sábado, 30 de octubre de 2010

1 DIOS ES NUESTRO AMPARO Y FORTALEZA. REY DE REYES.



























1 DIOS ES NUESTRO AMPARO Y FORTALEZA el 18th Junio 2010, 6:03 pm

“Dios es nuestro amparo y fortaleza,
Nuestro pronto auxilio en las tribulaciones.
Por tanto, no temeremos, aunque la tierra sea removida,
Y se traspasen los montes al corazón del mar;
Aunque bramen y se turben sus aguas,
Y tiemblen los montes a causa de su braveza”.
Salmos 46: 1-3.

El salmista lo reconocía en estos versículos, el decía: “Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones”. Al igual que en el antiguo tiempo, también hoy en día Dios es nuestro amparo, nuestra fortaleza, nuestro pronto auxilio, por tanto, no temas.

El creyente nunca está solo, puede ser que esté pasando por tentaciones y pruebas, pero dentro de la Fortaleza que es nuestro SEÑOR, encontramos el amparo y la protección necesaria. ¡Cuánto necesitamos a Dios TODO el tiempo y en todo lugar! Es por eso que al poner nuestra confianza en el SEÑOR, es como entrar en un Castillo Fuerte, bajo la Protección del TodoPoderoso.

Salmo 46:

46:1 Dios es nuestro amparo y fortaleza,
Nuestro pronto auxilio en las tribulaciones.
46:2 Por tanto, no temeremos, aunque la tierra sea removida,
Y se traspasen los montes al corazón del mar;
46:3 Aunque bramen y se turben sus aguas,
Y tiemblen los montes a causa de su braveza. Selah
46:4 Del río sus corrientes alegran la ciudad de Dios,
El santuario de las moradas del Altísimo.
46:5 Dios está en medio de ella; no será conmovida.
Dios la ayudará al clarear la mañana.
46:6 Bramaron las naciones, titubearon los reinos;
Dio él su voz, se derritió la tierra.
46:7 Jehová de los ejércitos está con nosotros;
Nuestro refugio es el Dios de Jacob. Selah
46:8 Venid, ved las obras de Jehová,
Que ha puesto asolamientos en la tierra.
46:9 Que hace cesar las guerras hasta los fines de la tierra.
Que quiebra el arco, corta la lanza,
Y quema los carros en el fuego.
46:10 Estad quietos, y conoced que yo soy Dios;
Seré exaltado entre las naciones; enaltecido seré en la tierra.
46:11 Jehová de los ejércitos está con nosotros;
Nuestro refugio es el Dios de Jacob. Selah

Que Dios te bendiga
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EL APOCALIPSIS
DE SAN JUAN
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Capítulo 1

La revelación de Jesucristo

1:1 La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto; y la declaró enviándola por medio de su ángel a su siervo Juan,
1:2 que ha dado testimonio de la palabra de Dios, y del testimonio de Jesucristo, y de todas las cosas que ha visto.
1:3 Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo está cerca.

Salutaciones a las siete iglesias

1:4 Juan, a las siete iglesias que están en Asia: Gracia y paz a vosotros, del que es y que era y que ha de venir, y de los siete espíritus que están delante de su trono;
1:5 y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre,
1:6 y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén.
1:7 He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra harán lamentación por él. Sí, amén.
1:8 Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso.

Una visión del Hijo del Hombre

1:9 Yo Juan, vuestro hermano, y copartícipe vuestro en la tribulación, en el reino y en la paciencia de Jesucristo, estaba en la isla llamada Patmos, por causa de la palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo.
1:10 Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta,
1:11 que decía: Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último. Escribe en un libro lo que ves, y envíalo a las siete iglesias que están en Asia: a Efeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodicea.
1:12 Y me volví para ver la voz que hablaba conmigo; y vuelto, vi siete candeleros de oro,
1:13 y en medio de los siete candeleros, a uno semejante al Hijo del Hombre, vestido de una ropa que llegaba hasta los pies, y ceñido por el pecho con un cinto de oro.
1:14 Su cabeza y sus cabellos eran blancos como blanca lana, como nieve; sus ojos como llama de fuego;
1:15 y sus pies semejantes al bronce bruñido, refulgente como en un horno; y su voz como estruendo de muchas aguas.
1:16 Tenía en su diestra siete estrellas; de su boca salía una espada aguda de dos filos; y su rostro era como el sol cuando resplandece en su fuerza.
1:17 Cuando le vi, caí como muerto a sus pies. Y él puso su diestra sobre mí, diciéndome: No temas; yo soy el primero y el último;
1:18 y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades.
1:19 Escribe las cosas que has visto, y las que son, y las que han de ser después de estas.
1:20 El misterio de las siete estrellas que has visto en mi diestra, y de los siete candeleros de oro: las siete estrellas son los ángeles de las siete iglesias, y los siete candeleros que has visto, son las siete iglesias.

