pero ahora Dios aplica su castigo abrasador a los cuerpos de los hombres. ¿Podemos imaginar la terrible angustia que experimentarán las multitudes mientras son quemadas por este gran calor? "Y los hombres se quemaron con el gran calor." Es decir, los que se mencionan en 16:2, de quienes se dice que tenían la marca de la bestia. Así como ocurrió con las plagas de Egipto, también en estos juicios el pueblo de Dios será inmune. En la misma forma en que los tres jóvenes hebreos fueron preservados mientras permanecieron en el horno ardiente, así el remanente fiel será guardado por Dios (Apocalipsis 7:16; Daniel 3:27).

Así como el corazón de Faraón fue endurecido a pesar de la demostración del poder absoluto de Dios sobre su creación, de igual manera aquí el sufrimiento físico extremo no es capaz de producir ningún cambio en los corazones: "Y no se arrepintieron para darle gloria." En lugar de estar amedrentados por los juicios de Dios y clamar a El por su misericordia, estos hombres solamente blasfemarán del nombre de Dios. El castigo merecido entorpece los labios y endurece el corazón; el fuego del juicio no puede purificar. Puesto que es la bondad de Dios la que conduce al arrepentimiento (Romanos 2:4), los hombres que no sean ganados por la gracia, jamás podrán serlo.

Solamente podemos especular sobre lo que podría haber ocurrido si hubiera habido un verdadero arrepentimiento de parte de estos hombres cuya carne ardía. Con la autoridad que Dios tiene sobre las plagas, ¿hubiera detenido la tormenta de su ira para bendecir una vez más a los arrepentidos con su gracia? La tragedia será la absoluta ausencia de humildad y dolor de parte del hombre con relación a su pecado. Este doble juicio de calor ardiente y falta de agua limpia para tomar no será suficiente para producir algún cambio de corazón. Como toda esta gente es totalmente réproba, Dios la abandona totalmente.

8. La quinta copa— Sobre el trono de la bestia (16:10, 11)

En esta quinta copa de la ira, el juicio se derrama sobre el trono de la bestia, el cual había sido establecido en una imitación arrogante del trono de Dios. El dragón le dio su trono a la bestia (13:2). La obra maestra de Satanás es herida ahora en el centro y base de su poder. La bestia como una persona real está condenada, por ser el instrumento de Satanás. Y es evidente que los súbditos de este falso reino y también su cuerpo ejecutivo sentirán el impacto de la venganza divina. William Neweil sugiere que el trono de la bestia es la Babilonia reconstruida sobre la ribera del río Eufrates, la antigua capital de Satanás en la tierra de Sinar, donde será puesta la maldad "sobre su base" al final de los tiempos (Zacarías 5:5-11).

Al fin el impío e insolente desafío "¿Quién como la bestia, y quién podrá luchar contra ella?" (13:4) es contestado para siempre. Usando a la bestia, Satanás construye un vasto imperio, pero Dios no será superado: Ahora hiere el reino de la bestia con oscuridad. Puesto que ellos aman las tinieblas más que la luz, unas tinieblas físicas tan negras como la plaga egipcia (Éxodo 10:21-23) caen ahora sobre los seguidores de la bestia. Esta terrible oscuridad sugiere que la negrura y las tinieblas han de permanecer para siempre.

Esta densa oscuridad hará que los hombres se muerdan la lengua en su angustia. Este juicio parece realizarse simultáneamente con los efectos de otras plagas anteriores. Los dolores y las úlceras de la primera copa quedan de manifiesto en forma más asombrosa por la oscuridad. William Ramsey nos recuerda que la expresión "mordían de dolor sus lenguas" es la única de su clase en toda la Biblia, e indica la más intensa y aguda agonía. Tal acción sugiere furia y enojo a causa de la frustración de sus esperanzas y el derrocamiento de su gobernante y de su reino. Inmediatamente quieren vengarse, pero no pueden realizarlo; de allí su furia. Se morderán los labios y la lengua debido a su sufrimiento mental y su agonía física.

