viernes, 10 de diciembre de 2010

Raza de víboras. MT 3, 1-12 . JESUCRISTO.






Aquellos que son como el trigo descansarán felices en el granero, pero las “víboras” experimentarán su propia ponzoña.

Mi hermano y mi hermana: estos días de Adviento tendrían que hacernos pensar cuánto tenemos de “víboras” en nuestras actitudes, cuánto nuestras palabras son traicioneras, cuánto nuestra codicia despoja, o cuánto nuestra intolerancia mortifica a los otros.

Cuando el espíritu impuro sale de un hombre, discurre por lugares áridos, buscando reposo y no lo halla. Entonces se dice: Me volveré a mi casa de donde salí. Y va, y la encuentra vacía, barrida y compuesta. Entonces va, toma consigo otros siete espíritus peores que él y, entrando, habitan allí, viniendo a ser las postrimerías de aquel hombre peores que sus principios. Así será esta generación mala.


Le preguntó Jesús: ¿Cuál es tu nombre? Contestó él: legión. Porque habían entrado en él muchos demonios, y le rogaban que no les mandase volver abismo. Había allí una piara de puercos bastante numerosa paciendo en el monte, y le rogaron que les permitiese entrar en ellos. Se lo permitió, y saliendo los demonios del hombre, entraron en los puercos, y se lanzó la piara por un precipicio abajo hasta el lago y se ahogó.





Lo que tienes es que ya esta mas expandida tu consciencia, con mayor luz, y es natural que
prefieras gente a tu nivel de entendimiento, pues asi habria mayor comprension.
Si encuentras que hay personas que viven en las nubes, ayudalas a aterrizar, este servicio a la humanidad, se llama amor incondicional.




Viernes 10 de Diciembre de 2010

MT 3, 1-12
Raza de víboras
por Hno. Joemar Hohmann - Franciscano Capuchino


Mensaje

Juan Bautista predicaba para la gente, y de cierta manera ya presentaba la figura definitiva, que es Jesucristo, él que bautizaría con el Espíritu Santo, guardaría el trigo en el granero y echaría la mala hierba en el fuego inextinguible.

Muchos se acercaban al Bautista para escucharlo, pues veían que era un hombre limpio, un auténtico profeta de Dios, aunque no tuviera mucho pelo en la lengua para decir las cosas.

Cuando él vio que allí estaban los fariseos y saduceos, exclamó: “Raza de víboras, procuren el fruto de una sincera conversión, pues el hacha ya está puesta a la raíz de los árboles”.

Este mensaje es muy necesario hoy día, si queremos lograr una verdadera paz, sin contentarnos solamente con los “olores de Navidad, de niñito Jesús, de pandulce, clericó y de viajes muy agradables.”

Sin embargo, también hay que preguntarse por qué muchos no tendrán una Navidad con armonía familiar, con alimentos en la mesa y padecerán las angustias del desempleo.

Seguramente, porque en todas las épocas, infelizmente, hay una activa raza de víboras que sabe inocular su veneno y dañar la salud, la esperanza y el bolsillo de los demás.

Mi hermano y mi hermana: estos días de Adviento tendrían que hacernos pensar cuánto tenemos de “víboras” en nuestras actitudes, cuánto nuestras palabras son traicioneras, cuánto nuestra codicia despoja, o cuánto nuestra intolerancia mortifica a los otros.

El camino es dar frutos de una sincera conversión, donde mostramos el coraje de cambiar de valores, dejando de lado lo que no se compagina con el Evangelio, y abriendo espacio para la acción del Señor, que desea infundirnos un espíritu de sabiduría, de fortaleza y de piedad, como lo afirma Isaías. Es esto lo que nos lleva a no juzgar por las apariencias y a no golpear a los débiles.

Además, el rico simbolismo del hacha en la raíz del árbol expresa la urgencia, pues ya al instante siguiente se puede cortar el árbol y terminar la presente etapa.

Ahora el bondadoso Señor nos brinda otra oportunidad para esta conversión, pero nadie puede garantizar que estará vivo mañana, o tendrá otra situación favorable: hoy es el tiempo de abandonar las obras envenenadas para adoptar conductas que generen confianza. ¡Hay urgencia!

