miércoles, 2 de junio de 2010
La promesa del Espíritu Santo. La Gran Tribulación
Sirviendo Al Cuerpo De Cristo
Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre
tales adoradores busca que le adoren. Jn..4:23
La promesa del Espíritu Santo
Joel 2:28-32; Hechos 2:1-39
El Don del Espíritu Santo es una promesa para cada creyente (Hechos 2:38).
Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare (Hechos 2:39).
I. Se da la promesa
A. El derramamiento viene después de la restauración
B. La promesa del gran derramamiento
II. Cumplimento de la promesa
A. El discurso inspirado de Pedro
B. Estos no están ebrios
C. Profecía de Joel
III. La promesa es para todos
A. El poder de la palabra profética
B. Un llamado al arrepentimiento
C. La promesa del cumplimiento sigue en pie
1. Examinar la conexión entre la profecía de Joel y los eventos del día de Pentecostés.
2. Desear el don del Espíritu Santo como una fuente continua de poder espiritual.
El derramamiento del Espíritu Santo en el día de Pentecostés fue algo nuevo en el trato de Dios con su pueblo. En la época del Antiguo Testamento Dios llenó a varias personas con su Espíritu. Bezaleel y Aholiab, por ejemplo, fueron llenos para hacer un trabajo más excelente en el tabernáculo y enseñar a otros también (Éxodo 31:2,3; 35:30-35). Más tarde. Moisés reconoció que el Espíritu Santo debía ser parte de la experiencia normal del pueblo de Dios (Números 11:29), pero ese nunca fue el caso durante la época del Antiguo Testamento. Joel profetizó que Dios derramaría su Espíritu, no sólo sobre algunos, sino "sobre toda carne." Los límites del Antiguo Testamento se quitarían y la experiencia sería para todos. El cumplimiento de la profecía de Joel empezó en el día de Pentecostés y continuara hasta que Jesús regrese.
I. Se da la promesa (Joel 2:28-32)
A. El derramamiento viene después de la restauración
Joel. el gran profeta de Pentecostés probablemente vivió en Jerusalén durante la infancia del rey Joás cuando Joiada el sacerdote tenía el control del gobierno. El profetizó un maravilloso derramamiento del Espíritu de Dios "después".
Pregunta: ¿Qué quería decir Joel con "después"?
La primera parte del libro de Joel hace un llamado al arrepentimiento (1:14; 2:12-17). Después del arrepentimiento, Dios promete la restauración (2:25). Así que, "después" puede significar después del arrepentimiento y la restauración.
Sin embargo, "después" toma un nuevo significado en vista de toda la profecía bíblica. La restauración que hace posible la venida del Espíritu Santo debe ser la comunión con Dios por medio del sacrificio de Cristo en la cruz. La experiencia del Calvario tuvo que preceder a Pentecostés.
Muchos eruditos de la Biblia ven un indicio de esto en Joel 2:23. Para los judíos de la antigüedad la última parte de ese versículo significaba: "Porque Dios te dará el Maestro para justicia y hará que caiga lluvia sobre ti, lluvia temprana, y lluvia tardía antes que nada." De esto podemos ver que "después" hace que el fluir sobrea bundante del Espíritu sea un don que viene después del don del Maestro de justicia, esto es, el Mesías, el Cristo.
B. La promesa del gran derramamiento
El derramamiento del Espíritu de Dios fue prometido para "toda carne", es decir, "toda la humanidad".
Otra característica importante de este derramamiento profetizado es que rompería todas las barreras y restricciones sociales.
"Toda carne" no tendría límites de edad ni sexo; los hijos y las hijas profetizarían. Los ancianos tendrían sueños profeticos y los jóvenes verían visiones proféticas. Es más, el Espíritu Santo sería derramado en abundancia sobre los esclavos. Esto era algo nuevo. Grandes multitudes de esclavos existían en los tiempos antiguos y no tenían derechos. Los judíos de entonces no podían creerlo. Su interpretación era "los siervos de Dios" no "esclavos". Los fariseos odiaban a la gente común de Israel, y aun más a los esclavos (Juan 7:49).