Es interesante notar que la parte del cuerpo con la cual estos rebeldes pecaron es ahora el lugar donde están siendo atormentados con terrible angustia. Blasfemaron del nombre del Dios del cielo, el que controla la luz y las tinieblas. Terribles expresiones brotaron de sus labios contra Dios y contra su nombre. ¡Ahora estos blasfemos se muerden la lengua!

Ni siquiera la acumulación de plagas, en lugar de una mera sucesión, logra producir un cambio en el corazón de ellos, porque como dice la Escritura, ellos no se arrepintieron de sus hechos. Su voluntad permanece endurecida. No se derrama ninguna lágrima de arrepentimiento. Como han sido abandonados a sus malas acciones, golpes aún más fuertes deben descender de parte de Dios para quebrantar su soberbia voluntad.

Debe señalarse que esta copa de oscuridad no debe ser confundida con el oscurecimiento de los cuerpos celestes poco antes de la aparición de Cristo en 19:11-16. Lo que vemos en esta quinta copa es una de las señales que el Señor dio en su descripción del período de la Tribulación (Lucas 21:8-38). Para el remanente fiel sobre la tierra habrá abundancia de luz, de la misma manera en que Israel tuvo luz en sus moradas durante las plagas egipcias.

9. La sexta copa — Sobre el río Eufrates (16:12-16)

Los eruditos difieren en cuanto a la interpretación de este pasaje. Un comentarista sugiere que al hablar de que se seca el río Eufrates se está hablando en figura de Babilonia, la cual está ubicada al lado de dicho río. Pero nada se adapta mejor al contexto que el río Eufrates mismo, cuyo ancho cauce es difícil de ser atravesado por individuos o por ejércitos. El acto de secar este río antiguo permitirá a los ejércitos asiáticos (como se describe en el capítulo 19) marchar sin estorbos hacia la Tierra Prometida, de la cual el Eufrates es la frontera oriental.

El asunto más importante a recordar aquí es que tanto el río Nilo como el río Eufrates han de quedar total y realmente secos (Isaías 11:15). De manera que tanto la frontera occidental como la oriental de Israel serán abiertas a los invasores e Israel quedará al descubierto para ser atacado por los cuatro ángulos. Cuando el río Eufrates haya quedado seco, los ejércitos orientales bajo sus respectivos reyes podrán alcanzar su objetivo.

Estos reyes, procedentes de "donde sale el sol" (una bella expresión oriental que se usa para hablar del este u oriente), marcharán sin que nada se lo impida hacia la Tierra Prometida. Puesto que el emblema nacional de Japón es el sol naciente, pudiera ser que esta nación participara en el avance de las hordas del Asia. ¿No es terrible pensar en que millones incontables de asiáticos van a cruzar el cauce seco del río Eufrates y unirán sus fuerzas con la bestia contra Israel? Una avalancha unida de naciones como ésta antes del gran día de la ira es temible en gran manera. Estos se lanzarán ciegamente para realizar una matanza en grande, hasta que la sangre suba a la altura de los frenos de los caballos.

Note el frecuente uso de la palabra "grande" en este capítulo. A través del ministerio milagroso de la bestia, las multitudes terminarán acostumbrándose a las cosas grandes. El sensacionalismo estará de moda entonces. Grandes acontecimientos ocurrirán cada día con su influencia atractiva y engañadora. Dios personalmente le va a dar a la gente unas pocas cosas "grandes," pero no para divertirla, sino para disciplinarla:

• Gran voz (16:1)

•Gran calor (16:9)

•Gran río (16:12)

•Gran día (16:14)

•Gran voz (16:17)

• Gran temblor de tierra (16:18)

•Gran ciudad (16:19)

• Gran Babilonia (16:19)

•Gran granizo (16:21)

•Gran plaga (16:21)

En el 16:13-16, que algunos escritores consideran como un paréntesis, encontramos la trinidad satánica dirigiendo la más gigantesca combinación de fuerzas enemigas jamás reunida sobre la tierra. Los grandes poderes mundiales, supervisados directamente por Satanás, se habrán reunido para su propia desgracia.