Aquellos que son como el trigo descansarán felices en el granero, pero las “víboras” experimentarán su propia ponzoña.

Procuremos también participar de la “Navidad en Familia”, para que nos empapemos del verdadero espíritu navideño.

Paz y bien.

hnojoemar@gmail.com
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Evangelio de San Mateo

Mateo 4.1-11

Mateo narra la tentación a que fue sometido Jesús por parte del demonio y su triunfo sobre el mal.

Entonces fue llevado Jesús por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo. Y habiendo ayunado cuarenta días y cuarenta noches, al fin tuvo hambre. Y acercándose el tentador, le dijo: si eres hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan. Pero él respondió diciendo: Escrito está: No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.

Lo llevó entonces el diablo a la ciudad santa, y poniéndolo sobre el pináculo del templo le dijo: Si eres hijo de Dios, arrójate desde aquí pues escrito está: A sus ángeles encargará que te tomen en sus manos para que no tropiece tu pie contra una piedra. Dijo Jesús. También está escrito: no tentarás al Señor, tu Dios.

De nuevo le llevó el diablo a un monte muy alto y mostrándole todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, le dijo: todo esto te daré si me adorases de rodillas.

Dijo entonces, Jesús. Apártate, Satanás, porque escrito está: Al señor, tu Dios adorarás y solo a El rendirás culto. Entonces el diablo se alejó y llegaron ángeles y le servían.

Mateo 4. 23-25

Mateo narra que existían personas endemoniadas que Jesús curaba.

Recorría toda Galilea, enseñando en las sinagogas, predicando el evangelio del reino y curando en el pueblo toda enfermedad y toda dolencia.

Extendióse su fama por toda Siria y le traían a todos los que padecían algún mal: a los atacados de diferentes enfermedades y dolores y a los endemoniados, lunáticos, paralíticos, y los curaba.


Mateo 8. 5-13

El siervo del Centurión

Aquí Jesús describe someramente el infierno.

Entrando en Cafarnaúm, se le acercó un centurión suplicándole y diciendo: Señor, mi siervo yace en casa paralítico, atrozmente atormentado. El le dijo: Yo iré y le curaré. Respondió el centurión: Señor, yo no soy digno de que entres en mi casa; dí solo una palabra y mi siervo será curado. Porque yo soy un subordinado, pero bajo mí tengo soldados, y digo a éste: ve y va; y al otro: ven y viene; y a mi esclavo: has esto, y lo hace.

Oyéndole Jesús se maravilló y dijo a los que le seguían. En verdad les digo que he en nadie de Israel he hallado tanta fe.

Os digo pues, que del oriente y del occidente vendrán y se sentarán a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los cielos. Mientras que los hijos del reino serán arrojados a las tinieblas exteriores, donde habrá llanto y crujir de dientes.

Y dijo Jesús al centurión: ve, hágase contigo según has creído. Y en aquella hora quedó curado el siervo.

Mateo 8. 16

Ya atardecido, le presentaron muchos endemoniados y arrojaba con una palabra los espíritus.

Mateo 8. 28-32

Curación de dos endemoniados

Llegado a la otra orilla, a la región de los gadarenos, le vinieron al encuentro, saliendo de los sepulcros, dos endemoniados, tan furiosos, que nadie podía pasar por aquel camino. Y le gritaron diciendo: ¿Qué tenemos que ver contigo, hijo de Dios? ¿Has venido aquí antes de tiempo para atormentarnos?

Había lejos de ellos una enorme piara de puercos paciendo. Y los demonios le rogaban, diciendo: si has de echarnos, échanos a la piara de puercos. Les dijo: Id. Ellos salieron y se fueron a los puercos y toda la piara se lanzó por el precipicio al mar, muriendo en las aguas.


Mateo 10.1

Jesús confiere a sus discípulos el poder de hacer milagros

Jesús, llamando a sus doce discípulos, les dio poder sobre los espíritus impuros para arrojarlos y para curar toda enfermedad y dolencia.

Curad a los enfermos, resucitad a los muertos, limpiad a los leprosos, arrojad a los demonios; gratis lo recibís, dadlo gratis.

