lunes, 18 de abril de 2011

Jesús y los Esenios

Ellos pensaban, con muy buenas razones para ello, que eran herededos de los antiguos hijos e hijas de Dios, herededos de su antigua y gran civilización. Poseían avanzados conocimientos y trabajaban arduamente en secreto por el triunfo de la luz sobre las tinieblas en la mente humana.



Los esenios no se limitaban a una sola religión, sino que estudiaban todas para poder extraer de ellas los grandes principios científicos. Consideraban que cada religión era un estado diferente de una misma manifestación. Le daban gran importancia a las enseñanzas de los antiguos caldeos, de Zoroastro, de Hermes Trismegistos, a las secretas instrucciones de Moisés y de uno de los fundadores de su orden, que había trasmitido técnicas similares a las del budismo, así como a las revelaciones de Enoc



Los esenios sabían diferenciar entre las almas que aún estaban dormidas, las que estaban sólo medio despiertas, y las despiertas. Su tarea era ayudar, consolar y aliviar a las almas dormidas, tratar de despertar a las que estaban a medias, y dar la bienvenida y guiar a las almas despiertas. Sólo las almas que se consideraban despiertas podrían recibir la iniciación en los misterios de la Fraternidad esenia, integrada por hombres y mujeres. Entonces comenzaba para ellos el sendero de evolución, que ya no se detiene más a través del ciclo de sus encarnaciones.



San Juan, quien era el esenio Lázaro, revela estos secretos en el Libro de las Revelaciones, cuando un ser se le acerca y le dice: "Te mostraré los misterios de la mujer". Entonces le habla de la gran prostituta y de la esposa de las bodas del cordero. La gran prostituta es el alma, que ha dado a luz a la personalidad, el ego, separado del Altísimo, y hace lo que le place.









¿Quiénes eran los Esenios?



Desde el descubrimiento arqueológico de los Rollos del Mar Muerto en 1946, la palabra "esenio" ha dado la vuelta al mundo, haciendo surgir con frecuencia muchas preguntas.
Muchas personas se han mostrado asombradas al descubrir que hace dos mil años, una fraternidad de hombres y mujeres santos vivían juntos en una comunidad y portaban las semillas de la cristiandad y la futura civilización occidental.

Esta hermandad --que era más o menos perseguida y mantenida en el ostracismo-- daría personas que cambiarían la faz del mundo y el curso de la historia. Sin duda, casi todos los principales fundadores de lo que luego se denominó la cristiandad fueron esenios: Santa Ana, José y María, Juan el Bautista, Jesús, Juan el Evangelista, etc.

The Los esenios se consideraban separados a sí mismos, no por causas externas, como el color de la piel, el pelo, etc., sino porque la iluminación de su vida interna y su conocimiento de los ocultos misterios de la naturaleza eran desconocidos para otros hombres. También se consideraban un grupo en el centro de todos, porque cualquiera podía formar parte de su Fraternidad tan pronto pasaran con éxito las pruebas selectivas.
Ellos pensaban, con muy buenas razones para ello, que eran herededos de los antiguos hijos e hijas de Dios, herededos de su antigua y gran civilización. Poseían avanzados conocimientos y trabajaban arduamente en secreto por el triunfo de la luz sobre las tinieblas en la mente humana.

Sentían que les había sido confiada una misión, que eventualmente sería la fundación del cristianismo y la civilización occidental, y estaban apoyados en este esfuerzo por seres altamente evolucionados que dirigían la fraternidad. Eran verdaderos santos, Maestros de sabiduría, hierofantes de las antiguas artes maestras.

Los esenios no se limitaban a una sola religión, sino que estudiaban todas para poder extraer de ellas los grandes principios científicos. Consideraban que cada religión era un estado diferente de una misma manifestación. Le daban gran importancia a las enseñanzas de los antiguos caldeos, de Zoroastro, de Hermes Trismegistos, a las secretas instrucciones de Moisés y de uno de los fundadores de su orden, que había trasmitido técnicas similares a las del budismo, así como a las revelaciones de Enoc.
Poseían la ciencia viviente de estas revelaciones y, de este modo, sabían cómo comunicarse con los seres angélicos y habían resuelto la pregunta del origen del mal en la tierra.



Una de sus más grandes preocupaciones era protegerse de cualquier contacto con espíritus del mal, para poder preservar la pureza de sus almas. Sabían que estarían en la tierra durante un corto período de tiempo y no querían prostituir sus almas eternas. Fue esta actitud, esta estricta disciplina, esta absoluta negativa a mentir o a comprometerse, lo que les hizo objeto de muchísimas persecuciones a través del tiempo.

Los esenios se consideraban guardianes de las Divinas Enseñanzas. Poseían un gran número de manuscritos muy antiguos, algunos de los cuales databan del inicio de los tiempos. Una gran parte de los miembros de la Escuela pasaban el tiempo descifrando sus códigos, traduciéndolos a varias lenguas, reproduciéndolos para perpetuar y preservar este avanzado conocimiento, y consideraban este trabajo como una tarea sagrada.





Los esenios consideraban su Fraternidad, compuesta de hombres y mujeres, como la presencia en la tierra de las enseñanzas de los hijos y las hijas de Dios. Ellos eran la luz que brilla en las tinieblas, que invita a la oscuridad a convertirse en luz. Así, para ellos, cuando un candidado solicitaba ser admitido en la Escuela, ello significaba que dentro de él se había puesto en marcha un completo proceso del despertar del alma. Un alma así, estaba lista para ascender las escaleras del sagrado templo de la humanidad.

Los esenios sabían diferenciar entre las almas que aún estaban dormidas, las que estaban sólo medio despiertas, y las despiertas. Su tarea era ayudar, consolar y aliviar a las almas dormidas, tratar de despertar a las que estaban a medias, y dar la bienvenida y guiar a las almas despiertas. Sólo las almas que se consideraban despiertas podrían recibir la iniciación en los misterios de la Fraternidad esenia, integrada por hombres y mujeres. Entonces comenzaba para ellos el sendero de evolución, que ya no se detiene más a través del ciclo de sus encarnaciones.

Todos conocían a "los hermanos y hermanas vestidos de blanco". Los hebreos los llamaban "La Escuela de los Profetas"; para los egipcios, ellos eran "los Sanadores, los Médicos". Tenían propiedades en casi todas las grandes ciudades, y en Jerusalén había incluso una puerta que llevaba su nombre: La Puerta de los Esenios.