Dios es un Dios bueno. Su propósito siempre ha sido bendecir a todos (Génesis 12:3; 22:18; Juan 3:16). Así que, Joel aclaró que el derramamiento del Espíritu es para todos: judíos y gentiles, ricos y pobres, jóvenes y ancianos, educados y analfabetos, sin tener en cuenta el sexo, la raza, el color ni el origen nacional.
Aquí el hebreo usa una forma del verbo "derramar" que indica que el derramamiento es una acción progresiva o repetida. No debía ser un evento de una sola vez, pues una vez que ocurriera continuaría de generación en generación. Aunque algunos lo rechazaban, todavía sería accesible. Dios no deja de derramar su Espíritu sobre los que creen y lo reciben. Cada cristiano puede creer y recibirlo hoy.
II. Cumplimiento de la promesa (Hechos 2:14-21)
A. El discurso inspirado de Pedro
En el día de Pentecostés estaban todos unánimes juntos cuando de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba. El viento era un símbolo del Espíritu en el Antiguo Testamento, y el sonido de ese viento indicaba poder. Debe haberles recordado la promesa de poder que Jesús les dio en Hechos 1:8 para que fueran testigos. Luego vino algo que parecía una gran llama sobre todo el grupo que se dispersó y se repartió como llamitas de fuego que reposaron sobre la cabeza de cada uno de los ciento veinte. En el Antiguo Testamento, el fuego del cielo sobre el sacrificio indicaba que Dios aceptaba el tabernáculo, y después el templo de Salomón.
Ahora los creyentes eran sacrificios vivos y tanto en grupo como individualmente eran templos listos para ser llenos del Espíritu Santo.
Pregunta: ¿Qué evidencia hubo de que los ciento veinte fueran bautizados en el Espíritu Santo?
No tenían que esperar más. Estaban todos llenos con el Espíritu Santo, y la evidencia era que hablaban en otras lenguas (idiomas) según el Espíritu les daba que hablasen. Al principio, muchos entendieron que alababan a Dios en esos idiomas, pero cuando se reunió la multitud, muchos no entendieron y se burlaron de ellos, diciendo que estaban llenos de vino nuevo (vino especialmente embriagante hecho de una clase de uva muy dulce).
Por fin, los doce discípulos se pusieron de pie, y Pedro comenzó su discurso inspirado. La palabra griega quiere decir "pronunció" y viene del mismo verbo que se usa en Hechos 2:4 acerca del Espíritu que dio a los ciento veinte la capacidad de hablar otros idiomas. Así que, lo que Pedro dijo no puede llamarse sermón. El no se sentó para preparar un bosquejo de tres puntos, sino que se puso de pie y presentó una manifestación del don de profecía del Espíritu Santo, en un lenguaje que todos entendían. Habló a la gente para edificarlos y exhortarlos (1 Corintios 14:3; Hechos 2:40).
B. Estos no están ebrios
El sonido de las lenguas atrajo a la multitud que estaba confusa. Aun los que entendían el significado de las palabras en sus propios idiomas no parecían entender el propósito. No debemos suponer, sin embargo, que su experiencia manifestaba el delirio que caracterizaba las celebraciones paganas. Tampoco estaban hablando en éxtasis. Los ciento veinte estaban en control de todas sus facultades. Sabían lo que hacían y estaban llenos de gozo.
Tan pronto como los apóstoles se pusieron de pie, todos los ciento veinte tuvieron que dejar de hablar para poder oír a Pedro. Eso demostró, además que estaban en control de sus facultades. Pedro dijo que no era lógico que la multitud supusiera que los ciento veinte estaban ebrios, puesto sólo eran las nueve de la mañana. Ningún judío en aquellos días se embriagaba tan temprano por la mañana, especialmente porque era la hora de la oración.