Mateo 12. 22- 30

La calumnia de los fariseos

Entonces le trajeron un endemoniado ciego y mudo, y le curó, de suerte que el mudo hablaba y veía. Se maravillaron todas las muchedumbres y decían: ¿No será este el hijo de David?

Pero los fariseos, que esto oyeron, dijeron: Este no echa a los demonios sino por el poder de Beelzebul, príncipe de los demonios.

Penetrando El sus pensamientos, les dijo: Todo reino en sí dividido no subsistirá. Si Satanás arroja a Satanás, está dividido contra sí; ¿Cómo, pues, subsistirá su reno? Y si yo arrojo a los demonios con el poder de Beelzebul, ¿con qué poder los arrojan vuestros hijos? Por eso serán ellos vuestros jueces. Más si yo arrojo a los demonios con el espíritu de Dios, entonces es que ha llegado a vosotros el reino de Dios. ¿Pues cómo podrá entrar uno en la casa de un fuerte y arrebatarle sus enseres si no logra primero sujetar al fuerte? Ya entonces podrá saquear la casa.

El que no está conmigo está contra mí, y el que conmigo no recoge, desparrama.

Mateo 12 .42- 46

Amenaza contra la generación actual

Cuando el espíritu impuro sale de un hombre, discurre por lugares áridos, buscando reposo y no lo halla. Entonces se dice: Me volveré a mi casa de donde salí. Y va, y la encuentra vacía, barrida y compuesta. Entonces va, toma consigo otros siete espíritus peores que él y, entrando, habitan allí, viniendo a ser las postrimerías de aquel hombre peores que sus principios. Así será esta generación mala.

Mateo 13. 36- 43

Jesús explica la parábola de la cizaña

Entonces, dejando a la muchedumbre, se vino a casa, y sus discípulos se le acercaron diciéndole: Explícanos la parábola de la cizaña en el campo.

El respondiendo dijo: El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del reino; la cizaña son los hijos del maligno; el enemigo que la siembra es el diablo; la siega es la consumación del mundo; los segadores son los ángeles; a la manera, pues que se recoge la cizaña y se quema en el fuego, así será la consumación del mundo. Enviará el Hijo del hombre a sus ángeles y recogerán de su reino todos los escándalos y a todos los obradores de iniquidad, y los arrojarán en el horno de fuego, donde habrá llanto y crujir de dientes.

Entonces los justos brillarán como el sol en el reno de su Padre. El que tenga oídos que oiga.

Mateo 12. 47- 51

La red

Es también semejante el reino de los cielos ana red barredera, que se echa en el mar y recoge peces de toda suerte. Y llena, la sacan sobre la playa, y sentándose, recogen los peces buenos en canastos, y los malos los tiran.

Así será a la consumación del mundo: Saldrán los ángeles y separarán a los malos de los justos, y los arrojarán al horno de fuego; allí habrá llanto y crujir de dientes.

¿Habéis entendido todo esto? Respondieron: Sí.

Mateo 15. 21-28

La mujer cananea

Saliendo de allí Jesús, se retiró a los términos de Tiro y Sidón. Una mujer cananea de aquellos contornos comenzó a gritar, diciendo: Ten piedad de mí, Señor, Hijo de David; mi hija es malamente atormentada por el demonio. Pero El no le contestaba palabra.

Los discípulos se le acercaron y le rogaron diciendo: Despídela, pues viene gritando detrás de nosotros.

El respondió. No he sido enviado sino a las ovejas pérdidas de la casa de Israel.

Mas ella, acercándose, se postró ante El, diciendo: ¡Señor socórreme! Contestó El: No es bueno tomar el pan de los hijos y arrojarlo a los perrillos. Mas ella dijo: Cierto, Señor, pero también los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus señores.

Entonces Jesús le dijo: ¡Oh mujer, grande es tu fe! Hágase contigo como tú quieres. Y desde aquella hora quedó curada su hija.

Mateo 17. 14-18

Curación del niño endemoniado

Al llegar ellos a la muchedumbre, se le acercó un hombre y, doblando la rodilla le dijo: Señor, ten piedad de mi hijo, que está lunático y padece mucho, porque con frecuencia cae en el fuego y muchas veces en el agua; le presenté a tus discípulos, mas no han podido curarle.