A pesar de algunos temores y bromas, debido principalmente al rechazo a aquello que se desconoce, las personas sentían en general respeto y estimación por los esenios, por su honestidad, su pacifismo, su bondad, su discreción, y su talento como sanadores, dedicados tanto a los pobres como a los ricos. Las gentes sabían que muchos grandes profetas hebreos provenían del linaje de la Escuela esenia.

Es más, aún cuando la Fraternidad era muy estricta sobre las leyes secretas en relación con su doctrina interna, cultivaban muchos puntos de contacto con las personas, principalmente a través de los sitios donde daban alojamiento a peregrinos de todo horizonte, proporciondo ayuda en los períodos difíciles, y especialmente a través de la sanación de los enfermos. Estos sitios donde se impartían las enseñanzas básicas y se practicaba la sanación estaban localizados en lugares que tuvieran acceso público para que todas las personas pudieran acudir.






La Forma de Vida Esenia



La vida de los esenios estaba perfectamente organizada como jerarquía. Algunos de ellos vivían en villas rodeadas por una pared baja, completamente separados de las ciudades, en medio de la naturaleza. Su vida era simple, austera y piadosa, y transcurría entre el ritmo de las estaciones, los días de celebración y los visitantes. Otros vivían en las ciudades, en grandes edificios que pertenecían a la Comunidad y que les servían al mismo tiempo como vivienda, albergue y hospital.
Sin duda, dedicaban su tiempo y sus actividades a sanar a los enfermos y a dar hospitalidad a los extranjeros que pasaban por el lugar. Algunos recorrían los caminos, circulando las noticias y llevando las informaciones a todos los centros en cada país. Fue así como el Maestro Jesús pudo llegar a otros por el mundo, beneficiándose de tan detallada organización, que funcionaba a la perfección.
También estaban los que residían en la escuela-monasterio, situada en lugares escogidos según el conocimiento de la tierra de la luz, y de las puertas que existen entre ésta y la tierra como la conocemos. Los esenios que vivían en estos "templos" eran casi siempre célibes.


Cuando un individuo de fuera de la orden pedía ser admitido a ésta --después de la verificación de ciertas aptitudes para la vida interna-- el candidato tenía que practicar una especie de meditación. En completa calma, examinaba su vida pasada con toda claridad, para poder hacer un recuento objetivo de la sabiduría adquirida. Tenía que discernir entre los impulsos que había recibido del "cielo" y los de "su ángel" durante su infancia y a través de su vida, y observar la forma en que había respondido. ¿Trató de alejarse de ellos o se mantuvo fiel?
Mediante ese análisis, se forjaba un nueva relación con el mundo superior del espíritu en libertad, y el candidato era llevado a conocer sus propios errores --la causa de todo su sufrimiento. De esta forma, podía efectuar cambios dentro de sí, tomar el control de su vida, hacerse responsable en el sentido iniciático de la palabra, y prepararse en forma efectiva y con plena conciencia para entrar en la Comunidad de la Luz.
Así entraba al mundo sagrado del sendero real.


Después de su iniciación, que lo convertía por completo en un Hermano (o Hermana) de la Comunidad, el recién llegado recibía, junto con sus blancas ropas de lino, una misión que debía desempeñar durante su vida. La misión tenía un propósito, una orientación que nunca debería abandonarle y que era una forma de unirlo a Dios y hacerlo útil para la tierra y para la humanidad. Nunca debería separarse del hilo conductor de esa misión. Esto era lo que le daba un significado positivo a su pasaje en la tierra y lo convertía en un verdadero ser humano. Para la Escuela, ser hombre era llevar dentro de sí una hermosa luz --para ofrecerla a la tierra, a sus habitantes, y a sí mismo.



Las ropas blancas eran la materialización del poder del bautismo y de la pureza del alma, que lo protegerían de las muchas contradicciones del mundo. El cayado o bastón, que también recibía en esta ocasión, simbolizaba el conocimiento de las leyes secretas de la vida y su capacidad para utilizarlas armoniosamente por el logro exitoso de su tarea.
También se requería que tomara el juramento de respetar la tierra como ser viviente, sagrado e inteligente. Para mantenerse en contacto con ella, para honrarla y participar en su sana evolución, debía tener sus pies en contacto con la tierra --y algunas veces, incluso su cuerpo entero. Por eso los esenios frecuentemente andaban descalzos.





Había que tener por lo menos 21 años para poder recibir esta iniciación.
El conocimiento viviente de las leyes de la reencarnación (las leyes de la evolución y la compasión) y las leyes del destino (las leyes de causa y efecto) permitían a los hierofantes escoger la misión que correspondía exactamente al trabajo que cada alma que venía a la tierra tenía que desempeñar.
Para cumplir esta misión en particular, el Hermano (o Hermana) con frecuencia tenía que enfrentarse a sí mismo, tenía que interrogarse, y que buscar la asistencia del Espíritu Santo. Se le daban técnicas para ayudarlo. Por ejemplo, tenía que examinarse a sí mismo y observarse con mucha frecuencia. Periódicamente, tenía que revisar su vida --observar la forma en que ésta transcurría ante sí, imagen por imagen, como las páginas de un libro: "¿Era lo que veía en este libro digno de ser incluido en el Gran Libro de la Vida?"
Cada pensamiento, cada sentimiento, cada acto, y también sus motivaciones, tenían que estar claramente delineados "en blanco y negro".
Entonces, tenía que determinar si la idea de la misión, el más elevado ideal, había sido la fuente. Los Maestros Esenios conocían por experiencia cuán pronto uno puede desviarse del sendero de la luz y perderse, incapaz de encontrar el camino de nuevo.
La tarea del neófito era simplificar todo dentro de sí para convertirse en uno con su ideal. Si este ideal solamente brillaba en forma intermitente, como si quisiera llamarlo al orden, entonces eso no era una buena señal. Había algún problema albergándose dentro de él, y de inmediato tenía que esclarecer su vida para poder mantener vivo y puro su vínculo con el Altísimo, el sol de su alma. Para él, ésta era la fuente de toda sanación, de todo el auténtico poder sanador.