Capítulo 2
Mensajes a las siete iglesias: El mensaje a Efeso
é
2:1 Escribe al ángel de la iglesia en Efeso: El que tiene las siete estrellas en su diestra, el que anda en medio de los siete candeleros de oro, dice esto:
2:2 Yo conozco tus obras, y tu arduo trabajo y paciencia; y que no puedes soportar a los malos, y has probado a los que se dicen ser apóstoles, y no lo son, y los has hallado mentirosos;
2:3 y has sufrido, y has tenido paciencia, y has trabajado arduamente por amor de mi nombre, y no has desmayado.
2:4 Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor.
2:5 Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido.
2:6 Pero tienes esto, que aborreces las obras de los nicolaítas, las cuales yo también aborrezco.
2:7 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios.
El mensaje a Esmirna

2:8 Y escribe al ángel de la iglesia en Esmirna: El primero y el postrero, el que estuvo muerto y vivió, dice esto:
2:9 Yo conozco tus obras, y tu tribulación, y tu pobreza (pero tú eres rico), y la blasfemia de los que se dicen ser judíos, y no lo son, sino sinagoga de Satanás.
2:10 No temas en nada lo que vas a padecer. He aquí, el diablo echará a algunos de vosotros en la cárcel, para que seáis probados, y tendréis tribulación por diez días. Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida.
2:11 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. El que venciere, no sufrirá daño de la segunda muerte.

El mensaje a Pérgamo

2:12 Y escribe al ángel de la iglesia en Pérgamo: El que tiene la espada aguda de dos filos dice esto:
2:13 Yo conozco tus obras, y dónde moras, donde está el trono de Satanás; pero retienes mi nombre, y no has negado mi fe, ni aun en los días en que Antipas mi testigo fiel fue muerto entre vosotros, donde mora Satanás.
2:14 Pero tengo unas pocas cosas contra ti: que tienes ahí a los que retienen la doctrina de Balaam, que enseñaba a Balac a poner tropiezo ante los hijos de Israel, a comer de cosas sacrificadas a los ídolos, y a cometer fornicación.
2:15 Y también tienes a los que retienen la doctrina de los nicolaítas, la que yo aborrezco.
2:16 Por tanto, arrepiéntete; pues si no, vendré a ti pronto, y pelearé contra ellos con la espada de mi boca.
2:17 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, daré a comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe.

El mensaje a Tiatira

2:18 Y escribe al ángel de la iglesia en Tiatira: El Hijo de Dios, el que tiene ojos como llama de fuego, y pies semejantes al bronce bruñido, dice esto:
2:19 Yo conozco tus obras, y amor, y fe, y servicio, y tu paciencia, y que tus obras postreras son más que las primeras.
2:20 Pero tengo unas pocas cosas contra ti: que toleras que esa mujer Jezabel, que se dice profetisa, enseñe y seduzca a mis siervos a fornicar y a comer cosas sacrificadas a los ídolos.
2:21 Y le he dado tiempo para que se arrepienta, pero no quiere arrepentirse de su fornicación.
2:22 He aquí, yo la arrojo en cama, y en gran tribulación a los que con ella adulteran, si no se arrepienten de las obras de ella.
2:23 Y a sus hijos heriré de muerte, y todas las iglesias sabrán que yo soy el que escudriña la mente y el corazón; y os daré a cada uno según vuestras obras.
2:24 Pero a vosotros y a los demás que están en Tiatira, a cuantos no tienen esa doctrina, y no han conocido lo que ellos llaman las profundidades de Satanás, yo os digo: No os impondré otra carga;
2:25 pero lo que tenéis, retenedlo hasta que yo venga.
2:26 Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones,
2:27 y las regirá con vara de hierro, y serán quebradas como vaso de alfarero; como yo también la he recibido de mi Padre;
2:28 y le daré la estrella de la mañana.
2:29 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.
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El Mensaje de la Divina Misericordia



Nuestro Señor se le apareció a la Hermana Faustina Kowalska y le reveló su Divina Misericordia para el mundo.

Estos son extractos de diálogos del Senior con la Hermana Faustina según lo escribió en su diario.

Pinta una imagen de acuerdo a esta visión, con las palabras " Jesús, en vos confío" Yo deseo que esta imagen sea venerada, primero en tu capilla y [después] en todo el mundo.

Yo prometo que el alma que venere esta imagen no perecerá. También prometo victoria sobre sus enemigos aquí en la tierra, especialmente a la hora de la muerte. Yo mismo la defenderé con mi propia Gloria.

Los dos rayos denotan Agua y Sangre. El rayo pálido significa el Agua que hace las almas correctas. El rayo rojo significa la Sangre que es la vida de las almas.

Estos dos rayos salieron de las profundidades de mi tierna Misericordia cuando mi corazón agonizado fue abierto por la lanza en la cruz.
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Las riquezas de su Gracia


Todos admiramos al apóstol Pablo como un siervo muy bien dotado, tanto natural como espiritualmente; sin embargo, él atribuye toda la gloria de su servicio a la gracia de Dios, al afirmar: “Por la gracia de Dios soy lo que soy.” Todos admiramos al apóstol Pablo como un siervo muy bien dotado, tanto natural como espiritualmente; sin embargo, él atribuye toda la gloria de su servicio a la gracia de Dios, al afirmar: “Por la gracia de Dios soy lo que soy.”