Jesús respondió: ¡Oh generación incrédula y perversa! , ¿Hasta cuándo tendré que estar con vosotros? ¿Hasta cuándo habré de soportaros? Traédmelo acá. E increpó al demonio, que salió, quedando curado el niño desde aquella hora.



Evangelio de San Lucas

Lucas 4. 1-13

Jesús bajó a Cafarnaúm, ciudad de Galilea, y les enseñaba los días sábado, y se maravillaban de su doctrina, porque su palabra iba acompañada de autoridad. Había en la sinagoga un hombre poseído del espíritu de un demonio impuro que gritaba a grandes voces: Ah ¿Qué tenemos que ver contigo, Jesús Nazareno? ¿Has venido a perdernos? Bien sé quién eres el Santo de Dios.

Jesús le ordenó diciendo: Cállate y sal de él. El demonio, arrojando al poseso en medio, salió de él sin hacerle daño.

Quedaron todos pasmados, y mutuamente se hablaban diciendo: ¿Qué palabra es esta, que con autoridad y poder impera a los espíritus impuros y salen?

Por todos los lugares de la comarca se divulgó su fama.

Lucas 8. 26-39

La curación del endemoniado y la muerte de la piara

Arribaron a la región de los gerasenos, frente a Galilea, y bajando Jesús a tierra, le salió al encuentro un hombre de la ciudad, poseído de los demonios, que en mucho tiempo no se había vestido ni morado en saca sino en sepulcros.

Cuando vio a Jesús, gritando se postró ante El y en voz alta dijo:¿qué tengo yo que ver contigo, Jesús, Hijo de Dios altísimo? Te pido que no me atormentes. Y era que El ordenaba al espíritu impuro que saliese del hombre.

Muchas veces se apoderaba de él, y le ataban con cadenas y le sujetaban con grillos, pero rompía las ligaduras y era arrebatado por el demonio a los desiertos.

Le preguntó Jesús: ¿Cuál es tu nombre? Contestó él: legión. Porque habían entrado en él muchos demonios, y le rogaban que no les mandase volver abismo. Había allí una piara de puercos bastante numerosa paciendo en el monte, y le rogaron que les permitiese entrar en ellos. Se lo permitió, y saliendo los demonios del hombre, entraron en los puercos, y se lanzó la piara por un precipicio abajo hasta el lago y se ahogó.

Viendo los porquerizos lo sucedido, huyeron y lo anunciaron en la ciudad y en los campos. Salieron a ver lo ocurrido, y vinieron a Jesús, y encontraron al hombre de quien habían salido los demonios, sentado, vestido y en su pleno juicio a los pies de Jesús, de lo que se quedaron espantados.

Los que habían visto como el endemoniado había sido curado lo contaban. Y toda la gente del territorio de los gerasenos le rogó se retirase de allí, porque estaban dominados por un gran temor.

El, subiendo a la barca se marchó. El hombre de quién habían salido los demonios le suplicaba quedarse con El, pero El lo despidió diciendo. Vuélvete a tu casa y refiere lo que te ha hecho dios.

Y se fue por toda la ciudad pregonando cuanto le había hecho Jesús.


Lucas 9. 37-43

Curación del epiléptico endemoniado

Al día siguiente, al bajar del monte, vino a su encuentro una numerosa muchedumbre, y uno de entre ella gritó diciendo. Maestro, te ruego que eches una mirada sobre este mi hijo, porque es mi hijo único, y el espíritu se apoderaba de él, y súbitamente grita, y lo retuerce entre espumarajos, y a duras penas se retira de él después de haberle magullado.

He suplicado a tus discípulos que lo echasen y no han podido. Jesús respondiendo, dijo: ¡Oh generación incrédula y perversa!

¿Hasta cuándo habré de estar entre vosotros y soportaros? Traédmelo acá. Al acercarse, el demonio lo echó por tierra y le agitó fuertemente. Pero Jesús increpó al espíritu impuro y curó al niño y se lo entregó a su padre.

Todos se maravillaron al ver la grandeza de Dios.

Lucas 11. 14-27

Origen del poder sobre los demonios

Estaba expulsando a un demonio mudo, y así que salió el demonio, habló el mudo.

