sábado, 25 de diciembre de 2010

Bienvenido sea el Niño Jesús. Villancicos.



Cuando tienes prisa, lo que menos aguantas son las lentitudes del internet; o su
over capacity.
yo? o cual?





















Bienvenido sea el Niño Jesús
REDACCIÓN/NÉSTOR DESALES


Noche sin igual llega cada año el 24 de diciembre en la que celebraciones, regalos, peticiones y buenos deseos se suman al festejo que recuerda el nacimiento del Niño Jesús, quien llega motivado a compartir sus bendiciones con todos aquellos que estén dispuestos a abrirle su corazón.
Esta noche ábrele la puerta, déjalo entrar y vive el verdadero sentido de esta fiesta, la cual gozada espiritualmente traerá consigo infinidad de satisfacciones que debes compartir con tu familia, amigos y todos tus seres queridos.


“Así como Jesús nació en la cuna de un pesebre deja que nazca hoy en la cuna de tu corazón y que la estrella que guiaba a los tres Reyes Magos también guié tu vida”

Padre Alan Carpenter

“La pregunta obligada esta Navidad es: ¿Por qué Dios quiso hacerse hombre? Lo sabemos desde que somos niños. ¡Cuántos años viviendo las tradicionales posadas, poniendo en nuestra casa un nacimiento, enviando postales navideñas a nuestros seres queridos! Pero tal vez no hemos llegado a “experimentar” lo que sucede en Belén la noche de Navidad.

Dios no solamente se hizo hombre, sino se hizo un bebé. Como cuando lo fuimos tú y yo. ¿Por qué? Quiso hacerse un indefenso niño. Dependiente de sus papás en todo. Que tiene frío, que tiene hambre, que no se puede valer por el mismo. ¡Qué misterio! El Rey del universo, creador de todo lo que vemos, nuestro Creador, hecho un pequeño niño. ¿Por qué?

Pudo haber aparecido en la historia. Era Dios, lo podía hacer. Pero quiso ser en todo semejante a nosotros, menos en el pecado. ¿Por qué? Existe solamente una respuesta: por amor. Porque nos amó, porque nos ama a ti y a mí sobre todas las cosas. Somos sus hijos predilectos.

Esta realidad debe ser suficiente para sentirte infinitamente amado por Dios. ¿Pudo hacer algo más? Te amó hasta el extremo. ¡Qué esta Navidad seas eso, un ser humano inmensamente FELIZ!”.




La Navidad es la celebración del más sublime y glorioso intercambio: Dios se hace hombre para que el hombre sea elevado hasta Dios; Él toma la condición humana, para que nosotros tomemos la divina. Dios, en la persona del Hijo, viene a buscarnos para llenarnos de su amor y su gracia. Al Hijo de Dios, ahora lo contemplamos pequeñito en el pesebre, pero desde ahí hace surgir la alegría más profunda al dignificar nuestro ser; desde ahí nos recuerda que nuestra existencia tiene sentido, que encierra un contenido y un horizonte eterno.

Por eso en la Navidad exaltamos nuestros sentimientos, pues es la oportunidad de reforzar aquellos sentimientos que nos unen con el prójimo y nos elevan hasta Dios. La Navidad debe traducirse en actos reales de amor, pues el amor nos hace vivir y luchar con dignidad. Debemos celebrarla en la fe, pues la Navidad sirve para reforzar nuestra convicción de que no estamos solos, pues Dios se hizo hombre para ser parte de nuestro caminar”




Padre Dante Jiménez Muñoz Ledo

“La Navidad es la fiesta del encuentro entre Dios y la persona humana. Cada hogar y cada nacimiento hace posible el nuevo Belén “el lugar donde todo empezó”. El lugar en el que Dios mismo quiso hacerse hombre, donde quiso apostar todo a la persona humana.

Es posible que algunos puedan estar pasando un mal momento en Navidad y que algunos otros se encuentren con poca esperanza; especialmente cuando contemplamos una realidad que avasalla por la violencia, la injusticia y la marginación. Sin embargo, es posible todavía, recoger el valor de nuestras personas y vivir esta noche santa y este tiempo de Navidad, con alegría y con sencillez.