Los Principios Esenios
y las Reglas de Vida


Las reglas de vida y la estricta disciplina que éstas implicaban no constituían un freno para los esenios, sino una libre aceptación de un medio de forjar el carácter y desarrollar la parte más elevada del ser. Su fundamento en la sabiduría era de todos reconocido por su propia inteligencia. No había árbitro alguno reinando en la Escuela Fraternal.
Los esenios recibían muchas enseñanzas de la antigua sabiduría universal, la cual llevaron a sí mismos como una forma de servicio sagrado a la humanidad. Estaban conscientes de que la mayor parte de esta sabiduría era para una humanidad futura, y pensaban que los grandes Maestros que vendrían en el futuro podrían utilizar su trabajo. Ellos creían que sin ellos --los Maestros--, los benefactores no podrían ayudar a los seres humanos, y las personas se hundirían por tanto en la oscuridad de la ignorancia y la depravación, y eventualmente se destruirían unos a otros mediante cruentas guerras y otras atrocidades innombrables.
Esta forma viva de las Enseñanzas de la Luz se daban en grupos durante las ceremonias, a través de cantos, danzas y movimientos, o incluso mientras trabajaban en los campos o en los viñedos, o realizaban cualquier otro trabajo manual o de construcción. También tenían lugar a través del trabajo individual, cuando estaban solos dentro de tu propio templo personal.


A todo esenio se le exigía el respeto a la privacidad de los demás --su soledad, su intimidad y sus vidas privadas. La soledad era considerada sagrada, porque cuando uno está solo consigo mismo se encuentra ante la presencia de Dios, del Sublime, de la Fuente.
La vida de una pareja también se consideraba sagrada, como la vida comunitaria. Estos eran los tres grados: la vida privada, correspondía al interior del templo; la vida interna, a la pareja; y la vida externa, a la comunidad. El discípulo tenía que observarse cuidadosamente en estos tres niveles de vida y mantenerse honesto, moralmente recto, puro, y auténtico en los tres.

Había una regla que prohibía revelar las Enseñanzas a personas que no estuvieran preparadas para recibirlas. La ley del silencio y el discernimiento se imponía de manera estricta. Así, un esenio nunca trataba de convertir a otra persona a sus creencias.
"No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los cerdos, no sea que las pisoteen, se vuelvan y os despedacen." Mateo, 7:6


Los esenios practicaban regularmente la hospitalidad, y tenían edificaciones especialmente construidas para este propósito. La forma en que sanaban a los enfermos dentro de estos edificios es el origen de la existencia de nuestros hospitales modernos.
A través de ellos, la hospitalidad tuvo un gran alcance, porque ellos aprendían desde muy jóvenes a ver la parte divina de cada persona. Así, era Dios quien los visitaba como si fuera otro individuo y ellos tenían que comprender lo que Él quería decirles o lo que deseaba de ellos. De esta forma, estaban siguiendo las enseñanzas de Tobías y Abraham, quienes ofreciendo hospitalidad a los hombres, habían estado en realidad recibiendo a ángeles.

Cuidando del individuo, ellos cuidaban del Ser de Seres que estaba en ellos. Ese es el profundo significado de toda verdadera medicina y de cada proceso terapéutico.
El cuerpo y la persona eran, para los esenios, la vestidura del Espíritu Universal. Por lo tanto, no lo desdeñaban ni tampoco ignoraban al Espíritu Divino. Sin el Espíritu Divino no había verdadera hospitalidad. Por eso, en nuestro tiempo, el dinero ha reemplazado la visión del Supremo.




Los Hermanos y Hermanas de la túnica blanca, como se les llamaba por entonces, también practicaban mucho los actos humanitarios, ayudando a los pobres y a los desamparados. Un gran número de esenios en los círculos externos de la orden reencarnaron y se convirtieron en la fuente de todas las grandes organizaciones humanitarias modernas. Por supuesto que esto escapó a su control y se perdió, porque la orden sagrada iniciática ya no estaba allí para apoyarlos. Sin iniciación, la salvación no sería posible y ninguna ayuda sería efectiva, porque el bien se transformaría en mal, y viceversa.

Los esenios reconocían la igualdad de los sexos y concedían a las mujeres, en el mayor secreto, el lugar que les correspondía por derecho. Así, las mujeres podían participar en todas las actividades espirituales.
Los esenios estudiaban enseñanzas esotéricas andróginas, que les proporcionaban una percepción del alma más allá del concepto dual de los sexos. Sus blancas ropas de lino eran un símbolo de esta visión de la unidad del alma.


La Escuela condenaba fuertemente la esclavitud y todas las formas de servidumbre. Ningún esenio podía tener un sirviente, eso era un pecado. También lo era el trabajar únicamente para hacer dinero, porque al final, eso se convierte igualmente en una forma de esclavitud. La esclavitud y la servidumbre eran, para ellos, cosas relacionadas con la existencia de entidades oscuras y demoníacas, pertenecían a los que ellos denominaban el mundo de la ira divina.
Cualquier hombre (o mujer) que se afiliara a la comunidad tenía que liberar a sus esclavos y abstenerse de comer carne. Para ellos, la esclavitud también estaba vinculada a ser carnívoro, porque aquél que no puede dejar de comer carne animal y de beber sangre, no puede controlar las pasiones de su naturaleza animal y, por lo tanto, no puede pensar con claridad. Está reducido a la esclavitud por su propia naturaleza.





Extracto tomado de Los Esenios y Las Enseñanzas de Jesús el Esenio, de Olivier Manitara.






Jesús y los Esenios




El Maestro Jesús era un hombre sencillo que caminaba por las calles en medio de multitudes con quienes conversaba directamente, y vivía en compañía de sus pocos discípulos. Claro que había una bondad, una pureza, una realeza que emanaban de Él, pero en nada se asemejaba a ese "Maestro elevado e inaccesible" que todas las iglesias han fabricado por completo.
El Maestro Jesús era completamente accesible, sencillo aunque imponente, y eso era lo que complacía a la muchedumbre. Cuando estaba en un pueblo, las personas conocían sus hábitos y lo esperaban en los sitios donde con frecuencia enseñaba en forma de parábolas, historias y discusiones con quienes se acercaban a hacerle preguntas, o quienes trataban de confundirlo. Todos podían acercársele y participar en sus conversaciones, y cualquiera podía hablar.
El Maestro les ofrecía una enseñanza velada y no revelaba todos sus pensamientos. Los que se mostraban interesados luego de conocerlo por la primera vez, podían seguirlo y convertirse en uno de sus seguidores. Podían ser discípulos sin abandonar su familia ni su trabajo.