Dentro de esta copa de ira tenemos una trinidad maligna — el dragón, la bestia y el falso profeta — supervisando a todos los reyes de la tierra para su batalla, no sólo para luchar contra Israel, sino también para tratar de derrocar a Dios mismo. "Se levantarán los reyes de la tierra, y príncipes consultarán unidos contra Jehová y contra su ungido, diciendo; Rompamos sus ligaduras, y echemos de nosotros sus cuerdas" (Salmo 2:2, 3).

A. Las tres ranas

La trinidad maligna del misterio de iniquidad está ligada a tres espíritus inmundos como ranas (16:13). Aunque aparecían tres ranas en el escudo de armas original de Francia, un país que ha sido centro de infidelidad, socialismo y espiritismo, no creemos en la interpretación exclusivamente histórica de esta sección (ni de ninguna otra sección) de los capítulos 4 al 22. Debido a que la profecía frecuentemente es progresiva o acumulativa, existe un punto de vista moderado en cuanto a los principios de interpretación, que busca la manera de combinar el sistema histórico con el futurista. En esa forma puede haber un cumplimiento parcial de algunas secciones del Apocalipsis sin agotar todo su significado. Secciones así señalan hacia el futuro para su cumplimiento total. Los intérpretes que pertenecen a este doble punto de vista ven en el nazismo, el fascismo y el comunismo las tres ranas que vio Juan.

Muchos de los mejores manuscritos dicen "como ranas". Aquí tenemos el antitipo de la plaga de ranas enviada a Egipto, un milagro que los magos egipcios fueron capaces de duplicar (Éxodo 8:7). Una característica sobresaliente del ministerio de la bestia serán las grandes señales y maravillas realizadas por medios satánicos. El dragón, la bestia y el falso profeta están ligados con toda justicia a estas horribles ranas. Así como las ranas croan por las noches en pantanos y cenagales, también estos espíritus inmundos en la oscuridad del error enseñan mentiras en el fango de los deseos impuros. Alford habla de "la inmundicia y el ruido pertinaz de las ranas". Las ranas eran consideradas por los escritores y poetas griegos como los habitantes apropiados del lago Estigio, o río del infierno. Estos espíritus salen de las bocas de los tres inicuos que forman la trinidad infernal (la boca, por ser el asiento principal de la influencia). De acuerdo con varios pasajes de la Biblia, deducimos que la boca es la fuente y el medio de destrucción (Apocalipsis 1:16; 2:16; 9:17; 19:15; Isaías 11:4). El dragón será consumido con el espíritu de la boca del Señor (2 Tesalonicenses 2:8).

El espíritu inmundo salido de la boca del dragón simboliza la arrogante infidelidad contra el Señor y contra su Ungido (Cristo). El espíritu inmundo que sale de la boca de la bestia representa el espíritu del mundo en la política de los hombres, ya se trate de una democracia sin ley o del despotismo en el cual el hombre se sienta en lugar de Dios o por encima de Él. El espíritu inmundo que sale de la boca del falso profeta describe al espiritualismo mentiroso y las religiones falsas muy de moda en los días de la falacia satánica.

En esta trinidad satánica con su ministerio de obrar milagros tenemos una combinación de poder infernal directo, la fuerza apóstata bruta y una terrible influencia maligna con el odioso propósito de reunir a los millones de hombres de la tierra para la guerra. Entrará entonces en efecto el último esfuerzo del infierno por destruir el cielo, cuya consecuencia final será la toma de posesión de parte de Cristo sobre el dominio del mundo (19:17-21). A su regreso, El tratará con eficacia con estos tres espíritus inmundos, tal como lo hiciera con aquellos que se opusieron a El cuando estuvo en la tierra.