¿Quién puede reclamar al Niño recién nacido, los males que nos aquejan? Nadie, porque el Niño viene en medio de todos como “Príncipe de la paz” (Is 9,3-6), viene a confirmarnos que su Padre nos ama y que está dispuesto a dar todo por cada uno; la prenda de su amor empieza aquí, cuando Dios mismo se nos ha entregado en nuestras manos.

Vivamos con fruto nuestro encuentro con el Niño Dios que viene a salvarnos:

- Seamos capaces de pregustar la luz de Dios en el recién nacido, implica amar nuestra propia existencia, animados en la certeza de que es aquí, en el tiempo y el espacio, el lugar donde el amor trasciende.

- Que quien se encuentre abatido en la tristeza, se consuele de sólo saber que lo más grande que pueda intuir nuestra mente y nuestro corazón, será posible alcanzarlo, porque nuestro encuentro con el Niño que viene, puede hacer concretos nuestros más profundos anhelos. En Cristo nos hacemos semejantes a Dios.

- Hay que dejarse transformar por La Bondad y La Misericordia del Verbo hecho niño. Ésto implica cambiar de actitud de frente a los más desprotegidos, vivir la tolerancia y servir con sencillez.

- En la noche del mundo, en la noche de nuestra ciudad, en la noche que alguien esté viviendo, dejémonos sorprender e iluminar como nuevos pastores de Belén, contemplando el acto de amor con el que Dios ha entrado en nuestra historia.

El mejor deseo para esta Navidad es que muchos volvamos a confiar en la persona humana, que volvamos a construir una sociedad digna, con los valores del servicio, la sencillez y la humildad. Si Cristo cambió la historia hace dos mil años, ¿Por qué no intentar cambiar estos tiempos de nuestra historia, llenándonos de gozosa esperanza, de misericordia, de perdón y de paz?




Padre Javier González Bejarano

“La Navidad es un período para vivirlo en familia, para acrecentar los lazos de cariño, para celebrar juntos tantas bendiciones recibidas a lo largo del año. Es también un tiempo para expresar el cariño que tenemos hacia familiares y amigos, para olvidar rencores o envidias, para dejar atrás el pasado y mirar hacia el futuro. Es un momento de festejos, posadas, celebraciones, regalos…

Pero la Navidad es sobre todo contemplar un misterio; un misterio de amor. Es el misterio de Dios que se hace hombre por amor a la humanidad. La Navidad nos invita a ver con reverencia y respeto a ese Niño acostado en un pesebre en la cueva de Belén. Es adorar a Jesús que ha nacido y que nos enseña el inmenso amor que tiene por nosotros.

Celebremos y festejemos a este Niño que nace, alegrémonos en familia por tantas dichas vividas en este período navideño, y también agradezcamos a Dios que siempre está con nosotros y jamás nos deja solos. Este es mi mejor deseo para todos ustedes. Les mando desde Roma mi bendición sacerdotal. ¡Que pasen todos una Feliz Navidad!.




Obispo de la Diócesis de Celaya

“Los felicito a todos por esta Navidad y les deseo de todo corazón que Cristo nazca en nuestras vidas, en nuestro corazón, que esa vida que Él logró para nosotros crezca y se manifieste en nuestras obras, en la vida de todos los días.

Los invito a que no celebremos la Navidad de una manera superficial, quedarnos sólo en adornos, lucecitas, sino que de veras aceptemos a Cristo en nuestra vida, que aceptemos la salvación que Él nos ofrece, de otra manera, será una fecha más que nos deje sólo gastados, que la alegría no sólo sea superficial, una alegría profunda de sabernos agradecidos con Dios y llamados a vivir como hijos suyos en Cristo nos da la posibilidad de ser hijos de Dios.

Hay unas frases muy bonitas de santos padres, como la de San Agustín: El hijo de Dios se hizo el hijo del hombre para hacernos a nosotros hijos de Dios.

Ojalá que esta Navidad acojamos a Cristo de manera de que nuestra alegría sea profunda y no superficial”.











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