Después el Maestro les daba otras enseñanzas -- más profundas, más prácticas, más directas--, y les explicaba el significado de las parábolas.
Uno de los peldaños más altos para entrar al círculo de discípulos era arrepentirse de las faltas cometidas y recibir el bautismo de Juan. Eran los más cercanos discípulos del Maestro, los doce apóstoles, quienes bautizaban a los aspirantes que entraban a un nivel más alto dentro del sendero.

Cuando el candidato recibía el bautismo, entraba a un círculo interno más restringido y a una escuela secreta. Dentro de este círculo, el Maestro trasmitía una profunda enseñanza iniciática, así como otros métodos de instrucción más precisos. Decía que estaba trabajando por el futuro de la humanidad utilizando como mediadores a los discípulos que estaban preparados. Los discípulos de esta escuela secreta incluían a hombres y mujeres, aunque la mayor parte de ellos eran hombres debido a las costumbres de la época. La disciplina era estricta, como en todas las comunidades esenias, pero la presencia del Maestro significaba que el regocijo, la alegría y el amor circulaban abundantemente de alma a alma. Los estudiantes tenían que hacer muchos ejercicios y trabajar sobre sí mismos, sobre sus propios asuntos, según las instrucciones que se les daban.


El Maestro les decía que cuando un grupo de personas se reúne libremente en torno a una idea divina y todos comienzan a trabajar sobre sí mismos en la dirección de esta idea, entonces, si hay suficientes, ellos llevan dentro de sí mismos a la humanidad toda y pueden hacerla evolucionar. De su trabajo emana una fuerza y una comunión espiritual, que es como un sol en el alma de la tierra y de la humanidad. Este sol, a su vez, obra a través del tiempo para atraer la idea divina y darle vida en la realidad terrena.


El Maestro dio instrucciones muy precisas sobre este trabajo, y durante algunas bellas ceremonias comunales -- un ejemplo muy notable es el lavatorio de pies --, dejó en claro que cada uno de ellos estaba convirtiéndose en uno con el Cristo, que cada uno de ellos se estaba convirtiendo en una parte del Cristo en la tierra, y que la encarnación final de Cristo dentro de todos los seres humanos dependía del trabajo que hiciera cada uno de ellos.

El Maestro también trasmitió cantos, sonidos, palabras, danzas y movimientos que había que ejecutar en un estado mental particular y con gran pureza interior, para producir ciertos efectos dentro de uno mismo y dentro del alma de la tierra. Enseñó que, de esta forma, ciertos seres espirituales muy puros que residen en el alma del hombre y de la tierra podían despertarse, alimentarse y fortalecer la voluntad del Padre Celestial.



Los discípulos también tenían que tomar el voto nazareno de no volver a comer carne ni tomar bebidas fermentadas nunca más. El Maestro dijo que si alguno ingería carne o tomaba alcohol, no podía recibir su palabra. Esta disciplina era aplicable tanto en el aspecto externo de la vida, como en el interno. El Maestro enseñaba que el vegetarianismo físico tenía que complementarse con vegetarianismo psíquico, con una actitud de vida interna llena de una moralidad viviente, de un activismo pacífico, de una voluntad tenaz y serena, de una mente clara y abierta.
Como los esenios, el Maestro concedía gran importancia a la limpieza y a la pureza. La pureza que el Maestro enseñaba era menos rígida que la que predicaban los esenios. Era viviente, movida, dinámica. El Maestro Jesús era muy tolerante y abierto. Estas reglas aplicaban sólo dentro del círculo interno de su Escuela. Sus enseñanzas tenían diversos grados, según el estado de conciencia y el nivel de evolución de quien estuviera ante Él. El Maestro amaba a todos los seres y deseaba que cada uno pudiera recibir y participar de la palabra de Dios dentro de su propio nivel. Para algunos, esta palabra sonaba a reprimenda, a severidad, incluso a condena. Para otros, era de consuelo y esperanza. Y finalmente, para los discípulos preparados, abría las puertas al sagrado sendero de la iniciación del alma a los misterios eternos.

Al Maestro Jesús le gustaba que la atmosfera fuera pura, por eso antes de venir le dijo a sus discípulos que se prepararan y purificaran de pensamientos, sentimientos y deseos por medio de ejercicios rítmicos, movimientos y danzas. Utilizaban ciertas ondas humanas que tenían el poder de vivificar, purificar y mejorar la calidad de la atmósfera de un lugar.


El Maestro Jesús también era cuidadoso del lugar donde enseñaba o donde practicaba los trabajos de su Padre-Madre con sus seguidores. Así, cuando estaba en Jerusalén, enseñaba a la multitud en la plaza de los Gentiles, o en ciertos lugares en las calles de la ciudad. La gente sabía dónde encontrarlo. Con sus discípulos, le gustaba salir de la ciudad. Así, con frecuencia se reunía con los miembros del círculo interno en el jardín de las 12 palmas, cerca de Betania. Allí había un arroyo y el Maestro les había explicado ampliamente que ese lugar estaba vinculado al trabajo que sus fieles discípulos tendrían que realizar en el mundo en los siglos venideros. A todos ellos les reveló el propósito de su misión, la historia futura de la humanidad, las diferentes encarnaciones de sus discípulos, y el papel que tendrían que desempeñar en la historia como servidores del Cristo. Además, aludió al misterioso papel de Juan el Apóstol y lo comparó con Juan el Bautista, el profeta Elías, y la Hermandad Esenia.

Asimismo, cuando el Maestro Jesús estuvo entre sus discípulos, nombró al Maestro San Juan como el líder y principal responsable de esta escuela interna y secreta. Fue el Maestro San Juan quien fue puesto a cargo de esta Escuela y de asegurarse de que los ejercicios se hicieran correctamente.
Posteriormente, el Maestro San Juan continuó su tarea incluso después de la partida de Jesús. Se mantuvo fiel y abrió Escuelas Internas en muchos países europeos. Estas Escuelas continúan existiendo en secreto y se han propagado hasta nuestro tiempo, manteniendo la enseñanzas de Cristo puras, exactas, como las esenios mantuvieran puras las auténticas enseñanzas secretas de Moisés. Actualmente, parte de estas enseñanzas y sus técnicas se extienden al mundo, porque ha llegado un nuevo tiempo de sembrar la semilla y de recoger la cosecha.