C. Profecía de Joel
Pregunta: ¿Fue cumplida la profecía de Joel en ese momento?
Pedro, hablando todavía con el don de profecía del Espíritu Santo, continuó su declaración de que lo que la gente veía y oía cumplía la profecía de Joel. La multitud vio y oyó a los hijos y las hijas de Israel profetizando, llenos del Espíritu, y hablando bajo su unción. De esto deducimos también que el hablar en lenguas que se entendían se consideró equivalente a la profecía.
Aunque Pedro relacionó esos eventos con la profecía de Joel, se sabe que lo que ocurrió en esa ocasión fue sólo el comienzo. No toda la profecía de Joel que citó se cumplió en ese momento. Los ciento veinte no tuvieron sueños a las nueve de la mañana. Tampoco es probable que hubiera esclavos entre los ciento veinte. Sin embargo, Pedro indicó que el resto vendría después, inclusive las señales y los juicios que Joel profetizó.
Como se mencionó antes, Pedro indicó que el día de Pentecostés era sólo el principio, por su interpretación inspirada por el Espíritu de la palabra "después" en Joel 2:28.
Pregunta: ¿Cuándo empezaron los "últimos días"?
Pedro mostró que eso significa "en los postreros días. En verdad, los "postreros días" empezaron cuando Jesús ascendió al cielo (Hechos 3:19-21). La expresión "los postreros días" en la Biblia significa el último tiempo antes de la restauración de Israel y el reino milenial de Cristo sobre la tierra.
No habrá otra era antes de la del reino. Así que, toda la era de la Iglesia es "los postreros días", y es la del derramamiento del Espíritu Santo sobre toda carne. Pedro también vio que pueden haber tiempos de refrigerio y avivamiento en toda esta era, hasta el tiempo cuando Jesús regrese (como se demuestra en el original griego de Hechos 3:19).
III. La Promesa es para todos (Hechos 2:37-39)
A. El poder de la palabra profética
El mensaje profetice por los labios de Pedro fue un poderoso testimonio de Jesús. Dios lo había aprobado para el beneficio de la gente por medio de poderosos milagros, maravillas y señales. Jesús fue clavado y muerto en una cruz, pero Dios lo levantó en cumplimiento de Salmo 16:8-11 y del pacto que Dios hizo con David (2 Samuel 7:11-16; Salmos 89:3,4; 132:11,12). Como Jesús es el prometido Rey mesiánico, no fue abandonado en el Hades, ni su carne vio corrupción. Pedro y los ciento veinte fueron testigos de su resurrección. Además, Dios había exaltado a Jesús a un puesto alto de poder y autoridad a su diestra. Jesús había recibido la promesa del Espíritu Santo que luego derramó sobre los ciento veinte, como la multitud acababa de ver y oír.
Pregunta: ¿Sobre quién estaba centrado el mensaje que el Espíritu Santo dio por medio de Pedro?
La conclusión de la palabra profética llamó la atención al hecho que Dios había convertido a Jesús en Señor y Cristo. La respuesta fue inmediata. La multitud ya no decía: "¿Qué significa esto?" Más bien, exclamaban: "¿Qué haremos?" Como indica 1 Corintios 14:24,25, a causa del don de profecía se sintieron convencidos y compungidos de corazón, y reconocieron que Dios estaba presente entre los ciento veinte.
B. Un llamado al arrepentimiento
El llamado de Pedro al arrepentimiento era para que ellos cambiaran de parecer y actitud al aceptar la voluntad de Dios revelada en Cristo.
Pregunta: ¿Qué quiere decir "arrepentíos"?
(Según la Biblia dice en Romanos 12:1,2, eso significaba la renovación de la mente con un cambio de actitud hacia el pecado, ellos mismos y Dios).