Las muchedumbres se admiraron, pero algunos de ellos dijeron: Por el poder de Beelzebul, príncipe de los demonios, expulsa éste los demonios; otros, para tentarle, le pedían una señal del cielo. Pero El, conociendo sus pensamientos, les dijo: todo reino dividido contra si mismo, será devastado, y caerá casa sobre casa.

Si pues, Satanás se halla dividido contra si mismo ¿Cómo se mantendrá su reino? Puesto que decís que por virtud de Beelzebul expulso yo a los demonios. Si yo expulso a los demonios por Beelzebul, vuestros hijos ¿por quién los expulsan? Por esto ellos mismos serán vuestros jueces.

Pero si expulso a los demonios por el dedo de Dios, sin duda que el reino de Dios ha llegado a vosotros. Cuando un fuerte bien armado guarda su palacio, seguros están sus bienes; pero si llega uno más fuerte que él, le vencerá, le quitará las armas en que confiaba y repartirá sus despojos.

El que no está conmigo, está contra mí. Y el que conmigo no recoge, derrama.

Cuando un espíritu impuro sale de un hombre, recorre los lugares áridos buscando reposo y no hallándolo se dice: volveré ala casa de donde salí; y viniendo, la encuentra barrida y aderezada.

Entonces va y toma otros siete espíritus peores que él y entrando, habitan allí y vienen a ser las postrimerías de aquel hombre peores que los principios.

Lucas 13. 10-17

Curación en día Sábado

Jesús enseñaba en una sinagoga un sábado.

Había allí una mujer que había tenido un espíritu de enfermedad hacía dieciocho años, y estaba encorvada y no podía en modo alguno enderezarse. Jesús al verla, la llamó y le dijo: Mujer, estás libre de tu enfermedad. Le impuso las manos y al instante se enderezó y glorificaba a Dios.

Interviniendo el jefe de la sinagoga, lleno de ira porque Jesús había curado en sábado, decía a la muchedumbre: Hay seis días en los cuales se puede trabajar; en esos, venid y curaos y no en día sábado.

Jesús le respondió diciendo: Hipócritas ¿cualquiera de vosotros no suelta del pesebre su buey o su asno en sábado y lo lleva a abrevar?

Pues esta hija de Abraham, a quién Satanás tenía ligada hace dieciocho años ¿No debía ser soltada de su atadura un día sábado? Y diciendo esto quedaban confundidos todos sus adversarios y toda la muchedumbre se alegraba de las obras prodigiosas que hacía.



Evangelio de San Juan

Juan 8. 41-59

Jesús decía a los judíos que habían creído en El: si permanecéis en mi palabra, seréis en verdad discípulos míos y conoceréis la verdad y la verdad os librará.

Respondieron ellos: Somos linaje de Abraham, y de nadie hemos sido jamás siervos; ¿Cómo dices tú: Seréis libres?

Jesús les contestó: en verdad os digo que todo el que comete pecado es siervo del pecado. El siervo no permanece en la casa para siempre. si, pues, el hijo os librare, seréis verdaderamente libres.

Sé que sois linaje de Abraham; pero buscáis matarme, porque mi palabra no ha sido acogida por vosotros.

Yo hablo lo que he visto en el Padre: y vosotros también hacéis lo que habéis oído de vuestro padre.

Respondieron ellos: Nuestro padre es Abraham.

Jesús les dijo: si sois hijos de Abraham, haced las obras de Abraham. Pero ahora buscáis quitarme la vida. A mí, un hombre que os ha hablado la verdad que oyó de Dios; eso Abraham no lo hizo.

Vosotros hacéis las obras de vuestro padre.

Ellos dijeron: Nosotros no somos nacidos de fornicación; tenemos por padre a Dios.

Dijo Jesús: Si Dios fuera vuestro padre, me amaríais a mí; porque yo he salido y vengo de Dios, pues yo no he venido de mí mismo, antes es El quien me ha enviado. ¿Por qué no entendéis mi lenguaje? Porque no podéis oír mi palabra.

Vosotros tenéis por padre al diablo, y queréis hacer los deseos de vuestro padre.