Extracto tomado de Los Esenios y Las Enseñanzas de Jesús el Esenio, de Olivier Manitara.






ORACIÓN ESENIA
Dicha por la Virgen María





Dentro del Altísimo, mi alma florece,
se regocija ante la vista del sendero ascendente.

Lo que está arriba se une con lo que está abajo,
y el Altísimo ha impregnado mi alma con su radiante mirada.

De todas las generaciones, la mía ha sido bendecida,
porque el Todopoderoso hizo grandes cosas por mí,
impregnó mi alma con su rayo.

Sagrado es su nombre, a través de los siglos su bendición se extiende
a todos aquellos que, por amor, siguen siéndole fieles.


Sublime e intocable es el Altísimo,
Todopoderosa es la fuerza de su brazo;
Él dispersa a los orgullosos, destruye a aquellos que sólo piensan en sí mismos,
derriba el trono de quienes sólo creen en su propio poder,
y eleva a su Reino a los corazones humildes, sencillos, puros y amorosos.
Regala sus dones a quienes permanecen en silencio ante su presencia.

El Altísimo nunca abandona a sus hijos que le sirven con sabiduría y amor.

Amén.

El Evangelio según San Lucas, 1.46,55.








Son palabras antiguas, una oración dicha por la Virgen María. No fue dicha por ella solamente, sino también por todas las mujeres encinta de la comunidad esenia. Actualmente, debemos estar conscientes de que la comunidad nazarena y esenia tenían enseñanzas comunales, enseñanzas para toda la humanidad, y que a la Virgen María no se le contemplaba como una mujer superior. Ella tenía responsabilidades importantes, pero no era considerada como una mujer distinta de las otras. Todas las mujeres gestantes eran respetadas y practicaban las mismas enseñanzas que la Virgen María.

"Nazareno" significa "consagrado a Dios", y también "el que conoce las cosas ocultas". Esta fraternidad universal, que no es característica del pueblo judío, conocía los secretos de la impregnación del alma, y contemplaba el hecho de que una mujer estuviera embarazada como algo profundamente místico. No fijaban su atención en el hecho de que la mujer estuviera encinta; para ellos, la mujer representaba un secreto mucho más elevado como ser humano. Representaba el alma, el alma oculta, el alma pura, el alma virginal, y también la Tierra -- la Tierra que es como un alma, reflejo del alma universal, en la cual todas las almas (por ejemplo, el alma de las flores, de los árboles, de los animales, todas las almas, incluso las almas de los ángeles) pueden aparecer como una unidad hecha de una misma sustancia, que es el alma universal. Esta sustancia está impregnada por los rayos del Altísimo, como los rayos del sol. El alma era llamada "Ma" en los antiguos misterios, y le dieron el nombre de "Maya" -- esto es, de la gran ilusión; también le dieron el nombre de"María": "Ri", "Ra", o "Re" es el rayo de la madre universal.

Así, en esta fraternidad esenia de hermanos y hermanas, la mujer, y principalmente la mujer gestante, no sólo contemplada solamente como una mujer encinta, sino como todo un símbolo, la escritura y el jeroglífico de los misterios del cosmos entero, e incluso de los misterios del Universo y de la evolución. Todos los secretos, los secretos de Isis y de la mujer estaban contenidos en una mujer en estado de gravidez.

San Juan, quien era el esenio Lázaro, revela estos secretos en el Libro de las Revelaciones, cuando un ser se le acerca y le dice: "Te mostraré los misterios de la mujer". Entonces le habla de la gran prostituta y de la esposa de las bodas del cordero. La gran prostituta es el alma, que ha dado a luz a la personalidad, el ego, separado del Altísimo, y hace lo que le place.

Ven así que se trataba de un universo entero, no solamente formado por palabras, sino más bien por realidades. No se necesita hablar de ello, ven a una mujer encinta y de pronto todos los misterios del cosmos están ante sí. De la misma forma, uno ahora solamente necesita ver las letras del alfabeto para conocer las palabras, no es necesario hablar de ellas, esto es algo que vive en el alma.

Esta oración esenia es de la mayor importancia en nuestro tiempo, debido a las cosas que están aconteciendo en la Tierra. Y uno debe saber que "quien está prevenido vale por dos", como dice el refrán. Las cosas ocurren, cosas que están conectadas con esta oración, con los misterios de la mujer, que conciernen también al hombre, por supuesto.

"Dentro del Altísimo, mi alma florece, se regocija ante la vista del sendero que asciende. Lo que está arriba se une con lo que está abajo, y el Altísimo ha impregnado mi alma con su radiante mirada."

Vean, esto es tan hermoso...

"De todas las generaciones, la mía ha sido bendecida, porque el Todopoderoso hizo grandes cosas por mí, impregnó mi alma con su rayo."

La pregunta es: "¿Quién puede decir esto en nuestro tiempo?"
Por supuesto, una mujer para quedar encinta tiene que ser impregnada por un rayo, pero aquí la oración habla del alma que mora en las profundidades; todas las cosas consideradas sobre nuestra alma, la cual vuelta hacia el Altísimo, salta de regocijo y ve el sendero ascendente. Esto no es una ilusión, es el sendero del despertar, del ennoblecimiento, de la transformación, no una ilusión. Lo ven o no lo ven, pero no es una ilusión, no es una creencia, es una experiencia del alma que dice lo que vive.

"Sagrado es Su nombre, a través de los siglos su bendición llega a todos aquellos que, por amor, siguen fieles a Él."

Aquí, la comunidad esenia dice: "A través de los siglos, incesantemente encarnamos, no como una filiación mortal, sino porque somos fieles al Altísimo, y porque dedicamos nuestras vidas a Él. Dedicamos nuestras vidas no para hallar algo, sino porque no podemos hacerlo de otra manera, porque vemos la realidad: el Altísimo, el Amor, la Sabiduría y la Inteligencia llenando el cosmos. Él es la fuente de la existencia, Yo soy dentro de Él, por mi vida. Yo no soy el maestro de mi vida, no soy quien ha creado mi vida".