Entonces podrían mostrar su arrepentimiento, su cambio de corazón y mente al ser bautizados en el nombre de Jesucristo. En griego significa "sobre el nombre", o "sobre la autoridad" de Jesús. La Biblia no explica más porque el mandato de Jesús (Mateo 28:19) deja claro que el bautismo en agua era en el nombre del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
Pregunta: ¿Cuál es el significado del bautismo en agua?
Su bautismo sería una declaración de identificación con Jesús en su muerte y resurrección (Romanos 6:3) Entonces sería un testimonio de que la persona había creído y recibido la remisión y el perdón de sus pecados. "Para remisión y perdón de pecados" es semejante a la expresión "para arrepentimiento", que usó Juan el Bautista al hablar de su bautismo. El contexto muestra que el original griego traducido "para" significa "a causa de". El bautismo de Juan no producía arrepentimiento. El bautizaba a las personas que se arrepentían. El bautismo en agua no produce el perdón de pecados. Es un testimonio de que el bautizado ha creído y la sangre de Cristo lo ha limpiado.
Además del perdón de pecados también recibirían la promesa del Espíritu Santo, el mismo don que los ciento veinte recibieron en Hechos 2:4, al cual Jesús se refería como (1) la promesa del Padre y (2) el bautismo en el Espíritu Santo (Hechos 1:4,5).
Pregunta: ¿Qué se requiere para que las personas reciban la promesa del Espíritu Santo?
"Recibir" aquí es tomar algo en fe, porque todos los dones de Dios son por gracia por medio de la fe.
C. La promesa del cumplimiento sigue en pie
Pedro aclaró que la promesa del Espíritu Santo no era sólo para los apóstoles ni los ciento veinte. Seguiría accesible a ellos, sus hijos (inclusive sus descendientes) y todos los que estaban lejos, a los que el Señor llamara. ¡Ese llamado se sigue proclamando!
Pregunta: ¿Quiénes son los que "están lejos"?
El llamado no puede limitarse a los judíos. En el Antiguo Testamento se profetizó que Dios habla de paz a los que están lejos (Isaías 57:19). Efesios 2:17 aplica esto a la predicación del evangelio a los gentiles. Así que, los gentiles están incluidos en los que estaban "lejos". La promesa de Dios a Abraham, repetida cinco veces en Génesis, fue que por medio de él y su simiente todas las familias (en todas las naciones) de la tierra serian bendecidas. La simiente de Abraham por medio de quien viene esta bendición es Jesús (Calatas 3:16). Cristo murió en la cruz por nosotros "para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzara a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu Santo" (Galatas 3:14).
Jesús también dio la gran comisión de predicar las buenas nuevas a todas las naciones hasta lo último de la tierra (Mateo 28:19; Hechos 1:8). Así que, mientras el evangelio se predica y Dios llama a la gente a la salvación, el bautismo en el Espíritu Santo según Hechos 2:4 aún está disponible. El creyente que acepta la responsabilidad de alcanzar a los perdidos con la verdad del evangelio también debe reconocer la necesidad de hacerlo en el poder (el Don) del Espíritu Santo. El don del Espíritu Santo es necesario para cumplir con la gran comisión de predicar el evangelio a toda criatura.
Aplicación
El Espíritu Santo vino el día de Pentecostés a los creyentes que ya tenían una relación con Dios por medio de Cristo. La muerte de Jesús en la cruz puso en efecto el nuevo pacto (Hebreos 9:15-17). Así que, los ciento veinte ya eran del nuevo pacto, la Iglesia, que había recibido la comisión por medio de Cristo resucitado. El día de Pentecostés la Iglesia recibió el poder e hizo que los testigos empezaran a propagar el evangelio para crecimiento.
Jesús no quería que sus seguidores empezaran la obra hasta que recibieran el poder. Se necesitaron la señal de hablar en lenguas y la manifestación de los dones del Espíritu de profecía y exhortación para que los tres mil fueran salvos el día de Pentecostés. Dios todavía quiere que su obra se haga por medio del poder y los dones del Espíritu Santo.