Asimismo, cuantos hereden el reino y las glorias prometidas para ellos, reconocerán en aquel día que sólo la gracia de Dios les condujo allí.

En este libro, el autor nos toma de la mano y con conduce por la Escritura, para que contemplemos, desde sus primeras manifestaciones –cual destellos o balbuceos– hasta su expresión más plena las abundante riquezas de la gracia de Dios en Cristo Jesús.
Quiera el Señor utilizar esta palabra para traer un oportuno socorro a todos los creyentes que han caído en el desaliento, como también a aquellos que vagan hambrientos cual ovejas sin pastor.

“Y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús.” (Ef. 2:6-7).

1ª EDICIÓN Temuco (Chile), Noviembre de 1999. ISBN: 956-288-433-3. Las citas bíblicas corresponden a la versión Reina-Valera 1960. También se utiliza la Versión Moderna de H.B. Pratt (VM), y la Biblia de Jerusalén (BJ).

PRESENTACIÓN

El corazón rebosa de gratitud y alabanza al Dios de toda gracia, por nuestro bendito Señor y Salvador Jesucristo, quien vino lleno de gracia y de verdad. Tanto nos amó, que no le importó nuestra condición miserable, de extrema insolvencia, destituidos de la gloria, y más aún, muertos en delitos y pecados.

A pesar de todo, nos llamó, nos salvó, nos dio vida, nos hizo aptos, nos dio herencia; en fin, no sólo quitó nuestra culpa, sino que nos capacitó, dándonos todos los recursos para que lleguemos a ser vencedores, y compartamos su gloria para siempre. Esta es la gracia. Todos cuantos participen del gozo de su Señor, los que hereden el reino y las glorias eternas prometidas para los santos, reconocerán que la gracia de Dios en Cristo Jesús les pudo conducir allí. ¡Gloria a Dios para siempre!

El autor nos toma de la mano y nos pasea por la Escritura. Paso a paso veremos las primeras manifestaciones de la gracia, cual destellos o balbuceos, hasta arribar a las abundantes riquezas de la gracia de Dios en Cristo Jesús. Ciertamente, Él es la mayor expresión de la gracia, tanto en su gloriosa persona como en su magnífica obra.

Conoceremos que la gracia excede a la misericordia. Ésta cumple con perdonar y levantar al fracasado; aquélla va mucho más allá, capacitándole para vencer.

El lector saltará de alegría y se emocionará de gozo cuando vea (¡que el mismo Espíritu Santo le ilumine!) “lo que somos”, no como una aspiración, mas como una bendita realidad, y “lo que tenemos” por gracia. A ratos nos parece que los detalles y los ejemplos son excesivos, pero esto mismo nos habla de la abundancia de las riquezas de la gracia.

El mensaje del presente libro nos ayudará, además, a discernir los frutos de aquellos que profesan fe en el Señor Jesucristo. Los que conocen la gracia de Dios son fácilmente reconocibles, tanto en su palabra como en su obra. De igual modo, quienes la ignoran, tarde o temprano, mostrarán su triste irrealidad. ¡Cuántos hombres, al parecer tan sinceros en sus palabras, nos han defraudado tanto con sus hechos! La bendita gracia de nuestro Dios ha hecho abundante provisión para volver al extraviado al camino correcto que agrada al Señor.

Todos admiramos al apóstol Pablo como un siervo muy bien dotado, tanto natural como espiritualmente; sin embargo, él atribuye toda la gloria de su servicio a la gracia de Dios, cuando declara: “No osaría hablar sino de lo que Cristo ha hecho por medio de mí ... con la palabra y con las obras.” (Rom. 15:18); y más aún, en 1ª Corintios 15:10, donde declara enfáticamente: “Por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no ha sido en vano para conmigo, antes he trabajado más que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo.”

El último capítulo es un digno final para un tema tan exquisito. Haremos bien en acoger plenamente tan solemnes advertencias.

Este libro es una muestra de la comida espiritual que estamos disfrutando, por la bondad de Dios, en esta parte del mundo. Reconocemos que la gracia y la misericordia del Señor han sido abundantes para nosotros que estamos conociendo la gracia de Dios en verdad, y encontrando en el Señor Jesucristo nuestra plena satisfacción.

Quiera el Señor utilizar esta palabra para traer un poderoso socorro a todos los creyentes que han caído en el desaliento y la frustración. El Señor tenga misericordia de los que vagan hambrientos como ovejas sin pastor.

Estos mensajes fueron compartidos en enero de 1999, durante un Campamento-Retiro, en un lugar llamado Ruka-Cura, a unos 100 kms. al suroeste de Temuco, 9ª Región de Chile. Aquellos fueron días preciosos en la presencia del Señor, y los pastos ... ¡deleitosos!

¡Jesucristo es el Señor!

Gonzalo Sepúlveda H.

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