Ahora, voy a ahondar en el significado de esta oración, más allá de los misterios del alma que he mencionado un poco anteriormente.





INVOCACIÓN-MEDITACIÓN ESENIA
Para una Cultura de Respeto en el Mundo



Desde el principio, la ciencia iniciática enseñó a todos los seres humanos y a todas las personas los secretos de la oración, la invocación y la activa meditación, para atraer fuerzas positivas a nuestro cuerpo, a nuestra vida, a la atmósfera de la comunidad donde vivimos, a la humanidad y a la tierra.
Aquí les doy una oración-invocación-meditación, cuyo objetivo es atraer a uno mismo y al alma del mundo la presencia del Ángel del Respeto, para que todos los seres puedan ser sanos y felices.
Esta oración-invocación-meditación tiene un poder mágico que purifica el pensamiento, el corazón y el destino. Debe pronunciarse con respeto, conciencia y amor. Es adecuado adoptar una correcta actitud y procurar un estado de calma interno antes de pronunciarla.


A través de la luz de mi despierto pensamiento,
a través del calor de mi corazón,
a través de la fuerza de mi conciencia, de mi intención más pura,
de mi sinceridad y mi comprensión,
invoco al Ángel del Respeto.
Ángel del Respeto,
servidor de la inteligencia cósmica,
aspiro a entrar en tu Escuela de devoción.
Ven y crea tu morada en mi pensamiento,
en mi corazón, en mi vida y mis obras.
Yo quiero serte fiel en amor
y sellar contigo una santa alianza.

(Hacer una breve pausa para meditación y silencio interno.)


Que el ser inmortal que habita la tierra
la hace viva e inteligente,
la usa como cuerpo para su manifestación,
pero es más grande en su esencia,
reciba mi respeto y amor.
El Yo que me anima es uno con el Yo que anima la tierra.
Es mi guía interno y mi sagrada presencia en todos los seres.
Es la esencia de mi inmortalidad.

(Meditación y silencio interno.)


Que el ser inmortal que habita las aguas
las hace vivas e inteligentes,
las usa como cuerpo para su manifestación,
pero es más grande en su esencia,
reciba mi respeto y mi amor.
El Yo que me anima es uno con el Yo que anima las aguas.
Es mi guía interno y la sagrada presencia en todos los seres.
Es la esencia de mi inmortalidad.

(Meditación y silencio interno.)


Que el ser inmortal que habita el aliento
lo hace vivo e inteligente,
lo usa como cuerpo para su manifestación,
pero es más grande en su esencia,
reciba mi respeto y mi amor.
El Yo que me anima es uno con el Yo que anima el aliento.
Es mi guía interno y la sagrada presencia en todos los seres.
Es la esencia de mi inmortalidad.

(Meditación y silencio interno.)


Que el ser inmortal que habita el fuego
lo hace vivo e inteligente,
lo usa como cuerpo para su manifestación,
pero es más grande en su esencia,
reciba mi respeto y mi amor.
El Yo que me anima es uno con el Yo que anima el fuego.
Es mi guía interno y la sagrada presencia en todos los seres.
Es la esencia de mi inmortalidad.

(Meditación y silencio interno.)



Que el ser inmortal que habita el cielo
lo hace vivo e inteligente,
lo usa como cuerpo de manifestación,
pero es más grande en su esencia,
reciba mi respeto y mi amor.
El Yo que me anima es uno con el Yo que anima el cielo.
Es mi guía interno y la sagrada presencia en todos los seres.
Es la esencia de mi inmortalidad.

(Meditación y silencio interno.)


Que el ser inmortal que habita el pensamiento viviente
lo hace vivo e inteligente,
lo usa como cuerpo de manifestación,
pero es más grande en su esencia,
reciba mi respeto y mi amor.
El Yo que me anima es uno con el Yo que anima el pensamiento viviente.
Es mi guía interno y la sagrada presencia en todos los seres.
Es la esencia de mi inmortalidad.

(Meditación y silencio interno.)


Que el ser inmortal que habita el el conocimiento viviente
lo hace vivo e inteligente,
lo usa como cuerpo de manifestación,
pero es más grande en su esencia,
reciba mi respeto y mi amor.
El Yo que me anima es uno con el Yo que anima el conocimiento viviente.
Es mi guía interno y la sagrada presencia en todos los seres.
Es la esencia de mi inmortalidad.

(Meditación y silencio interno.)


Tú eres Aquél que ve sin ser visto,
que escucha sin ser escuchado,
que comprende sin ser comprendido,
que da sin recibir,
Tú eres el Invisible, el Supremo y Perfecto.
Yo quiero verte,
quiero oírte,
quiero comprenderte,
quiero darte la bienvenida
y ofrecerte mi respeto, mi veneración y mi amor.
Sin Ti,
nadie ve,
nadie oye,
nadie comprende,
nadie da,
nadie recibe.
En ti quiero morar,
en ti, Yo Soy.

(Meditación y silencio interno.)


Bendita sea la tierra en la presencia Yo Soy.
Bendita sea el agua en la presencia Yo Soy.
Bendito sea el aliento en la presencia Yo Soy.
Bendito sea el fuego en la presencia Yo Soy.
Bendito sea el cielo en la presencia Yo Soy.
Bendito sea el pensamiento viviente en la presencia Yo Soy.
Bendito sea el conocimiento viviente en la presencia Yo Soy.
Benditas sean las sagradas tradiciones de los pueblos en la presencia Yo Soy.
Bendita sea la humanidad de la luz en la presencia Yo Soy.
Benditos sean todos los seres,
que hallen alegría y paz en la sagrada presencia Yo Soy.

OM
AMIN
ATA OUMON


Fiesta de San Juan, Junio del 2000
Olivier Manitara


Técnica Esenia de la Gran Gratitud



Una de las claves del respeto, y por consiguiente de la alegría interna y la iluminación, es aprender a ser agradecido y a dar las gracias con gratitud y con una adecuada comprensión. Ciertamente me dirán que algunas veces no hay por qué dar las gracias, y que eso cultiva una actitud inocente, pasiva y débil. En verdad, la gratitud es todo excepto debilidad. Abre la puerta a una ciencia y conocimiento superiores. Un acto emanado de la gratitud es siempre beneficioso y bello. No saber dar las gracias no significa fortaleza en lo absoluto, sino debilidad. Una persona prisionera de su descontento cae en estados mentales negativos que le roban su fuerza y su energía.