Todos los creyentes lo necesitan. Todas las congregaciones deben tener el poder (dones) del Espíritu Santo.
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La Gran Tribulación
Daniel 9:20-27; 12:1; Mateo 24:15-22; Apocalipsis 6:1-17; 16:13-16; 19:11-21
Los que persisten en sus malos caminos sufrirán mucha tribulación.
Porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá. Mateo 24:21
1. Ver los últimos juicios de Dios profetizados contra este mundo durante los últimos días.
2. Apreciar la paz que los cristianos tienen al saber que serán librados de ese juicio.
I. La tribulación se predice
A. La semana número setenta
B. La gran tribulación
II. Se describe el Juicio
A. Se abren los siete sellos
B. Los cuatro jinetes
C. Más mártires
D. La ira del Cordero
III. El triunfo en Armagedón
A. El Rey de reyes
B. La derrota del anticristo
Introducción
Dios le dio un nuevo ministerio a Daniel. De joven interpretaba los sueños de otros. Después Dios le dio nuevas visiones de su plan para la humanidad, pero Daniel estaba más preocupado del día en que vivía y de su propio pueblo. Daniel leyó que Jeremías había profetizado que el juicio de Dios sobre Jerusalén duraría setenta años (Daniel 9:2; Jeremías 25:11; 29:10). Los setenta años estaban para terminar y nada había sucedido todavía. Mientras Daniel estaba orando sobre esto, el ángel Gabriel le trajo una nueva revelación. Israel en efecto regresaría a la Tierra Prometida, pero el plan de Dios de restaurar a Israel incluía otras cosas. Quedaban setenta períodos de tiempo de siete años cada uno. El último periodo cabria dentro de las profecías más tempranas que muestran que el reino debe establecerse por medio de juicio. Esto fue confirmado por Jesús y se describe en Apocalipsis.
I. La tribulación se predice (Daniel 9:20-27; 12:1; Mateo 24:15-22)
A. La semana numero setenta
La línea davídica de reyes perdió el derecho al trono cuando Dios hizo que Nabucodonosor llevara a los judíos cautivos por setenta años. Los profetas revelan que Dios lo hizo para deshacerse de la idolatría de Israel.
Los setenta años cumplieron su propósito. Todos los falsos profetas dijeron que la gente volvería en poco tiempo (Jeremías 28:2,3), pero al pasar los años, los judíos se dieron cuenta quiénes eran los verdaderos profetas. Estudiaron sus escritos y aprendieron que la idolatría era necedad (Isaías 40:18-20; 41:29; 44:9-17; Jeremías 10:3-5, 11,14). Daniel oró entonces para que Dios cumpliera la profecía de Jeremías que regresarían. Gabriel dijo que Dios en efecto les permitiría regresar, pero también añadió que Dios tendría que realizar una obra mayor antes de enviar al Mesías.
Pregunta: ¿Qué son las setenta semanas?
En efecto, setenta semanas, es decir, setenta veces siete años (490 años), fueron decretados sobre Israel. Sesenta y nueve de esas semanas alcanzarían hasta el tiempo del Mesías. Al final de la semana número sesenta y nueve, el Mesías seria muerto. Entonces el pueblo del príncipe que habría de venir (pero no el príncipe mismo) destruiría la ciudad de Jerusalén y el templo. La Biblia no dice con precisión el tiempo cuando el príncipe que habría de venir haría un pacto con muchos. El Antiguo Testamento a veces no hace mención de la época entera de la Iglesia en la profecía. (Compare Zacarías 9:9,10 en que el versículo 9 habla de la primera venida de Cristo, y el versículo 10 de su segunda venida sin mostrar el tiempo intermedio.) El pacto indica el comienzo de la semana número setenta que se decreta sobre el pueblo de Daniel. Al llegar a la mitad de esa semana de años (siete años), el príncipe destruirá la ciudad y el santuario y pondrá fin al orden de sacrificios. El templo tendrá que ser construido de nuevo para que eso suceda.