Puesto que la reunión de los reyes del mundo con la bestia es una señal de la venida de Cristo para destruir a sus enemigos, los santos reciben una exhortación para que velen su venida. Un mensaje de aviso y aliento se envía al remanente fiel: "He aquí, yo vengo como ladrón. Bienaventurado el que vela, y guarda sus ropas, para que no ande desnudo, y vean su vergüenza" (16:15). Aquí nos encontramos con un paréntesis de suma importancia espiritual. Debe entenderse claramente que este no es un mensaje para la Iglesia; sin embargo, los principios contenidos en él acerca de la bienaventuranza asociada con la actitud de velar (y la vergüenza para los que vivan descuidadamente) es aplicable a los santos de todas las generaciones.

Las expresiones "he aquí" y "bienaventurado" están relacionadas definitivamente con los santos de la Tribulación. Alrededor de ellos, las multitudes estarán durmiendo en oscuridad moral y espiritual. Estarán viviendo en un estado de seguridad falsa y se congratularán a sí mismos por el aparente estado de "paz y seguridad". Pero repentina e inesperadamente, el Señor, como un ladrón en la noche sorprenderá y destruirá a todas las gentes congregadas por la actividad satánica contra el Señor y contra su Ungido. Aquellos que creen que la Iglesia deberá pasar a través de la gran Tribulación, hacen mucho alarde sobre este versículo. Pero Cristo no vendrá por su Iglesia como un ladrón. El regresa por su Iglesia como un novio, ya que la Iglesia es su novia. Con la llegada de un ladrón hay pánico y miedo, puesto que viene a despojarnos de nuestras posesiones y a destruir nuestras propiedades (1 Tesalonicenses 5:2, 4; Mateo 24:43; 2 Pedro 3:10). Nosotros no somos de la noche ni de las tinieblas y por lo tanto no tenemos miedo del regreso de nuestro Señor.

Por supuesto, en lo que concierne a nuestro andar, debemos esforzarnos siempre por tener nuestras vestiduras sin mancha y llevar una vida en la que no haya nada de qué avergonzarnos y sin estar expuestos a desnudez moral. El peligro que confrontarán aquellos que vivan durante el tiempo en que los espíritus inmundos estén operando, será el de descuidar la esperanza venidera y por lo tanto exponerse a la mirada de los ángeles y de un mundo impío "desnudos": carentes de dirección y protección divinas.

El obispo Lightfoot sugiere que bien puede haber en esta exhortación a velar, una alusión a una costumbre judía en el servicio del templo. Veinticuatro turnos o compañías de guardia eran nombrados día y noche para vigilar las diversas entradas a los atrios sagrados. Uno era nombrado como capitán o jefe de los demás y era conocido como el "hombre del monte de la casa de Dios". Su deber era hacer ronda por las diversas puertas durante la noche para ver que sus subordinados fueran fieles a su cargo. Era precedido por otros hombres que llevaban antorchas encendidas, y se esperaba que cada centinela que estuviera despierto lo saludara con la contraseña "¡Hombre del monte de la casa de Dios, la paz sea contigo!" Si por descuido o por dormitar, alguien no cumplía con esto, era azotado, sus vestidos eran quemados y quedaba marcado por la vergüenza.

B. La batalla de Armagedón

¡Cómo temblamos al tratar de imaginar lo que ocurrirá con las naciones que se hayan confabulado con odio insaciable contra Dios y contra su Cristo cuando sean reunidas por los espíritus inmundos para la batalla de aquel día del Dios Todopoderoso! ¡La mortandad será universal! La historia testifica que hay ocasiones en que las naciones están entregadas a la guerra con una pasión tal, que los historiadores son incapaces de explicarla. Esta será la manera en que tendrá lugar esta guerra contra Dios.