La expresión "gracias" no es una mera frase educada y convencional. Es, por sobre todo, una frase mágica, un encantamiento sagrado, un poderoso mantram trasmitido a todas las personas por los grandes maestros espirituales y sus discípulos más iluminados. Sí, muchas costumbres de la vida que practicamos en forma inconsciente fueron originalmente instituidas por seres de luz que deseaban ayudar a la humanidad. La expresión "gracias" tiene el poder de abrir la conciencia y despertar a la verdadera riqueza. Aquellos que saben dar las gracias cuando caen en las pruebas, demuestran su valor interno y su conexión con una conciencia superior. Un agradecimiento tal debe provenir de una clara conciencia y de un perfecto conocimiento de las leyes de la vida. Entonces posee el poder alquímico para transformar las situaciones y los estados mentales.

Cuando se dice de la forma correcta, el agradecimiento tiene la virtud de purificar el alma terrenal y las relaciones entre los seres. Dar las gracias a alguien es purificar la atmósfera entre tú y esa otra persona. Algunas veces incluso puede sanar relaciones karmáticas y situaciones difíciles. "Gracias" ejerce un poder liberador; permite el desapego, el abandono (o la aceptación de las cosas), y facilita el perdón. Puede convertirse en una verdadera bendición para uno mismo y para otros; puede ser una muralla de defensa contra las fuerzas de la oscuridad que con frecuencia tratan de interferir en nuestras vidas para perturbar furtivamente, complicarlo o destruirlo todo. Por medio de la gratitud, también se puede crear una firme base --una sobre la cual se pueda construir una vida útil, armoniosa, rica y consciente--, en el aspecto psicológico de la vida.

Las virtudes de la gratitud son demasiado numerosas para describirlas; lo más sencillo es conocerlas por experiencia propia, poniendo en práctica la gratitud. Sin duda que necesitaremos una nueva percepción del mundo mucho más espiritual y sutil. Es en el mundo invisible donde el agradecimiento adquiere todas sus dimensiones. Por supuesto, si vivimos sin espiritualidad, sin conciencia, si damos la espalda al mundo invisible, admito entonces que dar las gracias pueda convertirse en una debilidad: para un ignorante, el agradecimiento es la muerte. Pero creo que nosotros aún no llegamos a esto.

Para quienes están conscientes de su espiritualidad y, por tanto, de la parte más sutil de su ser y de la vida, agradecer es incrementar la intensidad de la vida. El descontento estrecha la vida, mientras que la gratitud la expande, la aumenta, incrementa la alegría, y abre las puertas del infinito, del amor. Aquellos que reciben amor con gratitud lo reciben doblemente, mientras que quienes están descontentos lo pierden. La gratitud es el arte de saborear la vida con agrado; es también una aceptación inteligente y trabajo sobre uno mismo. El niño pequeño que recibe muchos cuidados no puede tener recogijo, mientras crea merecerlo todo. Vivir una mentira es sentenciarse uno mismo a infortunios y a desilusión.


Estoy convencido de que la alegría depende de nuestra actitud en la vida. Si tu agradecimiento contiene todo lo que es del cielo, entonces se convierte en una fabulosa oración y en un regalo de amor. Quien pronuncia las "gracias" de esta manera, comprende que nada en esta tierra le pertenece, y que todo es un regalo de los seres superiores que velan por él. Ni siquiera su cuerpo, sus pensamientos o sus deseos le pertenecen. Dar las gracias por todas estas bendiciones es estar en camino de adquirirlas verdaderamente, y de hacer algo positivo con ellas. Cuando el agradecimiento se transforma en una oración, adquiere el poder de triunfar sobre las fuerzas oscuras y los estados mentales negativos que envenenan la vida.

Cada vez más y más, el mundo se asemeja a una selva infestada de insectos y animales extraños, hasta el punto de encontrarse uno en situaciones donde los estados mentales oscuros invaden la conciencia y la sensibilidad como una nube de mosquitos, en forma cada vez más frecuente. Ya no sabemos cómo escapar a esos estados destructivos. El gran agradecimiento "aquel que conoce el sendero hacia el mundo superior invisible" puede liberarnos. Repito lo que digo, porque para mí el agradecimiento que se eleva al cielo con respeto y gratitud es la oración más hermosa. Ahora, es la oración más eficaz para sacar a los seres humanos del control de las fuerzas oscuras y los estados mentales negativos. La palabra "gratitud" también significa renacer a uno mismo.

Finalmente debemos comprender que hemos permitido una forma de vida artificial que incrementa el desarrollo de la negatividad. Por eso, tanto en el futuro como en el presente, las técnicas de alquimia interna serán cada vez más indispensables. Sin ellas, será imposible luchar para mantener la propia dignidad, el tesoro del alma, la belleza interior. Debemos reinventar una nueva forma de vivir en la tierra para poder recobrar las fuerzas del alma que abren las puertas del cielo y de la iluminación. Esta es una necesidad para el futuro.

Cuando los seres humanos llevan el cielo y la tierra dentro de sí mismos, no hay fuerzas negativas que puedan penetrar en ellos. Entiéndanme bien: para mí el descontento es una fuerza negativa. Claro que hay un tipo de descontento que es beneficioso, porque permite ponernos a trabajar aún más para alcanzar la perfección, pero este descontento es mesurado y controlado, es una herramienta de la creatividad. No estoy refiriéndome a éste, sino al que invade el alma y lleva al servilismo, cerrando las puertas a la inteligencia superior.

"Gracias" es una palabra que une al cielo y la tierra. Cuando el agradecimiento es sincero y está lleno de fuerza vital, tiene el poder de tocar y despertar ese centro íntimo que radica en el estómago y que los japoneses denominan el "hara". La verdadera fuerza proviene del profundo agradecimiento que toca el centro del ser uniendo cielo y tierra. Quien sabe cómo agradecer a la tierra, halla el fundamento de la vida psicológica. La tierra limpia, purifica y sana muchos problemas psicológicos, e incluso enfermedades físicas, porque ambos están estrechamente relacionados.