Pregunta: ¿Quiénes son el pueblo del "príncipe que ha de venir" y el príncipe?
Algunos suponen que el Mesías, el "príncipe", en Daniel 9:25, es el mismo príncipe que ha de venir y hacer el pacto en Daniel 9:27, pero el Mesías fue crucificado antes de que entrara la semana número setenta. El pueblo del príncipe que habría de venir destruyó a Jerusalén y el templo en el año 70 d.C. Ese pueblo eran los romanos, no el pueblo del Mesías. Los romanos no hicieron ningún pacto con Israel después de la muerte de Jesús. Tampoco fueron cumplidas todas las señales que Jesús dio en la destrucción de Jerusalén. Es evidente que la semana número setenta de Daniel aún está en el futuro. Da una base para decir que el período de la gran tribulación será siete años.
Pregunta: ¿Qué significa el "tiempo de angustia"?
Daniel 12:1 también pasa al tiempo de la gran tribulación y lo identifica como un tiempo de problemas como jamás se habrían visto desde que hubo gente. "Angustia" aquí viene de una palabra que significa "muy angosto". Vino a significar angustia causada por presión de los enemigos. Jeremías 30:7 usa la misma palabra para hablar del tiempo de la angustia de Jacob. "Una nación" viene del hebreo que normalmente significa una nación gentil. Así que este tiempo de angustia será peor que cualquier otra época de la historia pasada.
B. La gran tribulación
Jesús dijo que el evangelio del reino, del poder y el gobierno de Dios se debe predicar a cada nación antes que llegue el fin (Mateo 24:14). Cada cristiano debe ver en este mandato la importancia del evangelismo personal. El cumplimiento de las profecías de Dios incluye la obediencia de cada creyente en este aspecto.
Jesús también habló de la abominación desoladora de la cual habló el profeta Daniel, e identificó el tiempo como "gran tribulación" (Mateo 24:21). El cumplimiento inicial de la profecía de Daniel de la abominación o cosa detestable que causa desolación ocurrió en el año 168 a.C. cuando Antíoco Epifanes puso una imagen del dios griego Zeus en el templo de Jerusalén y sacrificó un cerdo sobre el altar.
Daniel y Jesús vieron un cumplimiento mayor también. Es muy probable que la abominación se refiera al tiempo del anticristo y al establecimiento de su imagen en un templo reconstruido en Jerusalén. Esa será la señal para que los judíos huyan a los montes. Será tan urgente la necesidad de huir que la gente en las azoteas de las casas judías deben bajar por las escaleras de afuera sin entrar a sus casas por sus posesiones. Los que están en el campo no deben volver para recoger sus capas. Será un tiempo difícil para las madres que estén encintas. La huida durante el invierno también podría ser difícil porque en Jerusalén cae nieve y se forma hielo. La huida en el día de reposo sería difícil para los observadores estrictos de la ley de Moisés, pero todos los judíos deben huir, porque entonces la gran tribulación empezara.
Aunque el mundo merece el juicio de Dios a causa de sus muchos pecados, "por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados". La palabra "escogidos" en el Nuevo Testamento normalmente se refiere a los que han aceptado la invitación de Dios a ser salvos, y que ponen su fe en Jesús, pero muchos creen que en el versículo 22 los "escogidos" ser refiere a los judíos.
Pregunta: ¿Qué deben hacer los judíos cuando la abominación desoladora se manifieste?
II. Se describe el Juicio (Apocalipsis 6:1-17)
A. Se abren los siete sellos
Juan tuvo una visión panorámica de la gran tribulación cuando Jesús abrió los sellos que probablemente estaban en el borde extremo del pequeño libro en forma de rollo de papel. Cada una de estas visiones reveló algo sobre los juicios que serian derramados sobre la tierra.