¡Cuan ciegamente las hordas de la tierra serán conducidas contra Aquel que las ha creado! (Vea el Salmo 2; Apocalipsis 17:14 y 19:19.) La frase: "Y los reunió" (16:16) puede ser traducida: "Ellos (los espíritus inmundos de los versículos 13 y 14) los reunieron." Si se mantiene el pronombre personal "él" se entenderá que se trata de Dios, y es El efectivamente quien los pone a las órdenes de los espíritus inmundos. Nadie puede leer el Apocalipsis en su totalidad sin darse cuenta de que Dios está detrás de la escena y de los actores en todo el proceso judicial del libro. En un acto de justa retribución, El permite a los apóstatas gobernantes de la tierra que aglomeren a las multitudes en las montañas de Meguido.

Debido a que el Armagedón será testigo de la batalla más sangrienta de toda la historia, debemos considerar brevemente el significado histórico y profetice del campo de batalla más terrible de la tierra. El Armagedón está situado al pie del monte Carmelo, el escenario de la mayoría de las matanzas del pasado. Armagedón significa "montaña de la destrucción" o "matanza" y el nombre está bien puesto. En realidad, su nombre es Har Magedon: "Har", que significa "montaña", y Magedon o Meguido, de una raíz que tiene el significado de "cortar" o "matar". La limitada zona de Meguido no permitirá la presencia de un vasto número de hombres, pero este nombre puede también referirse a la más extensa vecindad de Israel, donde por medio de la actividad satánica las naciones de la tierra vendrán para ser aplastadas.

Meguido fue el escenario de la derrota de los reyes cananeos por la interposición milagrosa de Dios bajo la dirección de Débora y Barac. Como aliado de Babilonia, Josías fue derrotado y muerto en Meguido. Las lamentaciones de los judíos un poco antes de que Dios intervenga a favor de ellos contra todas las naciones que se han juntado contra ellos, es semejante a los lamentos por Josías en Meguido (Jueces 5:19, 20; Zacarías 12:11; 2 Crónicas 35:22-25).

Sin embargo, se puede hacer la pregunta: "¿Por qué es escogido Armagedón como el lugar de reunión?" Bueno, ¡las naciones se reúnen allí para atacar y destruir a Israel! "Contra tu pueblo han consultado astuta y secretamente, y han entrado en consejo contra tus protegidos. Han dicho: Venid y destruyámoslos para que no sean nación, y no haya más memoria del nombre de Israel. Porque se confabulan de corazón a una, contra ti han hecho alianza" (Salmo 83:3-5). Dios, sin embargo, domina e interviene. Aunque las naciones se arrojan en un esfuerzo combinado contra el Señor y contra su pueblo, el furor divino se desata y la destrucción invade a las hordas arrogantes. Israel es liberado y sus crueles enemigos son destruidos. En esta derrota total de las naciones se decide la soberanía de la tierra, así como el derecho de Israel a poseer su propia tierra.

10. La séptima copa—En el aire (16:17-21)

Todo lo que se ve durante la copa anterior es preparatorio para el derramamiento final de la ira de Dios, el gran día de la ira de Apocalipsis 19:11-16. Entonces y sólo entonces, los rebeldes serán destruidos y quitados de la tierra (Mateo 13:40-43). En la sexta copa tenemos la reunión de las naciones de la tierra en Israel para realizar una verdadera guerra contra Dios y contra el remanente de su pueblo (Isaías 11:15, 16). Ahora se acerca una destrucción que excederá en magnitud a todo lo que se ha experimentado desde que el hombre inició su triste historia fuera del jardín del Edén.

El séptimo ángel derramó su copa en el aire. Debido a que todos los hombres respiran aire, el cual es esencial para la vida, tenemos aquí un juicio divino que afectará el aliento de vida de la gente. Además, puesto que Satanás es descrito como el príncipe de la potestad del aire (Efesios 2:2), también vemos en esta copa la consumación del juicio sobre todas las influencias perniciosas del diablo. El mundo de Satanás sufre bajo esta terrible plaga. La "gran voz" es la voz de Dios, como la del 16:1, con la excepción de que aquí se unen el templo y el trono. En el templo es donde El reside, mientras que en el trono es donde reina. La voz divina clama diciendo: "¡Hecho está!", refiriéndose a toda la serie de plagas que ahora queda completa. ¡Hecho está! Ya ocurrió. Compare la voz de Dios en esta consumación final con la voz de Cristo sobre la cruz, cuando fue consumada la obra de la redención: "¡consumado es!" Aquel "Consumado es" del Salvador fue rechazado, así que ahora viene el Juez con su exclamación "Hecho está" con relación a la retribución divina.