Quien sabe cómo agradecer a la inteligencia de los cielos halla dirección en su meta en la vida. Es una luz que ilumina con verdadero conocimiento. Todo lo que necesitamos hacer es ponernos a trabajar. Muchas cosas en nuestra vida dependen de la forma en que dirigimos nuestras energías. La inteligencia no radica en digerir las cosas como una cotorra, sino en la capacidad de comprender el significado positivo de la vida y caminar en esta dirección por nuestro bien, por el de los demás, y por el mundo. Todos en la tierra deben ofrecer sincero y cálido agradecimiento a todos los seres -- no al pequeño ser artificial en ellos, sino al Innombrable, omnipresente. La aceptación de lo divino, sublime, infinito, inmortal, a través de todos los seres humanos y a través del Todo es la perfección del agradecimiento.

Ahora les enseñaré una antigua técnica esenia.


Antiguo Ejercicio Esenio de Purificación y Salud

Párate en medio de la naturaleza viviente, entre el cielo y la tierra.
Siente la tierra bajo tus pies; siente como la tierra te carga y te sostiene.
Siente el cielo infinito sobre ti; te inspira, te mejora, te eleva.
En el cielo, piensa en el origen de tu espíritu y de tu inteligencia.
En el cielo, piensa en el origen de tu alma eterna, de la más elevada conciencia universal.
En la tierra, piensa en el origen de tu alma terrestre, en tu conciencia individual.
Siéntete como una unión viviente entre las fuerzas del cielo y de la tierra, del infinito y de lo que está en desarrollo.
Arrodíllate en la tierra, y con tu mano derecha cava un pequeño hoyo en la tierra.
Coloca las dos manos juntas sobre tu pecho (el corazón místico), en señal de oración y de unión interna con el cielo y la tierra dentro de ti.
En esta postura sagrada, permite que una hermosa luz, la fuerza, la presencia del cielo, fluya a través de ti: el omnipresente Padre de todos los seres vivientes. Imagina una luz diamantina, transparente como el agua pura.
Inclínate con amor sobre la Madre Tierra, y coloca tus manos alrededor del pequeño hoyo. Inclínate sobre la tierra y coloca tu boca entre tus manos.
Ofrécele con tus palabras a la tierra el agradecimiento del cielo a la Madre Tierra; ofrécele también el agradecimiento de tu corazón y, a través de ello, del corazón de la humanidad.

Pronuncia las palabras:
"Madre Tierra, yo te ofrezco mi agradecimiento con todo mi corazón, y a través de él del corazón de todos los hombres y las mujeres. Que todos los seres que llevas en tu seno protejan, nutran y bendigan todo lo que crece."
Acuéstate después sobre la tierra y abandónate sobre ella. Que tu cuerpo y tu alma nacidos de ella sean uno con la Madre Tierra y su oculto esplendor.


Piensa y di:
"Madre Tierra, elimina todas mis enfermedades y mis faltas según tu voluntad, para que pueda recibir la bendición del espíritu divino y trasmitirla a todos los seres vivientes, según tu voluntad".
Manténte en comunión, en silencio, mientras dejas que la tierra te purifique completamente.
Pónte nuevamente de rodillas y coloca tus manos frente a la rosa solar del corazón.

Piensa en tu espíritu, siente tu alma, y di con tu fuerza vital:
"Con amor y gratitud,
te ofrezco mi amoroso agradecimiento lleno de luz.
A la Madre Tierra, gracias;
al agua de la vida, gracias;
al precioso aire, gracias;
al fuego sagrado, gracias;
a los minerales, gracias;
a las plantas, gracias;
a los animales, gracias;
a la humanidad que camina por el sendero de la evolución, gracias;
a todos los ángeles, gracias;
a la inteligencia cósmica que creó mi pensamiento, gracias;
al océano de amor que creó mi sensibilidad, gracias;
a la vida universal que impregnó mi futuro con la semilla de la individualidad, gracias;
a todos los seres del mundo, doy las gracias en Él, la única Fuente que unifica a todos los seres en su origen y propósito".

Cruza los brazos sobre tu pecho, inclina ligeramente tu cabeza, y pronuncia la palabra de cierre: "Amen".
Entonces, rellena de nuevo el agujero que cavaste para hablar con la Madre del mundo.



Por medio de la práctica de estos ejercicios, que son totalmente compatibles con nuestra vida contemporánea, notarás que recibes una fuerza de balance y armonía que te permite estar más equilibrado y ser tú mismo en la vida. La técnica de la gratitud permite que uno desarrolle una mayor sensibilidad hacia el mundo superior. No es un sentimentalismo poco saludable, sino un despertar que proviene de una mayor lucidez, más fortaleza, más bondad. Nuestra vida es nuestra vida. Somos nosotros quienes tenemos que vivirla, nadie más. Pero es obvio que para vivir la vida de una forma armoniosa, necesitamos fortaleza y lucidez. La técnica de la gratitud nos permite obtener esto, y aún más.
Uno generalmente siente temor de la sensibilidad, porque piensa que mientras más sensible sea una persona, más infeliz y enferma estará. Por supuesto que si el agradecimiento no se expresa de la forma correcta puede enfermar, porque las energías no están dirigidas hacia el espíritu del cielo, sino que permanecen inconscientes y en forma demasiado personal. Quien piensa que él o ella es el centro del mundo, cuando da las gracias solamente expresa una frase muerta educada y convencional, para esconder el verdadero ser que él o ella es, por la pura apariencia.

El verdadero agradecimiento abre la percepción de la belleza, de la sabiduría, de la grandeza y del amor. Si un ser humano ya no percibe la realidad de mundo superior omnipresente, está perdido. Es solo cuestión de tiempo que la caída sea inevitable. Sólo el cultivar correctamente una mayor sensibilidad pueden llevar a la humanidad hacia una verdadera evolución de luz y armonía, y permitirle superar todas las pruebas y las tentaciones.
Una fuente de bienestar y de gran beneficio para la vida es ofrecerse a sí mismo unos momentos de soledad en los que se pueda cultivar la armonía y el bien original en calma y en silencio, y cuando pueda pronunciarse la mágica frase del gran agradecimiento. Luego podemos compartir esto con otros a través de simples actos, de palabras amistosas, de cálidas sonrisas llenas de luz que provienen de un mundo donde lo humano reina.


Olivier Manitara



Extracto tomado de Los Esenios y Las Enseñanzas de Jesús el Esenio, de Olivier Manitara.

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