Pregunta: ¿Por qué es digno Jesús de abrir los siete sellos?
Sólo Jesús fue hallado digno de romper los sellos y abrir el libro. Su dignidad es evidente, porque Juan lo vio, no como el León de Judá que es, sino como el Cordero de Dios, aún con las marcas de su inmolación. Nadie podía decir que El merecía el mismo juicio, porque estaba sin pecado. Nadie pudo decir que El no hizo lo suficiente para prevenir que el juicio cayera sobre la gente. El dio su vida.
Pregunta: ¿Qué puede indicar que nada sucederá en la tierra en el momento que se abran los primeros seis sellos?
Juan estaba en el cielo cuando los sellos fueron abiertos. Hay muchas opiniones con respecto al tiempo cuando se cumple el juicio de cada sello. Una posibilidad es que no se cumplen hasta que se abra el último sello. Es decir, esas visiones se anticipan, y no sucede nada en la tierra en el momento que se abre cada sello. Según esa opinión, con cada uno de los primeros seis sellos, Juan tuvo una visión que reveló lo que sucedería después de abrirse el pequeño libro. Note que con el quinto sello se especifica lo que sucederá en el futuro. Apocalipsis 7:1-3 también muestra que nada sucede en la tierra hasta que se revele el séptimo sello. Cuando se abre el séptimo sello hay silencio en el cielo por aproximadamente media hora (Apocalipsis 8:1). Hasta llegar ese momento, la corte del cielo estaba llena de alabanza, pero entonces hay silencio porque la atención de todos se vuelve hacia la tierra y a los juicios que se llevarán a cabo cuando suenen las siete trompetas.
B. Los cuatro jinetes
Pregunta: ¿Qué representan los cuatro jinetes?
Los primeros cuatro sellos traen visiones de cuatro jinetes. La Biblia dice que el jinete del cuarto caballo es la "muerte" personificada. Por eso parece mejor tomar a todos los jinetes como personificaciones de lo que acontecerá en los juicios de la gran tribulación. Es muy probable según la descripción de cada jinete, que el primero es "vencedor", el segundo "guerra", y el tercero es "hambre".
C. Más mártires por venir
Cuando el quinto sello fue abierto, Juan vio una visión de almas "bajo el altar" en el cielo. Las palabras, "bajo el altar" recuerdan el uso de una frase semejante del Antiguo Testamento cuando la sangre de los sacrificios se derramaba al pie del altar (Éxodo 29:12; Levítico 4:7). Esos mártires no contribuyeron nada a la obra redentora de Cristo, porque sólo El pudo morir por el hombre, pero participaron en su sufrimiento (Filipenses 3:10; Apocalipsis 12:11). Algunos creen que ellos incluyen a todos los mártires de Cristo desde Esteban hasta el día presente (Hechos 7:54-60). Otros creen que son los mártires de la primera parte de la gran tribulación. Es mejor no tratar de formar una opinión dogmática al respecto.
Los mártires le piden a Dios que juzgue y vengue (en el sentido de asegurar la justicia) su sangre, es decir, su muerte. Murieron a mano de personas rebeldes hacia Dios, y mientras estos rebeldes anden sueltos en la tierra, la obra de Dios será obstaculizada. Así que los mártires en realidad exclaman por el cumplimiento de la profecía en 2 Tesalonicenses 1:4-10 donde al final de la gran tribulación Jesús regresa en llama de fuego para "dar retribución a los que no conocieron a Dios."
Esos mártires son alentados al recibir vestiduras blancas que simbolizan la justicia, pero tendrán que esperar hasta que se agreguen otros mártires a ellos antes que ese juicio final se realice. Cuando se considera la dedicación de estos cristianos que dieron su vida por su fe, hay que preguntarse si se está dispuesto a pagar tan alto precio.