El es homicida desde el principio y no se mantuvo en la verdad, porque la verdad no estaba en él. Cuando habla la mentira habla de lo suyo propio, porque él es mentiroso y padre de la mentira. Pero a mí, porque digo la verdad, no me creéis. Quién de vosotros me argüirá de pecado? Si os digo la verdad, ¿Por qué no me creéis?

El que es de Dios, oye las palabras de Dios; por eso, vosotros no las oís, porque no sois de Dios.

Respondieron los judíos: ¿no decimos bien nosotros que tú eres samaritano y tienes demonio?

Respondió Jesús: yo no tengo demonio, sino que honro a mi Padre, y vosotros me deshonráis a mí. Yo no busco mi gloria: hay quien la busque y juzgue. En verdad, en verdad os digo: si alguno guardare mi palabra, jamás vera la muerte.

Respondieron: Ahora nos convencemos de que estás endemoniado. Abraham murió, y también los profetas, y tú dices: quién guardare mi palabra no gustará la muerte nunca.¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Abraham, que murió? Y los profetas murieron. ¿Quién pretendes ser?

Respondió Jesús: Si yo me glorifico a mí mismo, mi gloria no es nada; es mi Padre que me glorifica, de quien vosotros decís que es vuestro Dios. Y no le conocéis, pues yo le conozco, y si dijere que no le conozco, sería semejante a vosotros, embustero, mas yo le conozco y guardo su palabra. Abraham, vuestro padre, se regocijó pensando en ver mi día; lo vio y se alegró.

Pero los judíos dijeron: ¿No tienes aún cincuenta años y has visto a Abraham?

Respondió Jesús: En verdad, en verdad os digo: antes que Abraham naciese era yo.

Entonces tomaron piedras para arrojárselas; pero Jesús se ocultó y salió del templo.
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JEHOVA, TÚ ME HAS EXAMINADO Y CONOCIDO
Salmo 139: 1
W J Hocking

Pedro en el Nuevo testamento, como Job en el Antiguo, están colocados sin velo delante de nuestros ojos. Eran hombres que tenían las mismas pasiones que nosotros. Dios les ha colocado como ejemplo de lo que es el hombre, con el fin de que aprendamos lo que hay en nuestro corazón, no por amargas experiencias personales, sino por aquellas que nos son relatadas en la Palabra. Podemos así aprender a conocernos sin tener necesidad de pasar por el mismo camino de disciplina.


La debilidad de Job

Job tenía el conocimiento del verdadero Dios, y llevaba una vida perfecta y justa entre los hombres. Buscaba hacer lo que era bueno y agradar a Dios en sus actos, y lo había logrado en una forma excepcional.

Su carácter y sus caminos eran tales que se mantenía en el cielo. Dios le miraba con aprobación. Satanás también consideraba al patriarca y buscaba su ruina moral. Cuanto más piadoso es el hombre, mas esfuerzos hace el Enemigo para vencerle. Esta enemistad de Satanás es demostrada de una manera sorprendente en el caso de Job.

El comienzo del libro muestra a este último acabado por la pena; todos sus bienes le han sido quitados, e igualmente su familia. Por lo tanto, Satanás y todos los angeles del cielo deben reconocer que bajo este diluvio de calamidades hace la prueba de una paciencia admirable. El escribe: «En todo esto no pecó Job, ni atribuyó a Dios despropósito alguno» (1:22). La paciencia de Job ha pasado a ser un proverbio en nuestros tiempos.

¿Quién otro ha tenido miles de pruebas tan terribles? Los objetos mas queridos de su corazón le son arrancados, su cuerpo no es mas que una llaga horrorosa, pero el encorva humildemente su cabeza ante Dios. ¡Su mujer no encuentra nada mejor que aconsejarlo que maldiga a Dios y muera! No tiene en este mundo ningún amigo verdadero: singulares amigos en efecto eran esos tres visitantes que vienen durante siete días y siete noches a sentarse delante de él, ¡solamente para acusarle de un pecado escondido!

¡Que experiencia para un hombre perfecto y recto! ¿Y por que motivo? ¿Porque todos esos males caían sobre él? Por este medio Dios iba a enseñar a Job una lección muy difícil. A saber que su rectitud habitual y su integridad habían llegado a ser una piedra de tropiezo en su camino, y le impedían conocer la verdadera felicidad y los goces más profundos ante Dios.