El final de la ira de Dios ha llegado. Un poco más tarde vendrá la terrible exhibición de la ira del Cordero. Bajo esta séptima copa, Dios le está dando a Babilonia "la copa del vino del furor de su ira". Esta frase sugiere tanto ira hirviente como enojo reposado, dos ideas que están implicadas en Jeremías 30:23, 24. Aquí ya se da por realizada la destrucción de Babilonia. En los capítulos 17 y 18 tenemos una descripción separada del breve resumen que se nos ha dado bajo esta copa. Dios es el Creador y por lo tanto puede producir convulsiones de tal magnitud que pueden lanzar a la tierra al estado caótico previo a la creación del hombre.

A. Tres símbolos de ira

En los "relámpagos y voces y truenos" (siempre simbólicos de poder grandioso en el juicio) tenemos una fórmula de visitación divina preparada para llevar el terror a los corazones de los hombres. Estas señales y representaciones de enojo retributivo son enviadas a la tierra en la forma del más fuerte terremoto que la tierra haya jamás experimentado. Todos los terremotos ocurridos hasta ese momento parecerán insignificantes frente a este inigualado temblor de tierra. (Vea Hebreos 12:25, 26.)

B. Las tres partes de la ciudad

Tan destructivo será este terremoto, que la ciudad de Jerusalén se dividirá en tres partes. Roma y todas las grandes ciudades de la tierra son reducidas a ruinas. Toda la soberanía sobre los reyes de la tierra que Roma y Babilonia habían representado es destruida para siempre. La "gran Babilonia" es descrita como madura y lista para un "gran terremoto" y una "plaga... extremadamente grande". Su lugar y su grandeza son condenados a eterna destrucción (Jeremías 51:62-64), destrucción que es celebrada en el cielo según Apocalipsis 19:1-4.

Además del terror de esta hora, viene el desplomamiento de islas y montañas. Bajo el sexto sello éstas fueron removidas "de su lugar" (6:14). Aquí se dice que "toda isla huyó, y los montes no fueron hallados". ¡Será una gigantesca catástrofe!

El acto que sirve para coronar los juicios es el descenso de enormes granizos sobre la tierra. El granizo, como lo veíamos anteriormente, es un símbolo de la ira divina (Isaías 28:2; Ezequiel 38:22). (Con respecto a otras granizadas, vea Apocalipsis 8:7 y 11:19.) Nadie se puede imaginar con exactitud cómo serán los efectos de esta violenta y desastrosa tormenta de granizo. La destructiva y asombrosa naturaleza de este juicio se nos hace más evidente cuando recordamos que los granizos son "como del peso de un talento" cada uno. Un talento tiene entre 47 y 82 kilogramos, de manera que la severidad del juicio reservado para el día de la batalla y la guerra "en los tesoros del granizo de Jehová", es temible en extremo (Job 38:22, 23; Salmo 105:32).

¡Pero estos juicios solamente provocan blasfemia en lugar de provocar arrepentimiento! El endurecimiento de la conciencia es el resultado de la persistencia en el pecado. La tragedia consistirá en que los hombres no se sentirán quebrantados para arrepentirse, sino que permanecerán sin cambio alguno. Con tal demostración del poder judicial de Dios, los hombres deberían sentirse arrepentidos y glorificarlo a Él, pero en lugar de eso, perecerán maldiciendo a Dios Qué diferente es el efecto que produce la manifestación del poder de Dios sobre los suyos: estos dan gloria al Dios del cielo (11:13).

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