D. La ira del Cordero
Cuando se abrió el sexto sello, Juan tuvo una visión que parece haber sido una vista panorámica de todos los juicios que ocurrirían después que Jesús abriera el séptimo sello y los juicios empezaran a caer sobre la tierra, pero no necesariamente en el orden que se presenta aquí. En otras palabras, ésta fue una visión que anticipaba algunas de las cosas que ocurrirían en la gran tribulación; pero puede que no ocurran en el orden dado. Habrá terremotos, tremendos cambios en la superficie de la tierra, todo acompañado de disturbios cósmicos que la gente de todo nivel social y económico reconocerá como la ira del Cordero.
No habrá creyentes en la tierra durante este tiempo, porque Dios no los ha puesto para ira (1 Tesalonicenses 5:9).
III. El triunfo en Armagedón (Apocalipsis 16:13-16; 19:11-21)
A. El Rey de reyes
Los ejércitos del cielo siguen a Jesús en la batalla final de la gran tribulación, es decir, la batalla de Armagedón. También montan caballos blancos, porque toman parte en su triunfo. Sus vestiduras y el hecho de que lo acompañan, los identifica como la Iglesia (Apocalipsis 17:14; 19:8; 1 Tesalonicenses 4:17).
La espada aguda representa la espada del Espíritu, la Palabra de Dios en todo su poder profetice. Se iguala al quebrantamiento de las naciones con una vara de hierro (Salmo 2:9). Es decir, gobernar con una vara de hierro en Apocalipsis 19:15 también es un cumplimiento de Daniel 2:34, 35, 44, 45 en que las naciones son destruidas y llevadas por el viento para que el reino de Cristo pueda cubrir la tierra.
Esta cosecha de juicio se describe también cuando Jesús pisa el lagar del furor y de la ira del Dios Todopoderoso. Así que Jesús vendrá como Rey de reyes y Señor de señores, y nadie podrá prevalecer contra El.
B. La derrota del anticristo
Las aves que comen carne estarán listas cuando el anticristo y sus ejércitos se reúnan en el valle de Armagedón. Juan en una visión luego ve las huestes del anticristo reunidas para hacer guerra contra Cristo y sus seguidores. El libro de Apocalipsis no describe la batalla, pero el resultado es seguro. El anticristo y su falso profeta son capturados y lanzados dentro del lago de fuego. Ese será también el destino final de todos los que los siguen.
Las fuerzas del mal parecen dominar cualquier bien que hay en este mundo. Los creyentes deben mantener los ojos de fe puestos en Dios y su control supremo de la historia del mundo entero. Se puede tener ánimo durante los tiempos actuales de angustia cuando se recuerda la promesa de victoria y el reino futuro de Dios.
El deseo de conquistar a otros pueblos, la guerra, el hambre y la muerte han sido parte del mundo en alguna forma u otra desde la caída del hombre. La primera mención de guerras y conquistas de otros pueblos en la Biblia, en Génesis capitulo 14, muestra que la guerra trae más guerra. Esto es verdad todavía hoy. La primera guerra mundial dejó condiciones que precipitaron la segunda guerra mundial. Esa guerra dejó condiciones que precipitaron los conflictos de Corea y Vietnam, y también las otras guerras que hay en el mundo. Muchas partes del mundo sufren hambre. El número de muertes violentas parece crecer en todas partes del mundo, pero todo esto no es nada en comparación con los juicios que vendrán durante la gran tribulación.
Aunque no se tiene la solución final de todos los eventos de Daniel y Apocalipsis, se puede ver claramente la mano de Dios en el futuro de la humanidad. El mensaje que hay en la descripción de la Biblia acerca de la gran tribulación es una advertencia vivida contra las consecuencias del pecado. Los cristianos tienen que mantenerse despiertos y alertas para que no caigan en pecado. Todos los que persisten en el mal sufrirán los juicios de Dios. La responsabilidad del creyente es vivir por El cada día para disfrutar de la recompensa eterna.
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