Lo puede decir muy bien: «He aquí, aunque él me matare, en él esperaré; No obstante, defenderé delante de él mis caminos» (13:15) y se sujetaba a Dios como Aquel en quien era necesario continuar confiando, sin embargo el no llegaba a comprender el porque de todas estas aflicciones que le habían sobrevenido. Según su propia conciencia, no había hecho nada malo. De todo su corazón, había buscado agradar a Dios y hacer lo que era recto y bueno. Y aquí que de pronto todo le era quitado: ¡bienes, hijos, santidad! ¿Por qué? Job, considerando sus caminos, no veía nada malo que confesar a Dios, nada que pudiera explicar su miseria.


¿Por qué la prueba?

Pero Dios no desea dejar al patriarca en este estado de satisfacción de si mismo; tiene para él otras bendiciones en reserva, aun las terrenales. Sin embargo, ante todo, era necesario que Job aprendiera a conocerse; había en él algo que no veía aun, pero que los ojos de Dios discernían, y que le era abominable: Job se confiaba en su propia integridad. El proclamaba: «Mi justicia tengo asida, y no la cederé; No me reprochará mi corazón en todos mis días.» (27:6) ¿Quién puede encontrar una falta en mí? He sido un padre para los pobres, he alegrado a las viudas, y los huérfanos me han bendecido. Continuamente he hecho el bien alrededor de mí. Y ahora estos grandes males han caído sobre mí, cuando yo no he hecho ningún mal.

Allí había orgullo. El Dios que sondea todo leía en su corazón y descubría que Job, aunque exteriormente era paciente, dudaba en el fondo de la sabiduría, de la bondad y de la justicia de Dios que le enviaba a esos pobres. El patriarca alimentaba interiormente pensamientos falsos con respecto de Dios como con respecto de si mismo. Debía aprender cuan engañado estaba.

Muchas personas en este mundo dicen hoy día como Job: ¿Por qué tantas cosas terribles suceden? ¿Por qué tantos sufrimientos y miserias? ¿Por qué se ve a menudo a muchos hombres expuestos a los más grandes sufrimientos? Gente piadosa, que sirven a Dios, están llenos de aflicciones sin tener un día de alivio.

El asunto puede presentarse hoy día como se presentaba entonces: ¿Cómo y porque hay en el mundo tantos dolores y tantas penas? Pero estos pensamientos engendran el descontento y la desconfianza. Se llega a decir secretamente: seguramente Dios no conoce las cargas del corazón humano. Si Dios es amor, ¿Por qué los justos son afligidos y los inocentes sufren? Estas preguntas provienen de una intima desconfianza hacia Dios.


El fin del Señor hacia Job

Por las pruebas de su disciplina, Dios coloca en evidencia que tales dudas habitaban en el fondo del corazón de Job. Y al final, Jehová mismo le habla a este hombre afligido, pero no con la dulzura y la ternura que el Nuevo Testamento nos hace conocer; no había llegado el tiempo para eso. Jehová le habla en medio del torbellino «una vez, dos veces» y con una voz de trueno, manifestando su poder, su majestad, su providencia. Muestra ante Job las pruebas de su sabiduría soberana y su poder en la creación.

Por las palabras que el Todopoderoso dirige a su conciencia, Job es golpeado como por un relámpago, y es convencido de su pecado. Puede entonces a si mismo decir: He faltado de confianza en Aquél que todo lo puede y que todo lo sabe; he discutido con Dios que sondea el corazón, y proferido palabras impropias en su presencia. Job se da cuenta que había pecado justificándose a si mismo y acusando a Dios. Y confiesa su pecado diciendo «Tengo horror de mí». Se arrepiente, en el polvo y en ceniza, de sus palabras y de su desconfianza interior con respecto a Dios.

Asi , como Job, he dejado penetrar la duda, ¿estoy listo como él a confesar mi pecado? Porque, permitir que la duda y la desconfianza se deslicen en mi corazón, es hacer una afrenta hacia Dios quien me ha salvado, enviando a su Hijo a morir por mí. Dios no ha terminado de ocuparse de Job hasta que el le ha confesado esta falta. Pero cuando esta ha sido reconocida, Job es bendecido dos veces más que al principio.

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